Los aficionados despiden con pitada a un Dépor que regaló la eliminatoria
13 ene 2016 . Actualizado a las 17:50 h.Dieciséis años después de que el Osasuna de Lotina, entonces noveno clasificado de Segunda, derrotara al Deportivo en Riazor y lo eliminara en los octavos de final de la Copa del Rey, el club coruñés revivió la pesadilla. El conjunto de Víctor Sánchez del Amo, que había participado como jugador en aquella ronda copera, sumó su quinto partido sin ganar y desaprovechó la oportunidad de seguir soñando con hacer algo importante en esta competición.
Frente a un rival de inferior categoría, el Dépor se metió ayer en Riazor el primer batacazo de la temporada cuando menos se esperaba. Víctor, que había avisado el día anterior de la dificultad del rival y de la peligrosidad de jugar en un campo con ambiente desangelado, no acertó a transmitir a sus jugadores la motivación necesaria.
Unos futbolistas que, en algunos casos, perdieron una gran oportunidad de reivindicarse, como un Juan Domínguez que parece empeñado en hacer olvidar al que en su día fue premiado como mejor centrocampista de Segunda División. Esta temporada no está demostrando todo lo que se esperaba de un jugador en el que el club depositó su confianza al ampliarle el contrato la campaña pasada. No fue el canterano el único al que el partido de ayer pasa factura: también a Oriol Riera, un gol este año; Fede Cartabia, con más fuegos de artificio por el momento que efectividad; Jonás Gutiérrez, muy lejos del galgo que llegó a meterse en el bolsillo a la hinchada del Newcastle; o incluso a Manu, al que todo apunta que más pronto que tarde Pletikosa le arrebatará el segundo puesto en la parrilla de salida.
Cinco partidos sin ganar
Pero el partido también erosiona a un entrenador que, por segunda vez en la temporada, encadena cinco partidos sin ganar, suma ocho goles en contra en apenas cuatro días tras enlazar dos derrotas ligueras. Pese a todo, mantiene al equipo en la Liga con 27 puntos al final de la primera vuelta, en una situación cómoda.
Muchos tocados en una competición en la que el sorteo había regalado dos peritas a los coruñeses que no supieron aprovechar por falta de todo.
Y, como siempre, quien más sufrió el ridículo en primera persona fue una afición dolida por la imagen y que hizo oír bastantes murmullos durante la primera parte, silbó al equipo en la retirada a vestuarios en el descanso y abandonó el estadio antes de tiempo tras el tercer gol. Los que quedaron no pudieron reprimir su enfado y despidieron al equipo con bronca.