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La patronal pesquera airea un estudio que cuestiona la eficacia de las áreas protegidas para recuperar «stocks»

Somos Mar REDACCIÓN / LA VOZ

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El trabajo analiza qué ha ocurrido con los túnidos tropicales tras un lustro de prohibición de pesca en el entorno de las islas Fénix, en Kiribati

28 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La patronal de la pesca española (Cepesca) ha dado con un estudio publicado en la revista Frontiers in Marine Science que cuestiona la eficacia y utilidad de esas zonas para recuperar túnidos tropicales y otras especies. El trabajo, liderado por el investigador especialista en túnidos del Pacífico John Hampton, analiza qué ha ocurrido en el área protegida (PIPA) de las islas Fénix (Kiribati) —que conserva uno de los ecosistemas de archipiélago de coral oceánico intacto más grande del mundo— desde que se prohibió la pesca por completo, en el 2015. Ese veto «no aumentó significativamente la abundancia de atún», exponen desde Cepesca tras leer el informe, que constituye la primera evaluación cuantitativa de una área protegida con prohibición de pesca de túnidos tropicales

Los autores encontraron que la PIPA de las islas Fénix, de 408.000 kilómetros cuadrados, no solo no contribuyó a aumentar la población de atún, sino que el cierre a la pesca «conduce a que en zonas adyacentes se pesque con mayor intensidad», apunta el comunicado.

Si se va a los números, los investigadores estiman un incremento del 0 % en la abundancia de atún listado y un aumento del 0,3 % en la abundancia de patudo gracias al cierre». Magros resultados que, al parecer, también se encontraron al estimar el impacto de cerrar un tercio del Pacífico occidental a la pesca. ¿Y eso por qué? Porque los atunes son capaces de desovar en cualquier lugar en el que la temperatura supere los 25 grados y sus larvas, que flotan en las corrientes de agua superficiales, se mueven ampliamente a medida que crecen. Por tanto, «cerrar una parte del área tiende a no ofrecer mucha o ninguna protección a este tipo de especies», esgrime el estudio de Hampton.

En definitiva, que la protección tuvo más repercusiones socioeconómicas negativas que beneficios medioambientales, en el razonamiento de Cepesca. Ocurre que hasta el 2015, que se prohibió la pesca, en el PIPA se pescaban una media de 110.000 toneladas de listado, el 6 % del total de capturas del Pacífico central y occidental, «lo que supone una pérdida neta en términos de económicos para Kiribati, que dejó de vender días de pesca».

Resaltan que el análisis concluye que «está claro que algunas expectativas sobre el impacto de PIPA en la conservación del atún eran demasiado optimistas». E incluso apunta que los resultados de vedas más grandes del Pacífico «probablemente serían modestos».