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En busca del primer grito de la historia Hallazgo científico El pedo de arenque que causó un conflicto internacional y otros raros sonidos animales

En el planeta reinaba el más absoluto silencio hasta que una criatura emitió el primer sonido. Fue hace 407 millones de años. Lo acaba de descubrir un estudio que ha comprobado, además, que especies que creíamos mudas, como las tortugas, no lo son.

Por Fátima Uribarri

Viernes, 18 de Noviembre 2022

Tiempo de lectura: 5 min

Los tiburones primitivos se deslizan bajo unas aguas casi infinitas. Se topan de vez en cuando con peces de aletas lobuladas y peces óseos. Estamos en el Devónico, hace unos 416 millones de años, un momento de la era paleozoica en el que el planeta estaba cambiando su apariencia. Ya existían los grandes arrecifes de coral y los vertebrados comenzaban a colonizar la tierra firme: las primeras plantas con semilla se extendían formando bosques. Todo esto sucedía en medio de un inmenso mutismo.

Durante el Devónico llegan también los primeros anfibios. ¿Alguno emitía ruido? Los científicos todavía se preguntan qué criatura fue la primera en debutar en el reino de los sonidos. Porque durante más de cuatro mil millones de años en nuestro planeta reinó el silencio.

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Un milagro bajo el mar. Se ha descubierto que las tortugas son más locuaces de lo que se creía. Se han distinguido hasta once vocalizaciones diferentes y se ha comprobado que también 'hablan' para ponerse de acuerdo a la hora de eclosionar y hacerlo todas juntas. Más arriba, en la imagen que abre este reportaje, un placodermo, coetáneo del vertebrado primitivo que emitió el primer sonido en durante el Devónico, hace 407 millones de años. |FOTO: GETTY IMAGES

El biólogo Gabriel Jorgewich-Cohen, doctorando de la Universidad de Zúrich (Suiza), acaba de demostrar ahora que el primer grito de la vida en la Tierra sonó hace 407 millones de años, antes de lo que se pensaba. Cree que lo emitieron unos vertebrados primitivos dotados de una abertura (coana) que comunica las fosas nasales externas con la cavidad bucal. Y sugiere que no emitieron meros ruidos, sino que se trató de comunicación porque usaron esos sonidos en interacciones sociales, como la selección de pareja o el marcado de territorio.

Este investigador ha llegado a la conclusión de que la comunicación acústica en los vertebrados procede de aquel ser ya desaparecido: al final del Devónico se produjo una extinción masiva que afectó gravemente a la vida marina.

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Los arenques se comunican con pedos. Jadean en la superficie del agua en busca de aire, que tragan y luego lo dejan escapar por el ano en pequeñas descargas. |FOTO: GETTY IMAGES

Jorgewich-Cohen ha analizado datos de miles de especies de vertebrados descendientes de aquel pez primigenio, todos ellos con coana, y concluye que la comunicación acústica comenzó en esos animales. Esto significa que la comunicación vocal es al menos tan antigua como el pez pulmonado, un raro grupo de peces muy primitivos, con coana, que tiene la capacidad de respirar aire.

Este investigador sospechaba que los científicos habían pasado por alto en sus estudios a algunos animales por pensar que eran incapaces de comunicarse. Y decidió comprobarlo. Para ello escrutó 53 especies que se creían mudas: 50 tortugas, una tuátara (saurópodo que se parece a la iguana); el pez pulmonado de Sudamérica (ejemplares muy curiosos con aletas lobuladas); y la cecilia (anfibio que recuerda a la lombriz). Los ha espiado con sofisticados micrófonos e hidrófonos y ha certificado que no son muy parlanchines, pero tampoco mudos.

La primera comunicación partió de unos vertebrados con una abertura que hace que las fosas nasales externas se comuniquen con la cavidad bucal

Sobre todo las tortugas han sido una revelación. Durante mucho tiempo se ha creído que eran incapaces de emitir sonidos. Jorgewich-Cohen ha descubierto sorpresas en la selva amazónica junto con Camila Ferrara, especialista en tortugas acuáticas de la Wildlife Conservation Society.

