Volver
';

La más buscada por la Gestapo Virginia Hall, la espía que desquició a los nazis

Organizó sabotajes, ayudó a escapar a muchos soldados y fue una de las primeras mujeres espías y la más buscada por la Gestapo. Los alemanes nunca lograron atrapar a esta estadounidense políglota, astuta y valiente que solo tenía una pierna. Una biografía desvela sus increíbles hazañas

Por José Segovia

Martes, 03 de Agosto 2021

Tiempo de lectura: 8 min

En la noche sin luna del 21 de marzo de 1944,un bote hinchable lanzado al agua por una torpedera de la Marina Real británica llegó a la playa de Beg-an-Fry, en la Bretaña francesa. En su interior viajaban dos espías estadounidenses, un hombre de 62 años, y Virginia Hall, de 38, que iba disfrazada de anciana, envuelta en ropas desgastadas y que portaba una raída maleta en cuyo interior escondía un radiotransmisor.

Virginia, que había perdido una pierna en un accidente de caza años atrás, había estado anteriormente en la Francia de Vichy, donde colaboró con la Resistencia. La Gestapo conocía sus andanzas y había sembrado la región central del país con carteles en los que se ponía precio a su cabeza. Para evitar ser reconocida, la agente americana tiñó su pelo de un gris cenizo y se pintó unas arrugas alrededor de los ojos.

alternative text
Cosmopolita.Antes de la Segunda Guerra Mundial trabajó en delegaciones diplomáticas de Estados Unidos en Polonia, Turquía e Italia. Aquí, en Venecia en la década de los años treinta.

También hizo que una dentista londinense maltratara su perfecta dentadura para que se asemejara a la de una vieja campesina francesa. Los dos agentes infiltrados atravesaron una zona rodeada de arbustos hasta que desembocaron en una sinuosa carretera que los llevaría a la estación de tren más cercana. Aquel camino era el más peligroso. Si los alemanes los descubrían, no dudarían en encender los reflectores y abrir fuego.

Las órdenes que tenían de la Oficina de Servicios Estratégicos de Estados Unidos (OSS) eran entrenar a grupos de combatientes franceses para ejecutar operaciones de sabotaje contra infraestructuras alemanas. Para lograr llevar a cabo ese objetivo, el primer ministro británico, Winston Churchill, había ordenado a la RAF que lanzara en paracaídas más de tres mil toneladas de armas y provisiones para la Resistencia francesa.

alternative text
Amor en la guerra.Virginia Hall en Francia en 1944 con otros agentes infiltrados. El del extremo de la derecha es Paul Goillot con quien se casó.

Virginia encontró un refugio seguro y discreto en la finca de un granjero situada junto a los escarpados desfiladeros de granito del río Creuse. Desde allí transmitió mensajes a Londres y dio cobijo a otros agentes de la OSS que organizaron diversos atentados contra los intereses alemanes en la Francia ocupada. La inesperada ola de sabotajes desató la brutal represión de la Gestapo. Cualquier persona sospechosa de estar relacionada con los maquis era fusilada de inmediato.

Versos en clave para el día D

Un día, Virginia descubrió la presencia de varios furgones alemanes con detectores de radio en las cercanías de su refugio. Sospechó que habían captado sus señales y que podía ser detenida en cualquier momento. Pero la Policía secreta nazi nunca dio con su paradero. El 5 de junio de 1944, la agente estadounidense oyó la transmisión francesa de la BBC que anunciaba el inminente desembarco en Normandía. El mando aliado eligió dos versos del poeta Paul Verlaine para anunciar a la Resistencia el comienzo de la liberación. «Los largos sollozos de los violines del otoño / hieren mi corazón con monótona languidez».

alternative text
Una niña bien.Nació en 1906 en una familia acomodada. Su madre solo quería que encontrara un buen marido. Aquí, de niña con su padre y su hermano. Lorna Catling Collection.

