Enrique Iglesias fue el encargado de estrenar el campo de fútbol del Pabellón Municipal de As Travesas como escenario de los conciertos de las Festas do Cristo y la entrada costaba el equivalente a 12 euros
01 ago 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Hace 26 veranos no había ni móviles ni redes sociales ni memes. Julio Iglesias estaba aún muy lejos de dar pie a innumerables chistosos montajes en el mes de su nombre. Por aquel entonces, en Vigo se hablaba más de su hijo, que por primera y única vez pisaba la ciudad para dar un concierto en plena ascensión de una carrera que todavía subiría mucho más. Enrique Iglesias fue una de las estrellas de aquel verano en el que compartió cartel con Ricky Martín y con Rosana.
«El encargado de estrenar este espacio que tiene un aforo para más de 15.000 personas y hasta ahora nunca ha sido utilizado para tal fin, será el hijo pequeño de Julio Iglesias, Enrique», contaba La Voz cuando aún no habían nacido su hermanastro Miguel, el primero de cinco más que su padre tuvo con Miranda Rijnsburger.
El tercer hijo del famoso cantante con Isabel Presley se subía a un escenario que hasta entonces no se había usado nunca para albergar los espectáculos musicales de las que entonces se llamaban Festas de Cristo, no Festas de Vigo, que es la denominación que tienen actualmente. El campo de fútbol del Pabellón Municipal de As Travesas (que el año pasado se desempolvó de nuevo para acoger la actuación de Bryan Adams) sustituyó aquel verano para las actuaciones de mayor tirón al tradicional escenario de los veranos vigueses, que era —y vuelve a ser—, el del parque de Castrelos. El clásico recinto vigués también se usó en 1997, por ejemplo, para un concierto de cuatro horas de folk con Berrogüeto, Crema de Gaita, Varttina, Muxicas y Noitarega.
El espectáculo del joven que entonces tenía solo 22 años, fue un jueves, 24 de julio. «Dos días más tarde, el 26, será Ricky Martin el que provoque vahídos entre las jóvenes fans, y el día 31, la cantautora canaria Rosana», recordaba La Voz.
El programa lúdico del Concello de Vigo para el verano de 1997 tuvo un presupuesto de 94 millones de pesetas (algo más de medio millón de euros). El gobierno municipal estaba en manos del Partido Popular con Manuel Pérez como alcalde y Maite Fernández como concejala de Cultura, Educación e Patrimonio. «La programación tiene la categoría suficiente para contentar a todo tipo de público sin endeudar al Concello, y se ha tratado de defender lo que es nuestro, contemplando además el hecho de que en el verano hay mucha gente de fuera», razonaba la edila responsable subrayando que casi todas las actuaciones eran de carácter gratuito «exceptuando las que se celebran en el IMD», aclaraba sobre unas entradas que se despacharon a 2.500 pesetas (12 euros) las de Iglesias y Martin y a 2.000 pesetas (10 euros) la de Rosana. También explicaba la concejala responsable de esta área municipal que al dinero que salía de las arcas públicas había que sumar las contribuciones de entidades colaboradoras. «Construcciones y Contratas aporta veinte millones y medio; Seragua, tres millones, Caixavigo, uno; Vitrasa, 600.000 pesetas; el Plan Urban, cinco millones y la Concellalía de Xuventude, dos millones. Los gastos de publicidad se llevan algo más de siete millones de pesetas divididos en 30.000 programas de mano; 1.500 carteles y 150 mupis», se especificaba dando cuenta de la factura.
Enrique Iglesias estaba despuntando muy rápido en el mundo de la música con solo dos discos publicados: un Grammy y varios Top One y discos de platino con canciones como Experiencia religiosa, Trapecista, Por amarte. No llores por mí. Enamorado por primera vez o Si tú te vas.
Pero aún era un chico asequible que se dejaba querer. En su cita con Vigo vendió 6.200 entradas y dejó un reguero de desmayos que comenzaron desde que por la mañana acudía a citas radiofónicas de las que tuvo salir en un coche que no dejaban avanzar sus fans por el centro de Vigo, hasta la noche, en la que 30 jóvenes fueron atendidas por la Cruz Roja por lipotimias durante el concierto. «Una de sus seguidoras logró saltar para acercarse a su ídolo, pero enseguida fue retirada del lugar por los encargados de seguridad. El benjamín de los Iglesias demostró estar en forma subiéndose a la grúa que le pasea por encima del público, y a la que se aferra con una sola mano, o colgado de los pies, haciendo alarde de su fuerza y valentía desafiando la ley de la gravedad. Cuando los operarios retiraron la grúa, se podían ver colgadas en ella varias prendas de lencería», relataba la crónica de La Voz, en la que también se recogía que en su actuación en Vigo estuvo el abuelo de Enrique Iglesias: «El doctor Iglesias Puga disfrutó de la voz de su nieto acompañado por una joven. Era la primera vez que Enrique pisaba Vigo, y solo en una ocasión anterior, había estado en Galicia. Concretamente, en Santiago, cuando era todavía un niño que ya soñaba con dedicarse al mundo de la música».
La información recogía además que «el cantante, nieto de gallegos, prometió que el año que viene volvería a la ciudad a la que dedicó una de sus canciones favoritas, con lo que hizo felices a sus fans que quizás puedan volver a verle pronto entre nosotros mientras sigue triunfando en medio mundo con sus melodías». Pero no volvió nunca más.