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La flota alerta de que lo ocurrido con la quenlla podría suceder con el atún

Somos Mar REDACCIÓN / LA VOZ

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El comercio del 90 % de los tiburones que se pescan estará ahora bajo control

29 nov 2022 . Actualizado a las 21:43 h.

La pesca advierte del atajo que los ecologistas han encontrado a través de la Cites (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) para conseguir lo que no logran tan fácilmente en las organizaciones regionales de pesca (ORP): entorpecer la actividad del sector extractivo. Una vía que no les reportó resultado hace unos años con el atún rojo, pero que sí tuvo éxito con el marrajo. Esta especie acabó incluida en el apéndice II, con la lista de especies amenazadas cuyo comercio hay que controlar. Ahora han emprendido ese camino de nuevo con el tiburón azul (Prionace glauca), la tintorera o la quenlla que capturan los palangreros gallegos. Y de nuevo han tenido un final feliz.

Ayuda el seguidismo ciego de la Comisión Europea, seducida por el tono verde con el que pintan propuestas que, en realidad, apuntan desde el sector, no son más que una estrategia de blanqueo ecológico. Eso puede hacer mucho daño a la industria pesquera comunitaria. «Hasta hoy han sido el marrajo y la quenlla; mañana pueden ser los túnidos, pues ya están lanzando alertas de lo mal que está el rabil en el Índico y el patudo en el Atlántico», advirtió Javier Garat, secretario general de Cepesca, en las en las Xornadas de Pesca de Celeiro, que anteayer finalizaron en esa localidad de A Mariña. Aún más, ese «atajo fantástico que han encontrado» bien podrían tomarlo en un futuro para otros stocks que ahora están en situación delicada, «como el bacalao» o, incluso, la merluza, advirtió.

La jugada de las oenegés medioambientalistas, sirviéndose de un país como Panamá (al que la UE le ha enseñado dos veces la tarjeta amarilla) para prohibir la pesca de 54 especies de tiburones porque 19 se encuentran en mal estado biológico y los otros 35 supuestamente se le parecen (a pesar de que los expertos digan lo contrario), puede llevar al objetivo final de las oenegés: «Retirar a la pesca del mar y dejar sitio para otras actividades», alertó Garat.

Satisfacción «verde»

Ni que decir tiene que las organizaciones ecologistas mostraron su satisfacción por los avances habidos en la última cumbre de la Cites, que acabó el viernes en Ciudad de Panamá. Es el caso de WWF, que señaló que de esta manera el 90 % de las especies de tiburones que se explotan comercialmente deben llevar el certificado que se exige a las especies amenazadas, cuando hasta ahora ese porcentaje era del 20 %.

Con la flota gallega, también Japón expresó «su inmensa preocupación» por la inclusión de la quenlla en el apéndice II de Cites. La delegación nipona coincide con Galicia en que la decisión se tomó en base a una argumentación «poco razonable y poco científica», recogió Efe. «No es una especie amenazada, es una especie sostenible» y la medida adoptada por la Cites «amenaza a la seguridad alimentaria» y el sustento económico de poblaciones costeras, agregó la delegación de Japón, que planteó en el foro que se excluyeran las 35 especies de parecido razonable de entre las amenazadas. Sin éxito.