Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

Zakaria Eddahchouri, la hora feliz del neerlandés errante

TORRE DE MARATHÓN

César Quian

El nuevo punta del Deportivo se estrena en Riazor con una exhibición de anarquía y cancherismo que le llevó incluso hasta la grada, más allá del gol

10 feb 2025 . Actualizado a las 10:35 h.

Los mapas de calor son una herramienta traicionera. Si Zakaria Eddahchouri enmarca el del partido contra el Almería, como recordatorio del feliz estreno en Riazor, perderá el registro de su viaje más importante. Más allá de la línea de cal, hasta alcanzar la grada. Destino acogedor de su carrera más veloz.

Al neerlandés le favoreció incluso el sorteo: el rival eligió defender primero la portería de Marathon, así que el debut anotador del nuevo punta fue seguido de cerca por el sector más bullicioso de la hinchada. A esa bancada dirigió sus aspavientos a los pocos minutos de arrancar el choque, exigiendo ánimos tras un disparo de Yeremay que se perdió lejos del palo. Ariete canchero.

Y rematador. Rubi lo emparejó con Edgar; 3 contra 3, por cortesía de la falta de dorsales libres cuando Zaka (por abreviar) se incorporó al plantel. Los duelos por alto se los llevó casi siempre el central. A ras de césped, estuvo más fino el delantero blanquiazul, aprovechándose incluso de su marcador para anotar.

Recibió de José Ángel en la frontera del fuera de juego, se revolvió entre tres zagueros, recorriendo la medialuna que corona la frontal, y soltó un derechazo que tomaba camino equivocado hasta que el talón de la bota de Edgar corrigió su trayectoria hacia la red. En cuanto vio entrar la bola, no esperó el abrazo de sus compañeros; tiró un rápido desmarque en profundidad, salvando la valla publicitaria, para fundirse en un multitudinario abrazo con la afición.

De allí acudieron a rescatarlo entre varios, evitando que la faena concluyera en amarilla. El colegiado rebajó el castigo a una reprimenda, salvando al ariete de la desgracia a la hora de encuentro, cuando soltó un guantazo a Robertone en su intento de proteger el balón. La amonestación que sí mereció el braceo precipitó el cambio y la ovación.

Premio al trabajo y al gol. O a los goles, porque participó en los tres. En el segundo, limpió la zona por la que Yeremay se coló hasta la cocina tras recibir de Obrador. En el tercero, presionó la salida de balón almeriense, originando el mal envío del que nació la transición resuelta por Mella de manera espectacular.

Fue una presión tímida y desincronizada, aunque eficaz. Reflejo de la anarquía que promete el recién llegado, cuyos movimientos todavía sorprenden tanto a sus socios como al rival. Sus caídas al costado pillaron al resto a contrapié, y cuando finalmente, y a fuerza de gesticular, le entregaron la bola, él la envió de vuelta hacia la primera línea, devolviendo el despliegue a su fase inicial. Cierto que ocurrió apenas un par de veces, pero ahí quedan, en el mapa de calor. No como aquel viaje hacia el más allá. A la felicidad, después del gol.