Fin al sufrimiento de los animales en Vigozoo

Antón lois VIGO / LA VOZ

VIGO

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El Concello decide al fin cerrar las instalaciones tras más de treinta años de lucha ecologista

25 mar 2025 . Actualizado a las 00:55 h.

Anunciaba esta semana el alcalde de Vigo el final de lo que conocíamos como Vigozoo y con él termina también el «sufrimiento indescriptible» de los animales allí encerrados; o casi, porque sigue habiendo animales silvestres encerrados. Es una excelente noticia y felicitamos al Concello por haber puesto fin al sinsentido de aquel zoo y su reconversión en una miscelánea con aula de naturaleza, deporte aventura, granja escuela, campamento de verano, etc. Cualquier cosa será mejor de lo que había. En cualquier caso, conviene recordar que la lucha por el cierre y reconversión de Vigozoo empezó hace muchos años.

Fue aquella una lucha contra muchos alcaldes y una alcaldesa, incluyendo paradójicamente, al actual alcalde, que hasta hace pocos años lo defendía. Ya se advertía, en 1992, que el zoo se tendría que adaptar a las normas europeas o cerrar y así, un años después, elaboramos un informe para WWF en el que se solicitaba formalmente el cierre de Vigozoo por incumplir dichas normas y estar en el top 10 de los peores zoos de España. Trampeando parcialmente las normas, el zoo esquivó el cierre y nuevamente, tras un segundo informe elaborado en 1996 desde la Coordinadora Ecoloxista de Vigo, ratificábamos la petición de cierre y presentábamos alternativas para aprovechar los terrenos, parte de sus instalaciones y mantener al personal laboral. Estuvimos a punto de conseguirlo.

La versión del Concello fue descalificarnos, pero no sería la primera vez que en el zoo se aplicaba el método lampedusiano. Así, en el año 2000 se proponía convertirlo en el «parque gallego de las ciencias naturales», algo que en la práctica suponía acatar (qué remedio) las nuevas normas europeas, parcheando otra vez para evitar el cierre acogiéndose a las prórrogas y un cambio de nombre.

Posiblemente, la mejor imagen de la tortura que sufrían muchos de los animales condenados a cadena perpetua en Vigozoo fue la de aquella pareja de osos hacinados en una jaula de apenas 13 metros cuadrados. Su traslado a una instalación mínimamente digna fue un símbolo de la lucha por mejorar al menos las condiciones del recinto. En aquella jaula nos encerramos un grupo de la Coordinadora Ecoloxista de Vigo (los osos ya no estaban, que una cosa es ser ecologista y otra, idiota) para demandar el cierre.

El último episodio de este serial se produjo en el 2009, cuando la Xunta ponía los deberes para evitar otra vez su cierre por parte de Europa. Como es habitual, se acusó a la Xunta de querer cerrar el zoo (de «agresión política» la calificó Caballero, al que su zoo le parecía entonces excelente), cuando lo que hacían era cumplir con su inevitable obligación de aplicar la normativa europea. Por un criterio de mínimos, otra vez el zoo se salvó in extremis del cierre. El alcalde defendía con uñas y dientes el modelo de zoo que ahora detesta. No dejaba de ser llamativo escuchar al Concello (noviembre del 2009) presumiendo de unas jaulas inexpugnables a prueba de fugas y, más tarde, a Caballero declarando (marzo del 2023) que era intolerable que existieran animales salvajes encerrados, mientras (mayo del 2024) seguían comprando animales salvajes para encerrar.

Por lo tanto, hace más de treinta años que se pedía la clausura del zoo y su reconversión en algo parecido a lo que ahora anuncia el regidor vigués y que denomina «una tortura indescriptible para los animales». Mejor tarde que nunca y lástima que se haya demorado tanto una decisión que ha dejado muchas víctimas inocentes en el camino.