Lucas Pérez, los goles y el miedo

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

El de Monelos reduce al Fuenlabrada, asiste en los dos tantos de Quiles, ejerce de enlace en el de Soriano y cierra el recital con el zapatazo que puso el cuarto

09 abr 2023 . Actualizado a las 12:54 h.

Hay ocho goles en la cuenta de Lucas Pérez. Desde aquel primero a Unionistas, recibiendo de Mario Soriano para regatear a Salva y marcar a puerta vacía, hasta el que cerró el último fascículo de la venganza al Fuenla —le están saliendo caras las bromas a Praena—. Todos tangibles, traducibles en números y en narraciones a viva voz o por escrito. Más difícil resulta cuantificar el miedo.

No porque sea complicado de distinguir —«No creo que haya otro futbolista de la categoría que genere tanto pánico en el rival», había advertido Óscar Cano al glosar las virtudes del dueño del 7—; la cuestión estriba en saber cuántos puntos corresponden al temor del oponente. Un visitante que batió a Ian Mackay por dos veces, lo que en Riazor solo había hecho este curso el Talavera (también lo pagó con una derrota), y en ambas ocasiones se encontró con el anfitrión en pie, abrazado al fútbol de barrio.

Desde Monelos llegaron a tocarle la cara a Ibán Salvador, cuando el punta visitante ya había elevado la temperatura del partido. Como si hiciera falta en una cita tan picante. De la pelea de gallos salió una amarilla (cuatro arrancaría el incómodo atacante fuenlabreño) y una declaración de intenciones. Lucas estaba en su salsa y ofreció varias pruebas. En el minuto 23, se entendió con Soriano, que le dio el balón en ventaja para disparar escorado. La escasez de espacio no lastró el disparo, exigiendo una fenomenal respuesta de Craninx.

Delantero y portero se reencontraron a la media hora, y de nuevo venció el meta, enviando a córner en dos tiempos. Para vencer la resistencia, Lucas tiró de su socio predilecto, al que ha regalado ya cuatro penaltis desde que volvió. En esta ocasión le entregó un par de tantos en bandeja. Los dos calcados, prueba de sentido táctico para acudir a zonas despejadas y puntería para el centro. La pelota llegó en perfecto estado a la cabeza de Alberto Quiles, servida desde la izquierda. El 9 la vio superar por centímetros a Barbosa para encontrarse con ella justo a la espalda del marcador y colocarla en la red sin ningún estorbo.

Entre las dos dianas del andaluz se coló otra de autor madrileño. Mario Soriano colocó el 10 en la terna de dorsales productivos y de nuevo fue Lucas Pérez el penúltimo en tocar el cuero. Nada extraordinario en esta ocasión: el coruñés se limitó a dar continuidad al primer toque a la acción iniciada por Isi Gómez. Al ejecutor le restó aún el control y el zapatazo desde la frontal, pero el enlace entendió cuál era la velocidad que la ocasión requería.

A la exhibición le faltaba el broche que evitara dejar la victoria en manos de Mackay. Un lanzamiento de falta a varios metros de la frontal, por ejemplo. Distancia óptima para sacar otra vez la zurda a paseo y embocar la bola junto al palo, traduciendo en números el peso del miedo.