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El Armagedón (secreto) de 1983 El fin de la Guerra Fría Ataque nuclear: la noche en que el planeta estuvo a punto de saltar por los aires

La noche del 9 de noviembre de 1983, el líder de  la Unión soviética, Yuri Andrópov, estuvo a punto de pulsar el botón nuclear. Nunca en la historia hemos estado más cerca del Armagedón. En Occidente, tan solo un espía fue consciente del peligro... Te lo contamos.  

Por Taylor Downing

Viernes, 24 de Noviembre 2023, 12:00h

Tiempo de lectura: 9 min

A diez kilómetros de Moscú, junto a una exclusiva zona residencial, hay un bosque de abedules. Hace cuarenta años, en el centro de esa espesura se alzaba un edificio fuertemente custodiado. Se lo conocía como 'Hospital del Kremlin' o 'Clínica Kuntsevo', una institución médica reservada a los altos cargos del Partido Comunista. Sus pacientes eran atendidos por los mejores médicos soviéticos.

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El lugar de los hechos.La Clínica Kuntsevo, a diez kilómetros de Moscú. Andrópov estaba ingresado aquí, en secreto, el  9 de noviembre de 1983, cuando recibió una alerta del KGB advirtiéndole de un inminente ataque nuclear contra la URSS.

En la primera semana de noviembre de 1983 hubo mucha actividad en esta clínica secreta. Se había convertido en el hogar permanente de Yuri Andrópov, secretario general del Partido y líder de la nación. De 69 años, Andrópov había comenzado ese verano un tratamiento renal. Las máquinas de diálisis eran todavía poco habituales en la Unión Soviética, pero Andrópov, por supuesto, tenía acceso a la mejor tecnología. Sin embargo, la diálisis lo estaba agotando física y mentalmente. En la Unión Soviética, la enfermedad se consideraba debilidad. Así que, oficialmente, el líder estaba descansando en un balneario de Crimea. Solo tenían acceso a la clínica visitantes con permiso especial. Uno habitual era el ministro de Defensa, Dmitri Ustínov, amigo íntimo de Andrópov.



En la noche del miércoles 9 de noviembre, en aquel hospital, Andrópov y Ustínov pusieron las fuerzas de la URSS en máxima alerta. Los submarinos nucleares se desplegaron. Los silos con los misiles intercontinentales SS-19, cada uno armado con múltiples cabezas nucleares, se pusieron en alarma roja, al igual que los aviones armados con armas nucleares en las bases de Alemania Oriental y Polonia.

El KGB envió un telegrama 'flash' a todas sus sedes para advertir de que el ataque era inminente. Poco después, un militar de alto rango le llevó a andrópov el maletín nuclear

El KGB, el servicio secreto soviético, envió un telegrama flash a todas sus sedes para advertir de que un ataque nuclear occidental contra la Unión Soviética era inminente. Debían informar inmediatamente de cualquier indicio. Y en la Clínica Kuntsevo apareció un militar de alto rango con una misteriosa maleta: el cheget ('maletín nuclear') con los códigos go para activar todo el arsenal soviético nuclear. A lo largo de aquella noche, Andrópov y Ustínov esperaban ansiosos noticias, con el dedo posado sobre el 'botón'.

¿Por qué el líder soviético se planteó ordenar un ataque nuclear a gran escala contra Occidente? ¿Y cómo es que las potencias occidentales no sabían nada de su pánico? Robert Gates, entonces jefe adjunto de la CIA en Washington (más recientemente secretario de Defensa de Estados Unidos con los presidentes Bush y Obama), dijo más tarde: «Puede que hayamos estado al borde de una guerra nuclear y ni lo supiéramos».

La obsesión soviética de Reagan

El año 1983 fue sumamente peligroso. Ronald Reagan llevaba dos años como presidente y estaba rearmando al país. El gasto en defensa aumentó casi un 50 por ciento, hasta alcanzar casi el 7 por ciento del PIB. Reagan estaba obsesionado con la Unión Soviética; la creía detrás de la mayoría de los actos de terrorismo. Para él era «el imperio del mal» y habló de construir un escudo en el espacio para destruir los misiles nucleares antes de que alcanzaran Estados Unidos. La iniciativa recibió el nombre de Guerra de las Galaxias.

