Lepanto, la transitada antesala de Vialia a la espera de dignificación

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

«Aquí hay más turistas que vecinos, no hay votos, no interesa», clama un hostelero

05 feb 2024 . Actualizado a las 18:29 h.

«Llevo 47 años aquí y siguen los mismos adoquines en las aceras. Son vintage. Por no tener no tenemos contenedores para tirar la basura, tenemos que ir al cruce con Urzaiz, donde había tres y ahora dos siempre llenos y tenemos que dejar la basura en el suelo, pero impuestos pagamos igual», se queja Benito Sanz, gerente del Hotel Lino, uno de los negocios de la calle Lepanto, donde hay más hoteles que edificios de viviendas, un detalle que, para él tiene mucho que ver con que ese vial sea uno de los más ignorados de todo el centro de Vigo: «No hay vecinos, hay turistas, no hay votos, no interesa», reflexiona. Eso, a pesar del trajín humano y de tráfico que soporta.

El Centro Comercial Vialia superó los 11,4 millones de visitantes durante 2023, un 25 % más que el año anterior. La dirección de la empresa cifró su día de más afluencia en más de 59 mil personas que acudieron al gigantesco conglomerado de tiendas que esconde una estación de tren en sus entrañas. Quienes lo hacen en autobús tienen que pasar indefectiblemente por la calle Lepanto. La mayoría de quienes van andando o en coche, también.

Aunque hay más opciones para acercarse a pie, es evidente que el flujo de peatones en la marchitada vía se ha multiplicado por mil. «Antes podías estar dos horas sin que nadie pasara por aquí», recuerda Benito, que se pregunta por qué el Concello no tira las casas en lamentable estado de la calle Alfonso XIII, y opina que el ancho de las aceras ya no es suficiente para asumir esa cantidad de peatones. En Lepanto el ayuntamiento no puede talar árboles. No hay. Ni pequeños ni grandes, ni siquiera jardineras-cenicero.

Por no haber, no hay aceras, sino pegotes de cemento con costurones, baldosas rotas y una sola papelera. Eso sí, una isla de todo tipo de contenedores de reciclaje a rebosar (papel, plástico, vidrio, pilas, aceite y ropa) crea un muro visual en el que los ciudadanos no aciertan a echar la basura ni de casualidad. «El de vidrio, que verde como los normales, está habitualmente taponado con bolsas de residuos orgánicos. La gente no sabe o no quiere saber cómo funciona esto. Es más fácil hacer que te equivocas que andar 400 metros hasta el lugar correcto», asegura una vecina que vive en el único inmueble residencial del tramo pegado al túnel, que cuenta que «siempre están llenos y al lado tiran de todo, colchones, pañales, palés, ropa, restos de mudanzas...», afirma. Eso mismo es lo que ven también los miles de viajeros que van y vienen a las estaciones de tren y bus y los clientes de Vialia con ese Vigo en letras gigantescas.

M.MORALEJO

Los negocios asentados en Lepanto también reclaman atención. Carmen Rodríguez, gerente de Llongueras, asegura que estuvo a una lágrima de cerrar y buscarse local en otro sitio, harta del estado del entorno y de estar «tapiada» por las señales indicativas del túnel y de obras «que no se coordinan, podrían haber aprovechado para arreglar este trozo a la par», opina la peluquera. «Hemos visto caerse aquí delante a bastante gente, incluso con roturas de cadera, por cómo está la acera», cuenta añadiendo que «el daño económico ha sido muy grande y aguantamos como hemos podido, gracias a que tenemos una clientela fiel».

La profesional reconoce que «el Vigo de ahora ha mejorado muchísimo, pero en otras ciudades tienen en cuenta otros factores y no se perjudica tanto al comercio», asegura. Lo mismo opina Giovanna, del centro de estética Giova, que define la situación de Lepanto como «un desastre, estamos abandonados», lamenta. «Yo espero del Concello que cuide al ciudadano como el comerciante cuida al cliente», compara Carmen. Otros se lo toman con paciencia y filosofía, como Francisco, del Hotel Pantón, que confía en que «pronto nos lo van a dejar todo arreglado».

Obras anunciadas desde hace más de dos años para la renovación íntegra de la calle

Los planes para Lepanto se dilatan desde hace más de dos años. El Concello de Vigo anunció en el 2022 su intención de reparar la vía de acceso al transporte y al comercio en que se ha convertido esta vía urbana que era tranquila y ahora se colapsa todos los fines de semana a partir de las 4 de la tarde. El proyecto de humanización anunciado incluía la renovación íntegra de la pavimentación, sustitución completa de las aceras y la renovación de los principales servicios urbanos. En total, el plan preveía actuar en una superficie de algo más de 2.600 metros cuadrados, de los que 1.200 serían para los peatones. Hace dos años, el coste estimado era de 640.000 euros. Pero en agosto del 2023, la junta de gobierno local aprobó una actuación en Lepanto para salir a licitación por cerca de 1.150.000 euros.

Además de la renovación de las redes de abastecimiento y saneamiento y el diseño de una nueva red de pluviales, incluye la colocación de especies arbóreas, jardineras y nuevo mobiliario, el cambio del alumbrado público y la instalación de nueva red semafórica y señalización vertical. El tiempo estimado para la ejecución de los trabajos asciende a diez meses.

M.MORALEJO

Autobuses a toda velocidad

Lepanto es una calle especialmente sufrida, ya que ha cargado con la construcción y la demolición de un Scalextric y luego con un paso elevado a la autopista que la conviertía en una pista de aceleración por la que entraban vehículos a toda pastilla. Ahora que la entrada se ha cambiado a formato túnel la aceleración continúa y se añaden al desenfreno los autobuses con destino a la estación tratando de cumplir horarios saltándose los límites de velocidad, con gran peligro para los ciudadanos.