Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día
Patrocinado porPatrocinado por

Antonio Maragoto, marinero jubilado: «O contramestre dun barco é como a nai dunha familia»

PESCA Y MARISQUEO

Antonio Maragoto, en la plaza del Monumento ao Náufrago, en Celeiro
Antonio Maragoto, en la plaza del Monumento ao Náufrago, en Celeiro XAIME RAMALLAL

El celeirense cuenta una vida de esfuerzo: «No mar o que gañas quítasllo ao corpo»

18 sep 2021 . Actualizado a las 04:55 h.

En el primer contacto con Antonio Maragoto Reimunde, o Toñito, queda clara su pasión por el mar. En la fotografía que ilustra la cuenta de Whatsapp de este marinero jubilado -nacido en O Barqueiro aunque afincado en Celeiro, en el municipio de Viveiro- se le ve en su lancha de recreo, durante una noche de pesca de calamares.

«O mar é a miña vida». Maragoto se muestra así de rotundo y no exagera. Comenzó a trabajar en la pesca -en las lanchas de su localidad natal- a los 14 años, «nada máis me deron a libreta para poder embarcar», y se retiró a los 55. Fue marinero de bajura y altura y no conoció otro trabajo fuera del sector pesquero, si se exceptuan tres cursos alimentando la máquina de un barco de vapor de la marina mercante.

Fueron décadas de trabajo duro, recuerda Toñito. «Descansabamos moi pouco, apenas durmiamos e ás veces, cando andaba en altura, xa me tiñan a muda feita ao chegar ao porto porque ao día seguinte volviamos embarcar», cuenta. Resume en una frase el sino del trabajador del mar: «gañábanse cartos pero sacábanselle ao corpo».

A fuerza de trabajar mucho sacó adelante a una familia con dos hijos y dos hijas. Los primeros siguen vinculados al mar que tanto quiere su padre: uno opera como jefe de máquinas en un buque que faena en Gran Sol, otro trabaja en un remolcador de salvamento marítimo.

Aunque fuese tantas veces a contrarreloj, sus trabajos lo llevaron a conocer varios continentes. «A miña vida daba para un libro», sonríe. Y enumera: «Andiven ao arrastre nun conxelador da Coruña co que fun a Mauritania ao polbo e a Groenlandia ao camarón. Coa mercante cheguei a Takoradi, onde cargabamos de mineral», explica. De todo lo que vieron sus ojos lo que más le impresionó fue la pobreza en Ghana. «A xente de África vivía en chozas, aquelo era como un bosque, non se lle podía chamar cidade», relata.

Maragoto es vivaz y cordial en la conversación. No debe ser una mera impresión, porque con apenas unos pocos años de experiencia en el mar fue nombrado contramaestre, un cargo que mantendría durante toda su trayectoria en el sector pesquero. ¿Cómo llevaba ser el encargado de una tripulación en alta mar?

«O contramestre é como o xefe de persoal», responde entre risas, pero en seguida, más serio, ajusta una definición mejor. «É como a nai dunha familia. Hai que saber levar á xente porque o traballo do mar é moi duro, desgasta. Os patróns tiñan relevo, pero os mariñeiros igual largaban cento e pico aparellos. Durmes no barco, hai golpes de mar...», expone. Por eso considera que «a mellor cualidade posible é a paciencia».

Las relaciones que establecen los tripulantes pueden ser meramente profesionales o de una amistad que durará toda la vida. «Hai discusións, pero a tripulación é unha familia, aínda que en todos os rabaños hai tamén algunha ovella que destaca», ironiza.

Maragoto se despide sobre las dos de la tarde, hora de comer. Le espera un salpicón de bonito que preparó él mismo. «Está mal que o diga eu pero gústame moito cociñar e dáseme bastante ben», señala. Al día siguiente toca arroz con calamares y en la agenda semanal también está previsto cocer un pulpo. Sea frito, rebozado, al horno, en salsa o en caldeirada, «o peixe é o meu forte», ríe.