Los dirigentes soviéticos estaban preocupados. Hasta entonces, en la Guerra Fría, ninguna superpotencia había lanzado armas nucleares contra la otra debido a lo que se denominó 'destrucción mutua asegurada' (MAD, por sus siglas en inglés). Ambos enemigos sabían que, si lo hacían, se enfrentaban a una aniquilación completa por las represalias. Pero, si una de las partes evitaba la llegada de misiles nucleares, podría atacar a la otra sin miedo.

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El espía que nos salvó.El alemán Rainer Rupp, nacido y criado en el Oeste, era un agente durmiente de la Stasi en Occidente. En 1977 entró a trabajar en la OTAN, y en 1983 obtuvo acceso de seguridad al más alto nivel. Fue él quien confirmó a Moscú que todo había sido una falsa alarma.

Andrópov había sido jefe del KGB durante 15 años. El ambiente paranoico de la inteligencia secreta era su mundo. Al conocer la Guerra de las Galaxias, ordenó al KGB que pusiera a todos sus agentes en alerta especial, la conocida como Operación Ryan. Cualquier actividad inusual debía ser comunicada. Algunas de las tareas encomendadas a los agentes parecían sensatas, como vigilar las instalaciones militares de Occidente en busca de signos de una mayor movilización. Otras parecían absurdas. Los agentes de Londres tenían que contar las luces de las ventanas del Ministerio de Defensa por la noche. Si el número aumentaba, podía significar que se preparaba una acción militar. Pedir a una agencia de inteligencia que busque señales concretas significa que los agentes están casi obligados a volver con pruebas. En poco tiempo, la Operación Ryan se autocumplió: la paranoia se incrustó en su propia estructura.

Además, Estados Unidos ese año había iniciado una guerra psicológica contra la URSS. En abril de 1983, cuarenta buques estadounidenses, encabezados por el poderoso USS Enterprise, hicieron ejercicios navales en el mar de Ojotsk. Los aviones estadounidenses volaron repetidamente hasta la frontera del espacio aéreo soviético y se desvia-ron en el último segundo. Como dijo un analista estadounidense: «Estas acciones estaban calculadas para crear paranoia. Y lo consiguieron».

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Juegos de guerra. Tras el derribo de un avión civil coreano sobre cielo soviético, la OTAN inició unos ejercicios militares (Able Archer) que simulaban un ataque nuclear contra el bloque oriental. El KGB lo entendió como una amenaza real y advirtió al alto mando.| Getty Images.

Las consecuencias fueron desastrosas. La noche del 31 de agosto de 1983, por razones aún sin determinar, el avión de Korean Air Lines, de Nueva York a Seúl, se desvió 350 millas de su ruta y entró en zona soviética. Los soviéticos inmediatamente movilizaron el escuadrón de cazas SU-15, liderados por el comandante Gennady Osipovich. Incapaz de ver las marcas civiles del avión misterioso en la oscuridad, Osipovich recibió la orden de interceptarlo. Y lo hizo. El jumbo tardó nueve minutos en caer 35.000 pies antes de estrellarse en el mar. Murieron los 269 pasajeros y la tripulación. Incluido el congresista estadounidense Larry McDonald.

En Washington hubo indignación. Reagan lanzó una nueva ofensiva verbal contra la Unión Soviética expresando «repugnancia ante este horrible acto de violencia». Lo calificó de «acto terrorista» y «crimen contra la humanidad». Estas furibundas condenas fueron recibidas con evasivas por los dirigentes de Moscú. La realidad era que el decrépito sistema de defensa soviético había metido la pata hasta el fondo, incapaz de distinguir un avión civil.

Aterrado ante la perspectiva de una guerra nuclear, Reagan moderó su posición hacia la URSS e inició un acercamiento personal con sus lÍderes. Fue el fin de la Guerra Fría

Fue en esta tensa atmósfera en la que la OTAN inició el ejercicio Able Archer, un simulacro para ensayar los procedimientos que debían desarrollarse durante un ataque nuclear contra el bloque oriental. En Able Archer, los jugadores de la guerra representaron un guion en el que el Pacto de Varsovia invadía Europa Occidental usando armas convencionales superiores a las fuerzas de la OTAN. Los comandantes de la OTAN decidían que debían recurrir al uso de armas nucleares y pedían permiso a sus amos políticos. Todas las comunicaciones del Able Archer 83 estaban codificadas e iban precedidas de la señal «Ejercicio, ejercicio, ejercicio». Pero, para los paranoicos agentes soviéticos, eso no era más que otro engaño de Occidente. El KGB siempre había creído que, si Occidente atacaba, lo haría bajo la apariencia de un ejercicio militar, en parte porque el Kremlin tenía sus propios planes para atacar a Occidente con ese mismo pretexto.