«Todo lo que había pasado y hecho, el dolor y el miedo que había tenido que soportar, todo había sido una preparación para ese momento, el regreso de los ejércitos aliados a suelo francés. Y ahí estaba ella, a la expectativa, en peligro y arriesgando su vida en una de las zonas más peligrosas de Francia por una sola razón: el tan ansiado desembarco aliado, el Día D», recuerda la escritora británica Sonia Purnell en su libro Una mujer sin importancia (Crítica), donde relata la vida de Virginia Hall, la espía más buscada por la Gestapo.

De pequeña, Virginia quedó fascinada con el viaje en barco que realizó junto con su padre, un adinerado banquero de Baltimore, en la Costa Este de Estados Unidos, que legó a su hija su espíritu aventurero y sus ganas de recorrer el mundo. Tras estudiar en una prestigiosa escuela y aprender cinco idiomas, inició su vida profesional en la diplomacia. Al finalizar su posgrado, Virginia aceptó un puesto de secretaria en la Embajada de Estados Unidos en Varsovia. Desde allí fue trasladada a Izmir (Turquía).

Fue en aquella ciudad donde un accidente fortuito durante una cacería provocó que Virginia perdiera su pierna izquierda a la altura de la rodilla. La herida no era tan grave, pero la tardanza en recibir atención médica provocó que se gangrenara, lo que hizo inevitable la amputación. Aunque aquel accidente truncó su carrera diplomática, Hall se esforzó muchísimo en recuperarse. Tras poner el mote de Cuthbert a su prótesis de madera, aquella inquieta joven de Baltimore hizo las maletas para trasladarse a Francia, donde se integró en el servicio de ambulancias en 1939.

alternative text
Una pierna de madera. Recibió un disparo en el pie durante una cacería en Turquía en 1933 y le amputaron parte de la pierna. Ella llamaba Cuthbert a su prótesis de madera.

Cuando París cayó en manos de los alemanes, la estadounidense huyó de la capital francesa pedaleando una bicicleta. Una vez que logró llegar a Londres, consiguió trabajo en la Embajada de Estados Unidos como descodificadora de mensajes. En una cena, Hall atrajo la atención de Nicolas Bodington, un agente británico de la Dirección de Operaciones Especiales (SOE, por sus siglas en inglés), un nuevo servicio de misiones encubiertas que utilizó Winston Churchill para «incendiar Europa» a través de una campaña de sabotajes.

Su objetivo principal era demostrar a los ciudadanos de las naciones ocupadas que no estaban solos, que podían luchar contra los nazis con la ayuda del Reino Unido y Estados Unidos. A pesar de su cojera, Bodington no dudó un segundo en fichar a Hall como agente encubierta. Fue la primera mujer que ocupaba ese puesto en la sección francesa de la SOE. Sus jefes convencieron al editor del New York Post para que la contratara como corresponsal en la Francia de Vichy.

Con la Gestapo pisándole los talones, Hall cruzó los Pirineos y llegó a España. Aquí fue detenida por la Guardia Civil

En aquel entonces, Washington y Berlín no se habían declarado la guerra y los ciudadanos estadounidenses tenían permiso para viajar a territorio francés. El 23 de febrero de 1941, Virginia dejó atrás la que hasta entonces había sido su vida. Nadie en Londres creía que la agente 3844 tuviera más de un 50 por ciento de probabilidades de sobrevivir los primeros días. Si quería evitar a la Gestapo, debía interpretar su papel de periodista a la perfección. De lo contrario, se exponía a ser capturada por los nazis y sufrir una muerte horrible.

La espía más buscada por la Gestapo

Una vez que llegó a Francia, Hall organizó grupos de resistentes para realizar sabotajes contra los intereses alemanes y para ayudar a escapar a los pilotos británicos abatidos en territorio francés. Con el tiempo, y debido a sus logros, Hall se convirtió en una obsesión para Klaus Barbie, jefe de la Gestapo en la ciudad de Lyon. Aquel nazi despiadado organizó continuas redadas para dar con el paradero de esa peligrosa espía. El Carnicero de Lyon, sobrenombre por el que sería conocido Barbie años después, gritó a pleno pulmón: «¡Daría lo que fuera por poner mis manos sobre esa perra coja canadiense!».

alternative text
La pesadilla del carnicero de Lyon.Para Klaus Barbie, jefe de la Gestapo en Lyon, atrapar a la Dama Coja fue una obsesión.

