El restaurante más solidario de Galicia

Monica Torres
mónica torres BAIONA / LA VOZ

BAIONA

Mónica Torres

El Abrente de Baiona ha decidido dedicar el 5 % de su caja a alimentar a quienes lo necesiten. Cada semana reparte más de cuarenta menús

01 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Donde comen dos, comen tres», dice el famoso refrán. Pero en el Abrente, cuando se ponen a la mesa doscientas personas acaban alimentando a cuarenta más. En este restaurante de Baiona, que con toda probabilidad es el más solidario de Galicia, han decidido destinar el 5 % de la recaudación diaria a comidas para personas sin recursos. Tras los fogones, una familia entera capitaneada por Salvador Martí, uno de los primeros hosteleros gallegos que se adhirió a la corriente bautizada como Cafés Pendientes, que permite a los clientes pagar un café a quienes no pueden permitírselo y que fue solo el comienzo de una filosofía que ha llevado mucho más allá.

Este empresario de 47 años ganó fama en Santiago cuando, tras dejar atrás su localidad de Sueras en Castellón, montó el bar Abrente. Se hizo famoso por su cocina generosa y un compromiso social con los más desfavorecidos que ahora multiplica en Baiona. El Abrente proporciona menús diarios por 13,95 euros, asequibles y abundantes, pero su apuesta trasciende esa oferta. Cada semana, un mínimo de 40 personas reciben comidas gratuitas gracias a las aportaciones del restaurante y su comunidad.

La cifra se dispara es verano, al igual que la demanda. «Familias enteras acuden todo el año y no hay comedores escolares», explica Martí. El suyo es un proyecto en el que participa toda la familia, «porque quiero que mis hijos crezcan con valores, aprendan que la vida no es fácil y que hay que ser solidarios». Resulta imposible calcular las horas de trabajo. Los fines de semana están siempre llenos con reservas de días de antelación y todos se involucran.

«Yo lo pasé muy mal durante una época y sé lo que es estar en casa solo y no tener luz y faltarte cosas. Ya vivía en Santiago y no quise ni decírselo a mis padres, pero entonces hubo personas que me ayudaron a mí desinteresadamente y me prometí que, si salía de ese bache, iba a ayudar a cuantos pudiera», afirma.

Historia

Sus padres, Salvador y Mari Ángeles, que ahora tienen 75 y 70 años, respectivamente, y que antes regentaron durante décadas su restaurante en Sueras, hicieron las maletas entonces para venir a ayudar a su hijo y, a día de hoy, siguen a pie de cañón trabajando a diario con Salvador Martí, su mujer Diana y los más pequeños de la casa, Benjamín y Diego, de 13 y 9 años, respectivamente, que además de afrontar con nota sus estudios ayudan a empaquetar comidas, a amenizar cumpleaños o a hacer velas.

La jornada de esta familia arranca antes del amanecer y acaba mucho después de que cierren las puertas el establecimiento. Además de comidas que ayudan a vecinos de Baiona, Gondomar, Nigrán y Tui, celebran cumpleaños solidarios y se multiplican en estas fiestas navideñas para elaborar hasta 60 menús dobles de Nochebuena y otros tantos para Nochevieja y Reyes. La prioridad es «que nadie se sienta solo ni desamparado» y, por supuesto, la confidencialidad de todos los clientes. «Puede que alguno me engañe y no tenga realmente gran necesidad, pero no vamos a dejar de ayudar a nadie por culpa de una persona», advierte.

La del 24 de diciembre es la única noche en la que el restaurante no está abierto, pero ellos cocinan desde que se acaban las comidas. Al terminar el reparto, se aseguran de que la mesa familiar tenga un espacio reservado para quienes carecen de compañía esa noche y este año serán unos quince en total. Para Navidad, el menú «será amplio para que llegue también para el 25. Incluye langostinos, churrasco, pan, polvorones y queso». Y el de Nochevieja, cotillón con uvas. El año pasado, gracias a la colaboración de la panadería Adrianas, pudieron poner también rosca por Reyes. Hoy en día, advierte Martí, «lo más caro son los táperes. Se nos disparan los gastos por los envases, las bolsas y el papel de aluminio».

«Aquí no nos sobra ni comida ni dinero», asegura esta familia que con esfuerzo y valores convierten la solidaridad en tradición. Aseguran que la recompensa merece la pena: «Notas la alegría de la gente cuando ayudas y eso es lo mejor del mundo». Benjamín y Diego ayudan a su madre a elaborar velas solidarias que venden a 1,50 euros. Solo ganan 30 céntimos por cada una, «pero todo suma y es imprescindible», advierte este castellonense, licenciado en Ciencias Políticas que abandonó su trabajo en el Parlamento de Estrasburgo y se reconvirtió a la hostelería por un amor que sigue cocinando en Baiona.