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El año más peligroso.En 1983, uno de los años más tensos de la Guerra Fría, Time nombró Hombres del Año a Reagan y Andrópov. Por primera vez en tres lustros se habían suspendido las conversaciones de control de armas y los contactos diplomáticos. Ambos bandos desplegaron ese año misiles en las respectivas Alemanias.

El resultado de todo ello es que el alto mando soviético se convenció de que Occidente estaba a punto de lanzar un ataque nuclear contra su país. Por eso, la noche del miércoles 9 de noviembre de 1983 –el punto culminante del ejercicio Able Archer de la OTAN– un petrificado Andrópov pasó la noche en vela. Tenía a su alcance contraatacar y golpear Europa Occidental y Estados Unidos con miles de cabezas nucleares, cada una de ellas cuarenta veces más potente que la bomba de Hiroshima. Si los soviéticos hubieran atacado, se habría producido el armagedón. Decenas de millones de personas habrían muerto por el impacto de los misiles nucleares en toda Europa Occidental y Estados Unidos. Cientos de millones más en todo el mundo, por la radiación. Y millones más por la hambruna que seguiría a lo que se llamó el 'invierno nuclear'.

Mientras tanto, en Occidente, el 9 de noviembre de 1983, la vida transcurría con total normalidad. Los niños iban a la escuela; los adultos, al trabajo... Muy pocos, incluso entre militares, conocían la existencia de Able Archer 83.

Un espía en el corazón de la OTAN

¿Por qué Andrópov no apretó el botón aquella noche? En primer lugar, porque el sistema soviético de alerta temprana no detectó, desde luego, ningún indicio del lanzamiento de misiles en Europa o Norteamérica. En segundo lugar, porque los alemanes del Este tenían un espía en el corazón de la OTAN.

Rainer Rupp estudió en Alemania Occidental a finales de los años sesenta y era parte del movimiento de protesta contra la guerra de Vietnam. Tras una manifestación se hizo amigo de un anciano que lo reclutó gradualmente para el HVA, la división de inteligencia exterior de la Policía secreta de Alemania Oriental, la Stasi. Durante muchos años, Rupp fue un agente durmiente en Occidente. Tenía una novia inglesa que trabajaba para la OTAN y en 1977 se incorporó al personal de la organización con sede en Bruselas. Era excelente en su trabajo y ascendió rápidamente. En 1983 era jefe de Inteligencia en el cuartel general de la Alianza y tenía acceso a los documentos de seguridad de más alto nivel. No es de extrañar que los soviéticos llamaran a Rupp Topaz, la joya más brillante.

El 9 de noviembre, a petición de Moscú, los alemanes del Este contactaron urgentemente con Rupp para saber qué estaba pasando. A última hora de la tarde, Rupp pudo transmitir un mensaje codificado en el que aseguraba que se trataba de un día normal en el cuartel general de la OTAN. Able Archer era un juego de guerra, nada más. Es muy posible que el espía que había penetrado en el centro neurálgico de la OTAN y que había revelado sus secretos más preciados durante años pudiera haber salvado el mundo.

El jefe del KGB en Londres, Oleg Gordievski, también era un agente doble, y solía reunirse en secreto con un equipo del MI6 dirigido por John Scarlett. En una de sus citas clandestinas le contó cómo el Kremlin había entrado en pánico por Able Archer 83 y cómo se habían preparado para lanzar un ataque nuclear. Scarlett apenas podía creer lo que estaba oyendo, pero transmitió la información a Washington. Cuando la noticia llegó a la Casa Blanca, Reagan la describió como «aterradora». Espantado ante la idea de un intercambio nuclear, cambió radicalmente su táctica. En 1984, Reagan se presentó a su segundo mandato. Ya no tenía que hacer sonar la campana anticomunista; su posición era bien conocida. Así que se volvió mucho más moderado hacia la Unión Soviética e inició una serie de acercamientos personales.

Andrópov murió en 1984 y fue sustituido por Konstantín Chernenko, un líder aún más enfermizo. Falleció un año después y, cuando el liderazgo pasó a una nueva generación en la figura de Mijaíl Gorbachov, el acercamiento de Reagan cayó por fin en terreno fértil. Las reuniones resultantes marcaron una época. A finales de década, la Guerra Fría era historia y, en 1991, la Unión Soviética dejó de existir. La reacción al momento de pánico soviético de 1983 había cambiado el curso de la historia.