Los padres de los alumnos acosadores se culpan por el «bullying» de sus hijos

alfonso torices MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

Uno de cada cuatro estudiantes de entre 5 y 17 años asegura haber sufrido acoso escolar en primera persona

07 nov 2024 . Actualizado a las 10:10 h.

La mayoría de los padres españoles se sienten directamente responsables cuando se enteran de que tienen un hijo que acosa o ataca a sus compañeros de escuela o instituto. Así lo indica la radiografía realizada por la organización Educar es todo y la empresa Totto que, para su quinto barómetro sobre esta lacra —que han dado a conocer en la víspera del día internacional contra el acoso escolar— entrevistaron a 1.732 menores, padres de alumnos y profesores de todo el país.

Tres de cada cinco progenitores, el 60 %, creen que son incluso más culpables que sus hijos por los episodios de bullying que los menores protagonizan contra otros alumnos. Entienden, en un porcentaje aún mayor en la franja de edad de 35 a 44 años, que el comportamiento dañino y agresivo de sus hijos se debe a que no han sido capaces de educarlos en la empatía y la importancia del respeto a los demás, valores que de haber interiorizado habrían prevenido y evitado que se convirtiesen en acosadores de sus iguales.

Es más. La inmensa mayoría de los padres, ocho de cada diez, piensa que, de hecho, son ellos el colectivo que más puede hacer para acabar con el bullying en los centros educativos. No son los únicos que tienen este convencimiento. El 90 % de los profesores están de acuerdo con esa afirmación y consideran que son los padres los que de verdad pueden acabar con estos ataques a la convivencia en las aulas si deciden implicarse y actuar.

La psicóloga Diana Jiménez, que intervino en la presentación del estudio, explicó que los diferentes estilos educativos (permisivo, autoritario o democrático) pueden fomentar o reducir, según el caso, el bullying en nuestra sociedad y recordó que «nuestros hijos aprenden de nosotros y, si presencian actitudes violentas, es muy fácil que las normalicen y reproduzcan».

Natalia Díaz, activista por los derechos de la infancia, puso sobre la mesa otro factor con el que algunos padres contribuyen directamente a que sus hijos sufran acoso en las aulas: la sobreexposición de los menores en las redes. «El ciberbullying tiene lugar cuando un niño es acosado, amenazado y avergonzado por otro a través de internet. Y puede pasar porque las imágenes o información compartidas por los padres en las redes sociales resultan humillantes para el menor. Aunque nosotros pensemos que el contenido que publicamos es inofensivo, lo cierto es que puede causar mucho daño», advirtió. La mitad de los estudiantes admiten que se ponen de perfil y no intervienen cuando presencian un episodio de acoso

El chequeo al estado de la convivencia escolar en España subraya una segunda conclusión. El acoso escolar, lejos de remitir, va a más entre los estudiantes de 5 a 17 años. Son varios los datos que lo atestiguan. El más relevante lo proporcionaron los propios menores entrevistados. Uno de cada cuatro, el 24,7 %, dijo haber sufrido bullying en sus propias carnes. El porcentaje es algo más de un punto más alto que el de hace un año y el problema no ha dejado de aumentar en las cinco ediciones del barómetro.

Otras dos respuestas corroboran la veracidad de estas confesiones. El 40 % de los alumnos explicaron que han sido testigos directos de algún episodio de acoso contra compañeros, un porcentaje también al alza, al igual que la proporción de padres que informa tener hijos víctimas de bullying.

Junto al incremento del acoso otros dos factores apuntan a que en los colegios e institutos no se hace lo suficiente para reducir el problema. El primero, que son ya prácticamente la mitad, el 46 %, más que en encuestas anteriores, los menores que confiesan que cuando presencian algún caso de bullying se ponen de perfil. Aseguran que prefieren no meterse y quedarse al margen aunque les dé pena la víctima del ataque o la vejación. El segundo, que las víctimas lamentan el poco apoyo que recibieron de sus profesores (solo el 46 % logró su ayuda) y el respaldo aún menor de los responsables del centro, que solo arroparon al 36 %. Sus mayores apoyos, aclararon, fueron sus padres (86 %) y sus amigos (65 %).

Los padres también mostraron en el barómetro su preocupación por la llegada de las herramientas de inteligencia artificial a la vida de sus hijos y están en desacuerdo con que se introduzcan en la rutina educativa. Creen que es un arma de doble filo en la que los daños que pueden causarles hoy les parecen mayores que los beneficios.

El 60 % de los padres y el 70 % de profesores tienen miedo a los daños que esta tecnología pueda hacer a los menores. La mitad de los progenitores considera que el uso descontrolado de estas herramientas por los chicos, tendencia que ya se ha detectado, puede aumentar el ciberacoso de sus hijos, con actos como la difusión digital de imágenes o diálogos comprometedores falsificados por otros compañeros.

Menores, padres y docentes coinciden en cuáles deberían ser algunas de las medidas a tomar para erradicar el acoso en los colegios. Entre las más repetidas están: establecer protocolos claros para detectarlo y para actuar, aumentar las medidas y estrategias preventivas en los centros, como la concienciación del alumnado, priorizar el uso del diálogo y la resolución conjunta como formas de solución de los casos, y buscar y comprender las razones detrás del comportamiento de los acosadores.

Ideación suicida

La versión digital del acoso escolar tiene una fuerte vinculación con la ideación suicida. Uno de cada cinco estudiantes que son víctima de ciberacoso confiesa haber intentado quitarse la vida, según una investigación de la Universidad Complutense de Madrid y la Fundación Colacao. Estos menores llegaron a esta situación extrema bien porque se convirtieron en víctimas por sus problemas previos de salud mental bien porque fue el acoso el que causó los trastornos psicológicos que les desbordaron.

El trabajo desvela que más de la mitad de las víctimas de ciberbullying no le cuentan el infierno por el que están pasando a nadie y que buena parte de ellas también sufren acoso presencial durante sus horas en las aulas. Los episodios más frecuentes de esta persecución digital son los insultos y motes, la difusión de rumores o las burlas sobre su aspecto físico. Se trata de una nueva modalidad de acoso que sufren con bastante más frecuencia las adolescentes que sus compañeros de instituto, pero que, al contrario, cuenta con un mayor porcentaje de ciberacosadores entre ellos.