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Espaderos tiran marrajo porque España aún no expide certificados para venderlo

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

M.MORALEJO

Calculan que las pérdidas en este 2022 suman ya más de dos millones

15 ene 2022 . Actualizado a las 09:26 h.

La flota de palangre de superficie no puede capturar marrajo en el Atlántico norte este año. Lo sabe ya desde la última cumbre de la ICCAT (Comisión para la Conservación del Atún Atlántico), en la que se adoptó la recomendación de cerrar la pesquería. Pero ese es un mal menor, porque con las dos piezas por marea que los buques podían desembarcar el año pasado, prácticamente habían dado ya por perdido ese caladero para la captura de esa especie.

Cosa distinta es no poder traerlo de ningún océano del mundo. Y, encima, no poder hacerlo «por la descoordinación del Gobierno de España», como aseguran las organizaciones de productores gallegos, que sostienen que la «deficiente gestión gubernamental en relación al marrajo dientuso desde el 2020» ha llegado este año al colmo y quince días después de haber arrancado el año no están publicadas oficialmente las toneladas a las que se expedirá el certificado CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres), imprescindible para que el marrajo pueda comercializarse. Porque lo que es límites a la pesca, en el Índico, el Pacífico y el sur del Atlántico, no existen.

Ni se conocen los cupos CITES —que deberían haber estado decididos y anunciados el día 1—, ni se ha establecido la operativa administrativa para expedirlos ahora que la gestión ha pasado de Comercio al Ministerio de Transición Ecológica. Y por más que han consultado a las Administraciones competentes (Pesca, Comercio y Transición Ecológica), las organizaciones no obtienen respuestas que den la seguridad jurídica que necesitan. «Se limitan a culparse mutuamente de la situación», apuntan los afectados. Esa descoordinación «podía ser comprensible el primer año de aplicación de los certificados CITES», en el 2020, pero el problema «se volvió a repetir en el 2021 y este 2022 amenaza con un panorama todavía peor», recogen en un comunicado la OP7 de Burela, la marinense Opromar, la viguesa Opnapa y guardesa Orpagu.

Bastante peor, porque «la única medida tomada hasta el momento ha sido la de prohibir retener la especie de forma global, mientras otras flotas capturan esa misma variedad ante la impotencia de los armadores y organizaciones que los representan, que ven sistemáticamente desatendidas sus peticiones urgentes», denuncian.

La factura

Esa «falta de decisiones a nivel interministerial» ya tiene una factura: un perjuicio económico que el sector cifra en más de dos millones de euros en tan solo los quince días que van del 2022. Porque no se trata solo de las capturas de este año, que también. Sergio López, gerente de la Organización de Productores de Burela, explica que hay barcos que pescaron en diciembre pasado marraxo —en el Pacífico, el Índico y otros puntos en los que no hay cuota de captura para la especie— y que, ahora, al llegar a puerto ven bloqueadas esas piezas porque no pueden expedir los certificados CITES.

Esos dos millones se corresponderían con lo que ya hay a bordo de los barcos y lo que han dejado de pescar, porque, al no poder anotarlo en el diario de pesca, lo que están haciendo muchos patrones es «descartar e tirar de novo ao mar peixe de gran valor», apunta López.

El sector exige una «solución inmediata» a un problema que «amenaza con el cierre de empresas» por una «restricción que no debería existir de haberse gestionado de forma correcta la pesca y la comercialización» de marrajo, sentencian las cuatro entidades.