Tras superar dos ultimátums ante el Barcelona Atlètic y el Arenteiro instauró un ambiente clave en el que ningún jugador se desconectó
12 may 2024 . Actualizado a las 23:14 h.Con dudas, incertidumbres y, además, cuestionado. Antes de comenzar. Así llegó Joseba Imanol Idiakez Barkaiztegi (San Sebastián, 1972) al Deportivo. Un mal escenario que podría haber hundido a muchos. Pero no a Imanol. Sobre el papel, no convencía a la afición. Y, sobre el césped, al equipo le costó mucho esfuerzo arrancar. Tanto que el ascenso, que ahora ya es una realidad, parecía un espejismo inalcanzable en el horizonte.
Idiakez comenzó su andadura en los banquillos en la cantera de la Real Sociedad. Llegaba a A Coruña con 243 partidos de experiencia en la antigua Segunda B, después de pasar por equipos como el Poli Ejido, el Guijuelo o el Real Unión. Pero también aterrizaba en Galicia con experiencia en Segunda tras su estancia en el Zaragoza —44 partidos— y el Leganés, club del que fue destituido en abril del pasado año.
Las expectativas en Riazor no eran las mejores pero, con trabajo y confianza de la dirección deportiva, que le dejó trabajar, convenció a una grada que cambió los pitos por los aplausos. Superó los dos ultimátums con trascendentales victorias ante el Barcelona Atlètic y el Arenteiro. Idiakez dio así un puñetazo en la mesa. «Me fui a ese partido y dejé dos maletas en casa: una para Navidad, otra con todo», reconoció. Era consciente de que su futuro estaba en la cuerda floja. Y, a pesar de eso, siempre defendió a su plantilla. «A nivel personal, me he quedado lejos de lo que me habría gustado en la primera vuelta», sentenció a principios de año.
Cortó la desconfianza en un enero en el que no hubo prácticamente cuesta alguna. Salvo una derrota contra la Cultural, la última del equipo hasta ahora. A partir de ese momento, Idiakez optó por un cambio de sistema que le ha llevado hasta Segunda: asentó un once de gala, metió el punta que le había faltado después de la lesión de Barbero, colocó a Lucas más retrasado —consiguiendo sacar el mejor rendimiento de la temporada del de Monelos—, y apostó por un doble pivote de garantías formado por José Ángel y Diego Villares. Ese fue el principio del renacer del Dépor.
Con constancia y tras acertar de pleno con un once que cualquier deportivista recita de carrerilla, las sensaciones se alinearon con los resultados. Dos aspectos claves que no habían encajado.
Buen gestor de grupo y cantera
A pesar de tener un grupo muy definido de titulares, el preparador vasco ha demostrado sus buenas dotes de gestor de grupo consiguiendo que no se desconectasen otros jugadores con menos protagonismo. A diferencia de otras temporadas, este Deportivo se convirtió en una piña. Una en la que nadie pierde importancia. Una en la que se aprecia el buen rollo, compañerismo y el cariño de todos, partido tras partido. Gestos como esos —abrazos, bailes, felicitaciones...— los ha cuidado mucho el entrenador. Quizá, en el fondo, estaba convencido de que semejante complicidad sería una de las claves de este ascenso tan esperado.
Las palabras no valen de nada si no se acompañan de hechos. Y a Idiakez no le tembló el pulso a la hora de apostar por jugadores jóvenes para obrar la remontada del equipo. Yeremay y Mella fueron creciendo hasta convertirse en ídolos ovacionados en cada encuentro. Hizo que el primero ganase más presencia por dentro, y convenció al segundo para jugar por la derecha, sacando su talento. De su mano, Rubén López se convirtió en fijo en la convocatoria, y también hizo debutar con el primer equipo a Kevin y a Ochoa.
Encandilado por el club
Quien avisa no es traidor. E Idiakez lo hizo varias veces. «Vamos a hacer lo que esté en nuestra mano y lo que no (para ascender). Tenemos que desvivirnos, matarnos, para que el Dépor suba», dijo en septiembre en una entrevista en La Voz. «Aún no hemos hecho nada», advirtió múltiples veces durante el auge del equipo. Pero ahora llegó el momento de celebrar la vuelta al fútbol profesional de un club que le ha conquistado. Tanto, que incluso llegó a comparar los encuentros del equipo con actuaciones de grandes artistas: «Concierto estrella solo hay uno. Donde juega el Dépor está Bruce Springsteen, lo demás no me interesa». Este domingo solo importaba lo que sucedía en Riazor. «Yo me voy a tomar una cerveza», dijo en enero. Este domingo le tocó otra. El Dépor está de vuelta.