El responsable de la Policía secreta nazi en Lyon no sabía que la Dama Coja, tal y como llamaban los alemanes a Virginia Hall, era estadounidense. Sin embargo, y a pesar del peligro que corría en los territorios ocupados, Virginia siempre logró dar esquinazo a la Gestapo. Si sobrevivió tanto tiempo fue gracias a su habilidad para disfrazarse y a que siempre procuraba caminar sin cojear, dominando el dolor que ese esfuerzo le causaba en la cadera. «Virginia no solo contribuyó a cambiar el espionaje y la visión que se tenía de las mujeres en la guerra, sino también el curso de la lucha en Francia. Sus enemigos eran mortíferos y su conducta ante ellos, tan temeraria que supera las fantasías hollywoodenses», asegura Purnell.

“¡Daría lo que fuera por poner mis manos sobre esa perra coja!», exclamó Klaus Barbie, ‘el carnicero de Lyon'”

Pese a las torturas que sufrieron muchos maquis en los calabozos alemanes, la Resistencia mostró una notable capacidad de aguante. Los grupos entrenados por Hall llevaron a cabo una impresionante campaña de sabotajes. Finalmente, con la Gestapo pisándole los talones, Hall se vio obligada a escapar a España a través de los Pirineos, una durísima experiencia para una persona coja.

Tras una marcha llena de penalidades, la espía fue detenida por la Guardia Civil nada más poner pie en Cataluña. Las autoridades franquistas ordenaron su ingreso en la prisión de Figueras, en la que permaneció seis semanas, hasta que la Embajada estadounidense la liberó. En enero de 1943, Virginia regresó a Londres, donde fue recibida como una auténtica heroína.

Tras la guerra trabajó para la CIA

Poco después fue reclutada por la Oficina de Servicios Estratégicos de Estados Unidos (OSS) y enviada a Francia como agente encubierta. En su nueva misión se hizo pasar por una rústica anciana, lo que le permitió esquivar a los alemanes. Las semanas previas al Día D, Virginia estableció su residencia clandestina en una granja en Sury-ès-Bois, una población situada en la región de Centro. A medida que se iba acercando el desembarco, sus cuatro grupos de resistentes dinamitaron puentes, carreteras y líneas ferroviarias, lo que demostró que la guerrilla comenzaba a ser útil en el esfuerzo de guerra aliado.

Desembarcó en Francia disfrazada de anciana. Para resultar convincente, un dentista le machacó la dentadura

Resulta asombroso que una joven que había perdido una pierna recibiera el beneplácito de sus mandos para abrirse camino en un mundo de machos alfa, donde los sabotajes, atentados y asesinatos eran el pan de cada día. Es todavía más sorprendente que eso fuera posible en una época tan cargada de prejuicios machistas y en la que las mujeres tenían vetado participar en combate. La historia de Virginia Hall es tan espectacular que no se entiende que haya permanecido en silencio durante tantos años. «Ella engañó, negoció y, como el agente 007, tuvo licencia para matar», recuerda su biógrafa Sonia Purnell.

alternative text
Colección de medallas.En 1945 fue la primera mujer civil de Estados Unidos condecorada por su heroísmo. También recibió medallas de Francia y Gran Bretaña. Cortesía de Lorena Catling y John Hall.

Al concluir la Segunda Guerra Mundial, su brillante labor en operaciones encubiertas fue recompensada por su país con la Cruz de Servicios Distinguidos, siendo la única mujer en recibir dicha condecoración. Francia la honró otorgándole la «Croix de Guerre avec Palme» y Gran Bretaña convirtiéndola en miembro del Imperio británico.

Tras la guerra, Virginia Hall trabajó para la CIA, en cuya sede central hay una instalación que lleva su nombre como homenaje a sus servicios. Esta valiente mujer, que contribuyó con su esfuerzo a la derrota de los nazis, murió en Rockville (Maryland) el 8 de julio de 1982. Tenía 76 años.

MÁS DE XLSEMANAL