La polémica en torno a la escena ‘mítica’ de Instinto Básico sigue abierta 30 años después de su estreno. Sharon Stone afirma que el director, Paul Verhoeven, la engañó. Él asegura que ella miente. Pero esa es solo una de las inquietantes “heridas” que la película dejó abiertas y que una revisión a los ojos del #Metoo hace aun más sangrantes...
Ella dice que la engañaron. Él, que no sólo no la engañó, sino que ella le regaló sus bragas. Se cumplen 30 años del estreno de Instinto Básico, la película 'mítica' que lanzó al estrellato a Sharon Stone, y la famosa escena del cruce de piernas sigue dando que hablar. El enfrentamiento entre la actriz protagonista y el director de película sobre lo que ocurrió aquel día en el rodaje no deja de hacer correr ríos de tinta... o de tuits.
Según Sharon Stone, Verhoeven le pidió al resto del equipo que abandonase el set para poder rodar con más comodidad. Solo estaban él, la actriz y el director de fotografía, y tras un par de tomas Verhoeven le pidió que se quitase las bragas. «Al ser blancas, reflejan la luz», le explicó, prometiéndole que no se vería nada. La baja definición de los monitores de la época hizo que en aquel momento, efectivamente, no se apreciase la entrepierna de la actriz.
Pero en el primer pase en pantalla grande ella comprobó que sí se veía más de lo que Verhoeven le había dicho que se vería y trató por todos los medios de impedir que ese plano apareciese en el montaje final: lloró, suplicó, abofeteó y amenazó con denunciar. Sabía, sin embargo, que a sus 33 años esa era su última oportunidad de triunfar en Hollywood y sabía que, como mujer, tenía las de perder. Nadie quiere colgarse fama de 'actriz difícil'. Así que transigió.
La versión de Verhoeven es distinta, claro. Él asegura que no hubo engaño alguno y que estaba claro lo que rodaban. «Te diría que mi memoria es mejor que la de ella —afirmó en 2021, al ser preguntado de nuevo por la escena—. Ella sabía perfectamente lo que hacía, ¿cómo iba a rodar esa escena sin saberlo? Es imposible. Es cierto que se quitó las bragas, y un detalle interesante, que ella omite, es que me dio las bragas a mí como regalo. Y mi mujer las lavó. No me estoy inventando esto. Es verdad».
Lo cierto es que, cuando la película arrasó, Stone contó incluso en algunas entrevistas que la escena había sido idea suya. La idea, de eso no parece haber duda, fue en realidad de Verhoeven, dado a este tipo de 'escandalosas' excentricidades. Su última película, Benedetta, estrenada el año pasado, es sobre una monja lesbiana del siglo XVI que intenta romper ciertos tabúes sociales e incluye su propia escena escabrosa cuando la joven convierte una talla religiosa en un consolador.
De Instinto Básico ya decía: «Tiene algo de inmoral, agresiva, sexy. Todas esas cosas que a mí me gustan». Mérito en aquella película de los 90 compartía con Joe Eszterhas, quien con Instinto Básico, y afianzado en su dominio de las escenas sexualmente osadas, se convirtió en el guionista mejor pagado de la historia de Hollywood. Pero la escena del cruce de piernas no estaba en su guion. Fue una aportación personal del director.
A Sharon Stone, Instinto básico le daría la fama universal, pero también la dejó 'marcada'. En las películas posteriores era obligatoria la escena de sexo 'subida de tono', como en Acosada y El especialista. Y, por si fuera poco, empezó a tener problemas con los actores para rodar esas escenas eróticas. Se hizo fama de difícil, pero es que era realmente difícil establecer los límites cuando arrastraba una inmerecida reputación a medio camino entre mujer fatal y mujer fácil desde que posó semidesnuda en Playboy.
La portada de Playboy que cambió su vida fue anterior a Instinto Básico. Hacerla, de hecho, fue decisivo, según ella misma ha reconocido, para que le diesen ese papel. Harta de que solo le diesen papeles insignificantes, Stone despidió a su agencia de representación, la todopoderosa CAA, y contrató a un representante, Chuck Binder, que tenía una singular estrategia de promoción: «No vas a conseguir trabajo si no te consideran follable».
Stone y Binder tomaron la decisión de que la actriz posase en top less para Playboy. Stone sabía que, a los 32 años, necesitaba un golpe de efecto. También sabía que las consecuencias serían un todo o nada. Así que se sentó a esperar una oferta que la convirtiese en estrella... o dejaría la interpretación. Su siguiente papel fue el de Instinto básico.
Instinto básico en tiempos del #MeToo
«Yo quería trabajar, así que se me ocurrió la estrategia de posar semidesnuda para Playboy. ¿Encajaba en ese rol? Obviamente, no. ¿Utilicé mi cerebro para parecer follable? Por supuesto. Estoy segura de que Marilyn Monroe tampoco hablaba así en la vida real, pero aprendió el juego. Personalmente, jamás me sentí como un símbolo sexual», aseguró Sharon Stone en mayo de 2019. Para entonces, el mundo había cambiado mucho. El llamado posfeminismo de los años 90 había dado lugar al #MeToo. Instinto básico ya no se veía como un relato sobre mujeres poderosas, liberadas y agresivas; Stone tenía que dar explicaciones. Por eso —dicen sus críticos—, en su biografía publicada en 2021 La belleza de vivir dos veces, insistía en su versión de que fue engañada al filmar la escena del cruce de piernas.
Con todo, en el documental Desmontando Instintos, hay una sola cosa en la que ella y Verhoeven coinciden: el personaje de la protagonista, Catherine Tramell, representa a la mujeres empoderadas.
Erotismo explícito, violencia, escenas lésbicas... Kim Basinger, Melanie Griffith, Geena Davis y Michelle Pfeiffer rechazaron el papel de Catherine Tramell. La decisión de Sharon Stone era en aquel momento arriesgada. El thriller sexy podía disparar tu carrera, como le ocurrió a Glenn Close en Atracción Fatal, o podía dilapidarla, como le ocurrió a Elizabeth Berkley en Showgirls. Pero si algo tenía claro Stone es que quien no arriesga, no gana.
Y la película tuvo que hacer frente a no pocos problemas en su estreno. De hecho, tuvo dos montajes diferentes con una diferencia de 40 segundos. En Europa se estrenó con el montaje original sin cortes mientras que en Estados Unidos se estrenó censurada, cortando esos 40 segundos en algunas escenas violentas o de sexo explícito.
A Sharon Stone le costó mucho que se la tomasen en serio como actriz, pero finalmente convenció a Martin Scorsese de que le diera el papel de Ginger en Casino, por el que recibiría su única nominación al Oscar. Podría haber sido su reinvención, pero en pleno proceso de transformación en actriz madura, Stone sufrió un aneurisma del que tardaría años en recuperarse.
El aneurisma que truncó su carrera
El derrame le dejó secuelas como tartamudeo, dificultad para caminar y problemas de visión que le impedían incluso leer. Al regresar a Hollywood, su estatus parecía haberse devaluado. Rodó películas mediocres y hasta se vio forzada a rodar Instinto básico 2, una secuela que no solo fracasó, sino que fue ignorada por el público.
La actriz ha confesado que apenas trabajó en la década de los 2000 y que pasaba tardes enteras encerrada en su baño, mirándose al espejo y lamentando su envejecimiento. Hoy celebra sus arrugas y, aunque se ha convertido en una persona mucho más espiritual, no ha perdido su sentido del humor socarrón. «He aprendido que es cierto eso de que, cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana —cuenta—. Mi objetivo es no tirarme por ella».
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