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Cofradías del Cantábrico abordarán un plan de gestión de la anchoa para frenar la caída de precios

e. a. REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

CARMELA QUEIJEIRO

Todavía no se han puesto medidas sobre la mesa, pero se estudia el reparto de cuotas o una bajada de topes para regular el mercado

10 nov 2022 . Actualizado a las 19:39 h.

Con la del bonito y la del verdel (o xarda), la costera de la anchoa es una de las más señeras del Cantábrico Noroeste. Se le dice de la anchoa, pero en realidad es del bocarte, que es como se llama a la Engraulis encrasicolus cuando está viva y no aún en salazón o en vinagre —boquerón en este último caso—. Después del disgusto que dio a la flota allá por el 2005, cuando la pesquería colapsó y se decidió cerrarla por cinco años, el stock da ahora síntomas de robustez. No está en su máximo histórico de biomasa, pero lo ronda. Lo certificó el martes la secretaria general de Pesca, Alicia Villauriz, en un encuentro en Burela con representantes de cofradías del norte de España en la reunión interfederativa. Allí les trasladó «las buenas previsiones para la pesca de anchoa, en función de los informes del Consejo Internacional de Explotación del Mar (ICES) para esta población, lo que probablemente permitirá mantener el total admisible de capturas actual».

Desplome de precios

Pero toda esa fortaleza en número, flaquea en tamaño, y eso influye en el precio. Los científicos de AZTI que cada año se ocupan de la evaluación del stock ya habían constatado una caída de la talla media de la anchoa. «Frente a los 10,6 centímetros del 2004, o los 8,3 del 2010, en el 2020 la media fue de 6,1 centímetros; y el año pasado, de 5,3», explicaba el investigador Guillermo Boyra tras la revisión de la población en el 2021. 

La evolución menguante ha tenido su reflejo en los precios. Así, según las estadísticas pesqueras del País Vasco, el precio medio de la anchoa ha caído de los 2,75 euros el kilo del 2010 a los 0,94 euros del año pasado. En las lonjas gallegas, sin embargo, la situación es distinta y el precio medio no ha bajado tanto: fue de 1,92 euros en el 2010 y de 1,60 en el 2021 —el de este año supera los 2 euros—, pero se debe a que la que aparece en aguas gallegas es de talla mayor, de un tamaño por el que se pelean las conserveras.

Ante esta situación, las cofradías son conscientes de que debe abordar un plan de gestión de la anchoa. Encontrar una fórmula para sacar la rentabilidad que tendría que estar arrojando tal cantidad de bocarte en el Cantábrico. Basilio Otero, presidente de los pósitos españoles, señala que este año no se ha capturado toda la autorizada, pero ha sido más por el mal tiempo y por la caída de precios que por una gestión «boa ou mala». Así, aunque no hay «ningunha medida concreta sobre a mesa», el consenso pasa por elaborar ese plan, ya sea con reparto de cuotas, con una rebaja de topes diarios, una regulación del mercado... lo que sea, pero pactar unas reglas que eviten esas caídas bruscas que acaban por tener que congelar un producto de primera calidad.