Desarbola al Castellón al dictado de la letra de una canción que se tatuó en el brazo; la que cantaba con su madre, Chus, de quien heredó la velocidad
20 dic 2024 . Actualizado a las 00:34 h.Gonzalo Mella sostiene que la rápida de la pareja siempre fue su mujer. Chus, que durante años exprimió el cambio de ritmo para alcanzar antes el aro contrario, aportó a su hijo algo más que velocidad. El extenso legado incluye una canción de letra premonitoria cuyo título aparece tatuado en el brazo del chaval: Dónde estás corazón. «Sin darme cuenta, se echó a volar», arranca la estrofa en la que encaja todo el partido ante el Castellón. Dos despistes blaquinegros y la ventaja cambió de bando en un suspiro. El que tardó David en llegar al gol.
Es difícil encontrar equipo más entretenido que el orellut, reacio a abrigarse incluso cuando va por delante en el marcador. Consiguió golpear primero, haciendo buena su presión constante en cada rincón del campo y eligió seguir fiando el encuentro a los duelos individuales, desdeñando el riesgo de emparejar cualquier par de piernas con un ciclón. No escarmentaron Vertrouwd y Chirino, que habían tenido aquel duelo de campeones para tomar nota de las virtudes de su rival. Quizá les despistó el 17 de quien hace seis meses les hizo un roto portando el 3.
El número no cuadraba con un futbolista construido para buscar al galope el área ajena. Da igual que la acción arranque a balón parado, como sucedió en el empate. Escudero descifró el desmarque y su socio alteró la dirección de la carrera: horizontal para despegarse de Salva Ruiz, vertical para encarar a Crettaz.
El meta argentino, culpable de que la goleada se detuviera en cinco, encogió ante el inapelable zurdazo del extremo de Teo, con quien volvería a citarse minutos después. Jugó en largo Diego Villares y descargó la bola Barbero, percibiendo una bala pegada a la línea de cal.
En el tiempo que tardó el portero en perder pie y reincorporarse, Mella cubrió la distancia entre la medular y la red. Otro doblete, parecido a ese del Carlos Belmonte en la primera gran exhibición este curso del conjunto blanquiazul. A partir de ahí, el hombre del partido se dedicó a asistir.
Le devolvió el regalo al ariete para que este culminara a puerta vacía otra contra espectacular, y enseguida tiró una pared con su querido Yeremay para que el canario forzara el penalti que puso el broche a la función. Generoso el muchacho, además de veloz. Valores de casa; aprendidos de Chus. Como aquella vieja canción.