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El Reino Unido niega la entrada en sus aguas a espaderos y boniteros gallegos

e. Abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Considera que están al margen del acuerdo, pese a que tienen historicidad

13 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El Acuerdo de Comercio y Cooperación entre el Reino Unido y la UE, como se conoce al acuerdo del brexit, se cerró pactando el acceso mutuo a las aguas de las flotas británicas y comunitaria. ¿Todas? Al parecer, no. Primero estalló el conflicto en Jersey, donde el Reino Unido impedía el acceso a los barcos franceses que tradicionalmente operaban allí. Aunque el caso se resolvió temporalmente a base de licencias provisionales, el 23 de este mes expiran las autorizaciones y Boris Johnson aún no ha aportado suerte de solución al caso.

Pero no es la única flota. Cerca de una decena de barcos gallegos también han quedado al margen del acuerdo de pesca amarrado en Navidad. Son palangreros de superficie y algún que otro bonitero que tradicionalmente entraban en aguas británicas siguiendo la migración del atún blanco -los segundos- o para capturar pez espada y, en especial, quenlla en unas aguas de Gran Sol que ahora son parte de las aguas jurisdiccionales del Reino Unido. Al parecer, el Gobierno de Boris Johnson considera que estas pesquerías quedan al margen del pacto bilateral porque no se citan expresamente en el tratado, según denunció el eurodiputado popular Francisco Millán Mon en la última Comisión de Pesca del Parlamento Europeo, en la que se abordó el estado de la implementación del acuerdo del brexit en materia pesquera.

Desconocimiento del sector

En el sector poco saben de la postura de Johnson. Las últimas noticias al respecto las tuvieron en marzo pasado, cuando, a la hora de preparar las solicitudes para participar en la campaña del bonito, las asociaciones remitieron a la Secretaría General de Pesca las peticiones para entrar en aguas británicas, como también hicieron los espaderos que entre junio y octubre suelen operar en esa área. Y desde Madrid recogieron las de aquellas embarcaciones que tuvieran histórico de capturas de bonito y quenlla (tintorera) de los últimos dos años. «O último que soubemos é que a Segepesca trasladara o listado á Comisión Europea para obter as autorizacións», explica Sergio López, gerente de la Organización de Productores de Lugo (OPP 7), a la que pertenecen media docena de los espaderos afectados.

Pero esas autorizaciones nunca llegaron. «Realmente non sabemos se a Comisión Europea fixo forza ou non para obter os permisos ou se é cousa do Reino Unido», apunta López. Lo cierto es que, al no tener la autorización, ni los boniteros ni los palangreros de superficie han entrado en aguas británicas. Lo que hacen cuando operan al norte del golfo de Vizcaya o al sur de Irlanda es virar el aparejo, atravesar en navegación las millas náuticas bajo jurisdicción británica y retomar las actividades pesqueras unas vez que vuelven a estar en aguas comunitarias.

Trastornos

López admite que no es un número muy elevado de barcos los que están afectados -media docena de palangreros de superficie en su agrupación y un bonitero de los más grandes- y que tampoco es una zona demasiado extensa, pero al estar en el medio obliga a interrumpir las operaciones de pesca, ocasionando trastornos que podrían eliminarse porque, en el fondo, se trata de lo que siempre se estaba haciendo, «non é ningunha pesqueira nova, nin nada parecido», que, además, por historicidad debería estar recogida en el acuerdo del brexit.

Los pincheiros pierden un aliado para minorar los depredadores de la merluza

La ausencia de los palangreros de superficie en esa zona de pesca tiene efectos secundarios en el caladero. Relata el gerente de los productores pesqueros lucenses que los barcos que pescan merluza al pincho agradecían la actividad de los palangreros porque les libraba de una superpoblación de quenlla, importante depredador de la merluza. Según comenta, la tintorera ataca a la merluza cuando esta ya ha caído en los anzuelos del pincho y, por tanto, ese ejemplar capturado no es válido y debe ser devuelto muerto al mar -estar deteriorado por la acción de los depredadores es una de las excepciones a la obligación de desembarque-, con el consiguiente perjuicio para la embarcación.

Golpe en la mesa

Cuestión aparte del numero de afectados, lo cierto es que la postura británica de dar por excluidos del acuerdo a este tipo de barcos ha molestado a los eurodiputados de la Comisión de Pesca. Si Millán Mon aludía a los espaderos y boniteros, el presidente de ese comité, el francés Pierre Karleskind, como otros de sus colegas, expusieron la preocupación por la flota de Jersey y, al descubrir por boca del nuevo flamante director de Política Pesquera del Atlántico de la DG-Mare (Dirección General de Pesca), Fabrizio Donatella, que todavía no hay mandato para negociar las cuotas del 2022 con el Reino Unido, exclamó: «Espero que sí haya mandato para dar un golpe en la mesa».