Colocaron los micrófonos, aguardaron con paciencia y lograron escuchar a la tortuga guacamayo. Descubrieron que era más locuaz de lo que se creía. Camila Ferrara distinguió hasta once vocalizaciones diferentes y comprobó que también se comunican las tortugas jóvenes enterradas en la orilla del río. Parece que 'hablan' para ponerse de acuerdo a la hora de eclosionar y hacerlo todas juntas. Cuenta Ferrara que las tortugas guacamayo se hacen llamadas cortas y muy esporádicas. Son difíciles de captar, por eso se ha tardado tanto en comprobar.

Un bicho raro de tres ojos que vive 200 años

Este hallazgo animó a Jorgewich-Cohen a averiguar si otras tortugas se comunican. Inició entonces una exhaustiva operación de escuchas. Estudió las 53 especies escogidas por su mutismo. Y descubrió, con sorpresa, que las madres de las tortugas cálao son muy cariñosas. Tenían fama de malas madres: se creía que dejaban a sus crías a su suerte justo después de poner sus huevos. Ahora, Jorgewich-Cohen ha comprobado que esperan pacientemente en el agua y después llaman a las crías. Ha descubierto incluso que a veces conducen a las recién nacidas a aguas seguras a hasta 70 kilómetros río abajo.

Los arenques se comunican con pedos y provocaron un conflicto internacional. Los suecos pensaron que ese extraño ruido bajo el mar Báltico procedía de un submarino ruso.

El investigador se fijó también en un anfibio muy antiguo, la cecilia: se cree que fue el primer animal en desarrollar glándulas de veneno. Se la consideraba muda, pero, de nuevo, los micrófonos captaron sonidos, esta vez un crujido peculiar. Lo mismo sucedió con la tuátara, otro bicho raro: tiene tres ojos, vive hasta 200 años... y sí, también ella 'habla'.

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La cara de la lechuza es una antena. Las lechuzas se sirven de toda su cara como una antena parabólica diseñada para concentrar el sonido hacia los oídos, que están bajo sus plumas. |FOTO: GETTY IMAGES

Y es que el mundo acuático está lejos de ser un lugar silencioso. Antes de Jorgewich-Cohen, otros investigadores habían desvelado que los peces 'hablan' de varias maneras. Unos parlotean con los dientes, los hay que se frotan, otros producen gruñidos... Y casi todos usan la vejiga natatoria como caja de resonancia.

Luego está el extraño sistema de comunicación de los arenques. Lo hacen a través de los pedos: suben a la superficie a tragar aire y luego lo expulsan por el ano en pequeñas descargas. Las burbujas emiten un sonido como de fritura y han llegado a protagonizar un episodio rocambolesco de fricción internacional: los suecos, en el año 1994, sospecharon que ese ruido bajo el agua delataba la presencia de un submarino ruso espía en el mar Báltico. Protestaron ante el Gobierno de Yeltsin. Fue un gracioso chasco descubrir que aquel ruido inquietante eran pedos de arenques.

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Los grillos oyen desde las rodillas. Los grillos tienen las orejas en las rodillas; las cigarras, en el abdomen. Y las mantis religiosas solo tienen una oreja, que está en el pecho. |FOTO: GETTY IMAGES

La biología es extravagante. Los grillos tienen las orejas en las rodillas, algunas mariposas oyen con sus alas, las mantis religiosas tienen una sola oreja en el pecho, las lechuzas se sirven de toda su cara como una antena diseñada para concentrar el sonido hacia los oídos, que están bajo sus plumas. Y oyen incluso mejor que ellas las ratas canguro: el oído medio de su cráneo es más grande que su cerebro.

En cuanto a capacidad emisora, son campeones los elefantes: su barritar les permite comunicarse a muchos kilómetros de distancia. Aunque hay quien los supera. El canto de la ballena azul, por ejemplo, puede atravesar océanos. Y los murciélagos emiten ultrasonidos con frecuencias inalcanzables para el oído humano. Ahora, los investigadores intentan desentrañar la comunicación por ultrasonidos de algunos roedores.


Gabriel Jorgewich- Cohen ha investigado varios tipos de tortugas y ha descubierto que las guacamayo 'hablan' desde los huevos antes de nacer para ponerse de acuerdo y eclosionar todas juntas.

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