La flota gallega en Malvinas se refugia en otras especies al cerrarle el calamar
PESCA Y MARISQUEO
Dieciséis barcos pescan allí merluza y pota, y salen a aguas internacionales
24 ago 2024 . Actualizado a las 04:45 h.La decisión de la administración británica de las islas Malvinas de cerrar la segunda campaña anual de la pesquería del calamar patagónico o loligo, debido al bajo nivel de biomasa observado en este recurso, supuso un serio revés para los 16 buques participados por capital gallego que ya se habían desplazado a la zona para faenar. Pero no va a suponer, ni mucho menos, el cierre de todas las puertas. Toda esta flota seguirá desarrollando su actividad dirigiéndose a otras especies objetivo, principalmente merluza y pota, así como al calamar que puedan extraer en los caladeros de aguas internacionales, para intentar reponerse de unas pérdidas de facturación estimadas en unos 100 millones de euros.
En la pesquería del calamar patagónico de las Malvinas tienen licencia 16 buques de sociedades mixtas participadas por empresas armadores de Vigo y Marín, como Pereira, Pescapuerta, Lafonia o Marfrío, que acostumbran a realizar dos campañas anuales, de unos 60 días cada una, y desembarcan sus capturas en Vigo para ser almacenadas o procesadas en plantas de las rías de Vigo y Pontevedra antes de su distribución a los mercados internacionales.
Pese a que la primera campaña de este 2024 «resultó muy positiva», según apuntan desde la Cooperativa de Armadores de Vigo (Arvi), tras la exploración científica realizada en julio por el buque Robin M. Lee —que la tuvo que interrumpir para auxiliar en el naufragio del Argos Georgia—, se observó que la estimación media de biomasa estaba ahora «muy por debajo del umbral de seguridad de 10.000 toneladas», el nivel más bajo desde el 2008, según informó en una nota el Departamento de Pesca de las Malvinas (FIFD, por sus siglas en inglés).
Fue por esta razón, y tras acordarlo con las empresas armadoras, por lo que se decidió cerrar de forma cautelar la segunda campaña de la pesquería del calamar y esperar al 2025 para realizar una nueva exploración con el fin de comprobar el estado del recurso. Pero la flota de capital gallego ya estaba en Malvinas desde el 16 de julio, tras pertrecharse y desplazarse 10.000 kilómetros, y se resistía a volver de vacío, pues casi todos ellos tienen licencia para otras pesquerías.
«No están parados»
«El impacto del cierre de la campaña del calamar es grande, lógicamente, pero los barcos ya están allá y no están parados», señala Javier Touza, presidente de Arvi y de la patronal Acemix, que agrupa a las empresas comunitarias en sociedades mixtas, como las que operan en aguas administradas por las Malvinas. La armadora de cada buque ha tenido que trazar un plan alternativo en función del tipo de licencia de que disponen, y ya están pescando merluza y otras especies, entre las que sobresale la pota.
La actividad la están desarrollando tanto en aguas administradas por las Malvinas, como fuera de zona económica exclusiva, en aguas internacionales, donde la gama de especies objetivo es algo más amplia, y en este caso también incluye el calamar patagónico.
La flota de capital gallego que opera en las Malvinas produce un promedio de 35.000 toneladas de calamar loligo en cada campaña, que alcanzan un valor superior a los 100 millones de euros. La segunda marea del 2023, que se tuvo que cerrar de forma anticipada, fue la excepción: la producción cayó a las 15.000 toneladas, con una facturación de 50 millones de euros.
«Vamos de la mano con los científicos para no hipotecar nuestro futuro», dice Javier Touza
Las armadoras gallegas que van al calamar en las aguas administradas por las autoridades británicas de las islas Malvinas consideran que esta pesquería es una de las mejor gestionadas a nivel mundial por dos razones: las compañías tienen asignados derechos pesqueros a largo plazo, hasta 25 años, y son corresponsables en la gestión del recurso, hasta el punto que todos los buques embarcan a científicos en cada campaña para que hagan los correspondientes informes sobre el estado del stock.
«Vamos de la mano con los científicos y con el Gobierno malvino para no hipotecar nuestro futuro», sostiene Javier Touza, presidente de la Cooperativa de Armadores de Vigo, que agrupa a la flota del calamar patagónico, que entiende también que la perspectiva de la gestión a largo plazo de este caladero es «esencial» para los intereses del sector.
Merma de beneficios
Con todo, Touza no pasa por alto el impacto que va a tener en la flota, y en las instalaciones de frío y procesado en tierra, el cierre de la campaña del calamar. La primera repercusión va a ser el recorte de beneficios, pues en cada marea se facturaban en torno a 100 millones de euros. Otro impacto indirecto va a ser la merma de actividad para las plantas de frío y procesado en Galicia. Y, por último, también tendrá repercusiones en la comercialización, pues la caída de producción provocará que el stock de calamar almacenado en cámaras suba de precio y repercuta en los consumidores.