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Ana María de Soto: Una sargento vestida de hombre que se alistó atraída por la vistosidad del uniforme

E. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

cedida

Durante casi seis años la cordobesa luchó en la batalla de Trafalgar y contra el almirante Nelson antes de ser descubierta

18 jun 2023 . Actualizado a las 04:47 h.

Ana María de Soto es una pionera. Fue la primera mujer infante de marina de la Armada española. Sargento primera de los batallones. Claro que para conseguirlo tuvo que mentir. Mentir sobre su edad y, lo principal, mentir sobre su sexo. Cinco años tuvo que esconder sus pechos y su anatomía femenina, engolar la voz y restarse años de un DNI que entonces —siglo XVIII— no existía pero no por coquetería, sino para justificar ser barbilampiña. Aunque las biografías más maliciosas sugieren que fue la coquetería lo que le llevó a ingresar en la Marina, deslumbrada por la belleza del uniforme. No es la tesis que más defiende Bartolomé Cánovas, coautor del libro La mujer en la mar: historias de sueños cumplidos, con Raúl Villa Caro, doctor ingeniero naval, oficial de la Armada y capitán de la marina mercante. Cánovas no desdeña esa posibilidad, pero como un extra. Se inclina más por la versión que defiende que ingresó para salvar a su hermano, Antonio de Soto, de un reclutamiento forzoso que sería la ruina total para una familia ya sin posibles y que necesitaba el trabajo de Antonio para subsistir económicamente. Y no desdeña el afán de conocer más mundo que su Córdoba natal, contó en el transcurso de ese Un café con Eva que se tomaron ambos autores en RadioVoz con Eva Millán.

Y su trayectoria profesional fue ejemplar desde el mismo momento en que llegó a San Fernando. Superó todos los entrenamientos de forma brillante. Formó parte de los granaderos, un cuerpo de élite que atacaban con granadas, que eran los primeros en caer, porque estaban más expuestos que el resto de militares, pero a cambio el uniforme era todavía mucho más vistoso que el del resto de la infantería. De nuevo la sospecha de la coquetería.

Fuera como fuese, lo cierto es que esta pionera, que llegó a sargento de infantería de marina destacó por su labor y su sacrificio, entre ellos en la defensa de Cádiz a bordo de la fragata Matilda y luchando contra el almirante Nelson y tomó parte en momentos históricos como la batalla de Trafagar y sus 4.000 muertos, más de 3.000 heridos, 15 buques de la flota hundidos y otros cinco capturados por los ingleses... Estuvo a bordo de la fragata Mercedes, que cubría la ruta comercial entre España y sus antiguos territorios de ultramar en América...

Toda una hoja de servicios digna de hacer historia que, sin embargo, quedó oculta durante siglos posiblemente por evitar el bochorno y las represalias de no haber percibido que uno de los más valientes era una mujer. Una mujer que, a no ser que trascienda otro caso similar, de hacerse pasar hombre, fue la primera infante de Marina y la única, subrayó Cánovas.

El engaño de De Soto duró más de cinco años. Iba a cumplirse el sexto con el que expiraba su compromiso cuando se descubrió su verdadero sexo. Unos dicen que se descubrió en un reconocimiento médico rutinario. Para Cánovas es más plausible que la sargento cayese enferma y al ser atendida por el facultativo quedaron al descubierto sus pechos vendados y la verdadera razón de que no tuviese ni un pelo en la cara.