La escritora viguesa siente pasión por Luis Eduardo Aute como músico y artista, y colecciona sus trabajos con la valiosa colaboración de los amigos
18 ene 2010 . Actualizado a las 12:41 h.Pese a ser licenciada en Criminología por la Universidad Complutense y trabajar en un despacho de detectives privados, An Alfaya prefiere minimizar esa parte de su currículum en favor de la faceta de su vida que verdaderamente le apasiona: la literatura. Sin embargo, curiosamente, no siente ningún interés por la novela negra, quizás porque sabe que la realidad de la investigación criminal poco tiene que ver con el atractivo revestimiento de la ficción narrativa. «Mi parte literaria es una forma de evasión de mi realidad, de mi entorno laboral habitual, por eso procuro buscar temáticas que tienen muy poco que ver con lo que se supone que es ese campo», aclara.
«Me gustaría pensar que mi profesión real es la de escritora, porque es así lo que me siento, aunque no viva de ello, y si hubiera que declarar la profesión en el DNI como en el pasado, eso es lo que pondría», asegura.
La escritora debutó hace quince años con un libro para niños y desde entonces se ha construido una trayectoria constante en la que además de fabular para el público infantil y juvenil (y llevarse en Premio Merlín 1997 por Sireno, Sireno , también ha publicado varias novelas para adultos. La autora viguesa considera anecdótico el hecho de que buena parte de su bibliografía esté integrada por obras englobadas bajo la etiqueta «para jóvenes lectores». Ella empezó escribiendo para adultos y un día se metió por casualidad en esta parcela. Tuvo éxito con la historia de O maquinista Antón , se le ocurrió otra y entró en una dinámica de la que reconoce, es difícil salir: «Los editores te encasillan y te condiciona, y aunque no renuncio en absoluto de nada, no me gustan las etiquetas», explica. Su último libro, de hecho, es una novela para adultos. Areaquente (Premio Manuel Lueiro Rey 2008). Es una historia de ambiente onírico en la que un periodista gráfico, harto de la vida urbana y tras romper con su pareja, aparece en un lugar desértico e inhóspito. Pasado teatral An Alfaya también ha estado vinculada durante mucho tiempo al mundo del teatro. Durante prácticamente diez años estuvo ligada a una formación que sigue viva: Teatro Avento, como cofundadora junto a su marido, Armando G. Freiría. «No podía compatibilizarlo con la vida personal, la laboral y literaria. Llegó un momento en que tuve que elegir y opté por dejar el teatro, porque exige mucha dedicación. Renuncié a él pero no me siento frustrada por ello. Me lo pasé muy bien y tuve la oportunidad de tocar diversos palos, desde la interpretación a la adaptación y la escritura de textos y la dirección de espectáculos. Pero fue algo anecdótico, mientras que la literatura está en mí desde siempre. Ahora, todo mi tiempo libre al margen de las obligaciones familiares lo dedico a escribir», explica.
Pero hay algo que ha estado presente en su vida desde hace muchos años, que es su devoción por Luis Eduardo Aute como músico y como artista.
«No soy estrictamente coleccionista de todo lo que ha hecho ni tengo obsesión por conseguirlo todo, ni voy a todos sus conciertos, la locura no me llega a tanto, pero soy fan de él desde la adolescencia y las personas que me conocen bien saben que tengo pasión por su música, así que cada vez que sale algo nuevo, casi no me da tiempo ni a comprármelo. Tengo la suerte de que casi siempre llega alguien y me lo regala, ¡con lo caros que son los álbumes que edita», admite.
La autora tiene en casa un pequeño «santuario» en un mueble que dedica al cantautor madrileño, con discos, libros, fotografías y algunos objetos curiosos, como unas chapas con dibujo y firma del músico, fabricadas y diseñadas por del escritor Antonio García Teijeiro, que comparte con ella su interés por el creador madrileño, con el que ha trabado cierta amistad, y que en varias ocasiones ha pedido al artista dedicatorias para su amiga en diversos actos públicos. Además, An Alfaya añade que Luis Eduardo Aute también le interesa mucho como artista: «Me parece un creador muy completo en su faceta musical, poética, y su pintura, sus dibujos y trabajos audiovisuales», opina.
Aute para las tareas de casa
Cuenta An Alfaya que aunque ha tenido varias oportunidades para charlar con el compositor, prefiere no hacerlo, y recuerda, un poco avergonzada, que solamente fue débil una vez. Una semana después de dar a luz a su hijo, que salió cuando debía sin jorobarle a su madre la ilusión, sintió un impulso adolescente y se atrevió a abordarlo en una presentación que se celebró en el Centro Cultural Caixanova, pese a la negativa de la bedela a acercarse a él. «Me sentí ridícula -reconoce-, pero aquella vez no pude evitar abordarlo». Aparte de esa ocasión, la autora ratifica, jura y perjura que no le interesa él sino sus canciones: «Las pongo para hacer las cosas de casa y me libera muchísimo. Prácticamente lo escucho solamente a él porque su música es la única que me centra. Cuando estoy mal recurro a Aute. Cuando estoy bien, recurro a Aute. Lo pongo continuamente para estabilizarme, como una forma de reconciliarme conmigo misma. No me falla nunca», testifica.