Nada sorprendió de inicio en el encuentro entre el Deportivo y el Fuenlabrada. Ni el dibujo elegido por Cano para recibir a los madrileños ni la pitada que le dedicó la afición al técnico. Encontrar al hincha en contra estaba justificado por lo sucedido en Salamanca; aunque en esta ocasión, el entrenador sí movió el banquillo con criterio. En el once, la gran sorpresa estuvo en la presencia de Raúl Carnero. El coruñés no mejoró en exceso a Lebedenko, pero al menos garantiza contar con otro futbolista enchufado para entrar en la rotación.
En cuanto al partido en sí, lo más destacable estuvo en que, esta vez, el conjunto blanquiazul no perdió la cara en ningún momento, pese a que el rival golpeó dos veces. Mantuvo el empuje en la primera parte y logró el empate antes de alcanzar el descanso. En la segunda, apenas pasaron cosas, hasta que apareció Lucas. Y especialmente, cuando encontró la compañía de un referente en punta que le ayudó a ampliar su radio de acción. Es cierto que volvió a marcar, pero también que su incidencia en el juego fue mayor lejos del área. Participó decisivamente en los otros tres tantos.
Tal y cómo discurría el partido, sobraba un centrocampista. Cano eligió a Isi Gómez, por la tarjeta, pero también podría haber prescindido de Rubén Díez. Faltaba un referente arriba y Arturo no cuenta, así que la solución era sencilla.
Por dentro, apareció mucho Mario Soriano, que encadena jornadas asomándose más a los pasillos interiores. Ahí se asocia y puede sacar rendimiento a su buen disparo, facilitando las cosas al equipo. Además, Alberto Quiles dejó un par de pruebas de que sigue conservando el gol; sin embargo, para disfrutar de él, el Deportivo necesita llegar con mayor frecuencia al área rival. Si pasa mucho tiempo defendiendo, el andaluz se va a sacrificar, pero ese no es su fuerte.
Del oponente, destacó Iban Salvador; un futbolista muy interesante. Su gol es perfecto, porque Ian Mackay está situado donde debía, y por sí solo desquició a todo el mundo. Nada más rescatable en un Fuenlabrada sin demasiados argumentos para llevarse puntos de Riazor.
El encuentro sirvió también para volver a disfrutar unos segundos de Yeremay. En un par de controles dio motivos para más tiempo sobre el césped. Ahora, las luces enfocan A Malata. Ese tiene que ser el punto de inflexión definitivo en la recta final del campeonato.