LA PAJA DE ARGUIÑANO

La Voz

TELEVISIÓN

MIGUEL ANXO FERNÁNDEZ INTERFERENCIAS

03 dic 2001 . Actualizado a las 06:00 h.

Conviene advertir que el contenido de esta columna lleva un R de restricted como en los carteles de las películas en Norteamérica, advirtiendo a los menores. Fuentes se llevó a su programa del domingo a Karlos Arguiñano, con fama de simpático y gente sin complejos, como el anuncio del whisky... Pero no fueron de fogones, ni de platos ni de ingredientes. Y ahí estuvo la novedad. Charlaron de sexo. Bueno, de una peculiaridad del sexo. De onanismo, por ejemplo. Lo de onanismo es mío porque Karlos habló de pajas, y lo que contó tenía su gracia. El mérito de Fuentes fue el de haber invitado al cocinero más popular de la tele para no hablar de lo suyo. Mal comentarista sería un servidor si jugara a cursi o a estrecho y omitiera referirse a unas imágenes que repescarán una y cien veces en otros espacios. Escuchaba el niño Arguiñano comentar de pajas a los adultos, pero nadie le decía qué eran. Así que se colocaba debajo de un manzano, introducía con cuidado una paja en el orificio del prepucio y mueve que te moverás, comprobaba desolado que nada ocurría. Hasta que un día, desfallecido, se cayó a un lado y, al presionarse una pierna contra la otra, finalmente logró algo que le pareció maravilloso. La cosa no quedó ahí. Informó al resto de la clase sobre el milagro y les enseñó el pecaminoso hábito. Lo cuenta otro tío y es un guarro. Lo contó Karlos y el personal se retorcía de risa.