Galletas de té matcha con chocolate blanco
Es repostería, pero incorpora los beneficios de un superalimento. Ya tienes la excusa que necesitabas para meterte en la cocina y deleitar a todos con estos dulces creativos que, además, están riquísimos
Hace algo más de dos años tuve la suerte de ir de vacaciones a Japón, un país que me apasionó por su cultura, sus paisajes, su gastronomía y su gente. ¡Es una maravilla!
Una de las experiencias típicas para los turistas es asistir a una ceremonia del té, todo un ritual que se celebra en una agradable estancia, normalmente rodeada de un jardín japonés, y que es dirigida por un anfitrión o anfitriona con los más exquisitos modales. En estas ceremonias lo más habitual es que se sirva té matcha; un té verde que tiene la peculiaridad de que se presenta en polvo en lugar de a base de hojas secas, como estamos acostumbrados en Europa.
Tengo que confesar que no me gusta demasiado tomarlo solo, pero, sin embargo, me encanta el toque que le da como ingrediente a las recetas de repostería. Y como prueba... ¡estas galletas de té matcha con chocolate blanco!
- 450 gramos de harina
- 50 gramos de almendra molida
- 250 gramos de mantequilla a temperatura ambiente
- 1 huevo L
- 165 gramos de azúcar glacé
- 1 ó 2 cucharadas de té matcha (depende de la intensidad que os guste)
- Meida cucharada de vainilla en pasta
- 1 pizca de sal
- Para la decoración: 100-150 gramos de chocolate blanco
Para la masa: Con el accesorio pala de nuestro robot de cocina, si tenemos, o con una batidora de varillas, batimos la mantequilla con el azúcar glacé hasta que se integre. No conviene batir mucho tiempo para no introducir demasiado aire.
Añadimos el huevo y la vainilla y mezclamos hasta que esté homogéneo.
Tamizamos la harina, la almendra molida, la sal y el té matcha e incorporamos estos ingredientes en dos veces.
Cuando la masa esté bien mezclada y comience a separarse de las paredes del bol y a apelotonarse alrededor de la pala, la sacamos y la amasamos ligeramente sobre la encimera.
Dividimos la masa en dos y colocamos cada una de las mitades sobre un papel de horno. Con un rodillo las estiramos a un grosor de aproximadamente 0,6 cm. Ponemos otro papel de horno encima de cada una de las dos mitades estiradas, las colocamos en sendas bandejas de horno y las llevamos a la nevera por espacio de dos horas como mínimo.
Pasado ese tiempo, separamos el papel superior y cortamos las galletas con el cortador elegido. Podemos reutilizar los recortes que nos sobren. Las colocamos de nuevo sobre una bandeja de horno, equipada con un tapete de silicona (lo ideal) o papel de horno, y las llevamos de nuevo a la nevera durante 30 minutos.
Precalentamos el horno a 180º y horneamos durante 14-15 minutos (para galletas de 8 cm., si no, tendréis que ajustar los tiempos en función del tamaño de vuestras galletas).
Dejamos enfriar sobre una rejilla.
Para la decoración: Derretimos el chocolate blanco en el microondas.
Podemos decorar las galletas de varias formas. En este caso, yo lo he hecho de dos maneras. Una parte de las galletas las decoré con unas letras chinas/japonesas; para ello, dibujé la silueta de la letra sobre la galleta con un rotulador comestible y después la pinté con un pincel apto para uso alimentario y chocolate blanco. El resto de las galletas, simplemente están bañadas hasta la mitad en el chocolate.
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