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Ingeniería genética

Resucitar a los mamuts para salvar el planeta

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Este mamut de un mes murió hace 40.000 años en Rusia, pero puede ser la clave para la conservación de la tundra ártica. Planean resucitarlo y acaban de conseguir el dinero para financiar el costoso experimento.

Por Fátima Uribarri

Sábado, 02 de Octubre 2021

Tiempo de lectura: 7 min

Cruzaba el río Yuribéi con su manada y se quedó atrapada en el fango. Se ahogó hace 40.000 años, pero ha permanecido intacta. La encontró Yuri Khudi, un pastor de renos del pueblo siberiano de los Nénets, hace 14 años en un paraje de la península de Yamal, al Noroeste de la Siberia rusa. El frío de la tundra ártica y las bacterias del río encurtieron su piel y conservaron sus órganos; todavía lucía los mechones de pelo característicos de su especie, el mamut lanudo, Mammuthus primigenius.

Esta preciosa cría, de un mes de edad, conservaba incluso leche materna en el estómago y materia fecal en el intestino. Es un tesoro para los investigadores. La han llamado Lyuba, en honor de la esposa de su descubridor, y la han examinado expertos rusos, japoneses y estadounidenses como fuente excepcional que es para aprender cosas de nuestro pasado más remoto.

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Hallazgo sorprendente. El pastor de renos de Siberia Yuri Khudi encontró junto con sus hijos (aquí con uno de ellos) el cuerpo congelado de la mamut Lyuba.

Pero Lyuba puede ayudar, además, a otras misiones importantes. Quieren utilizar su ADN y mezclarlo con células del elefante asiático —en vías de extinción— para que los embriones resultantes los geste una elefanta y cree así una raza de paquidermos peludos que se adapte a las duras condiciones de vida de la gélida tundra ártica, un terreno inmenso y vital: «La llamada 'estepa de mamut' fue una vez el ecosistema más grande del mundo: se extendía desde Francia hasta Canadá y de las islas árticas rusas hasta China —explican desde Colossal, la empresa estadounidense que, en tándem con el genetista George Church, de la Facultad de Medicina de Harvard, proyecta el experimento—. Aquel extenso territorio fue el hogar de millones de grandes herbívoros. Y estos animales fueron claves para proteger un ecosistema tan vasto que casi controló el clima».

En aquel ambiente, el mamut lanudo estaba bien adaptado al frío. Lo protegían una densa capa de grasa y un abrigo tupido, de pelos de hasta un metro de largo. Sus orejas eran pequeñas y estaban forradas de piel. Los inmensos colmillos curvos, utilizados principalmente para la lucha, también eran útiles para buscar comida bajo la nieve.

Como, según se fueron extinguiendo, sus cadáveres quedaron enterrados en sedimentos que se han congelado, muchos de sus restos han permanecido bien conservados hasta ahora.

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Intacta.El animal pesaba 50 kilos y está tan bien conservado que, cuarenta milenios después, mantiene aún madejas de su pelo. A partir de sus genes, la empresa Colossal —con 15 millones ya de financiación en fondos privados— intentará crear miles de mamuts lanudos para que vuelvan a Siberia, como muestra esta recreación del museo Field, en Chicago.

La idea de 'resucitar' especies extinguidas no es nueva: este tipo de clonación ya lo barajaba también, entre otros, el Instituto de Ecología Aplicada de Siberia, pero carecía, como los demás grupos de investigación, del dinero para realizarlo. La tan ansiada financiación la ha conseguido finalmente la compañía estadounidense de biociencia y genética Colossal: cuenta con quince millones de dólares, recaudados a través de donaciones privadas, y aseguran que conseguirán más.

Varios expertos alertan sobre las posibles alteraciones genéticas de las crías gestadas con ADN de mamut

El objetivo final de 'resucitar' a Lyuba es —dicen— netamente medioambiental. El equipo científico de Colossal y Church busca que los nuevos elefantes lanudos vuelvan a Siberia y derriben árboles, pisoteen el terreno y hagan así una alfombra de pastizal que proteja el permafrost —la capa de suelo ártico permanentemente congelado y, desde hace años, en proceso de descongelación por el calentamiento global—, frenando de ese modo el deshielo de las tundras.

En ellas predomina hoy el musgo, pero en la época de los mamuts la zona era casi enteramente de puros pastizales. Algunos investigadores creen incluso que los mamuts lanudos eran unos ingenieros del ecosistema que garantizaban el mantenimiento de los pastizales desintegrando el musgo, tirando árboles y fertilizando los terrenos con sus excrementos.

Estrella mundial.
Estrella mundial. Desde su hallazgo en 2007, Lyuba ha aportado tanta información a los científicos como éxito a la exposición itinerante Mammoths and Mastodons: Titans of the Ice Age, de la que su réplica lleva años siendo la estrella allí donde vaya. En la imagen, durante su exhibición en el National History Museum de Londres en 2014. |Steve Parsons/PA Images via Getty Images

Basándose en ese pasado, los ecologistas rusos han importado bisontes y otras especies de hoy a una reserva de Siberia llamada 'Parque del Pleistoceno' con la esperanza de volver a convertir la tundra en pastizales. George Church está convencido de que los mamuts lanudos resucitados podrían hacer lo mismo de un modo más eficiente. El científico de Harvard asegura que los pastizales restaurados evitarían no solo que el suelo se derritiera y siguiera erosionándose, sino que atraparían, además, el dióxido de carbono que retiene el calor.

No toda la comunidad científica concibe con el mismo entusiasmo esta idea. Además, de los 'peros' éticos sobre la clonación y la 'resurrección' de animales, hay expertos que advierten de las alteraciones genéticas no previstas que pueden surgir al mezclar distintas especies, generando un escenario biológico desconocido.

Otra dificultad es que, en caso de lograr un embarazo de la nueva especie, habría que esperar a que la gestación (de 22 meses en los elefantes) prosperara y a que la cría saliera adelante: los animales clonados, una vez nacidos, han presentado diversos problemas de salud.

En Colossal, sin embargo, todo es euforia. Los científicos aseguran que el híbrido resultante de su proyecto «caminará como un mamut lanudo, se verá como uno de estos animales, bramará como uno de ellos, pero lo más importante será que podrá habitar el mismo ecosistema».


Ben Lamm y George Church

Los padres de la criatura...

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George Church, de 67 años, es profesor de genética en la Escuela Médica de Harvard, profesor de Ciencias de la Salud y la tecnología en Harvard y el MIT, y miembro fundador del Instituto Wyss de Ingeniería inspirada biológicamente de la Universidad de Harvard. Está considerado como un pionero en genómica personal y biología sintética.

Durante los últimos ocho años ha liderado a un pequeño equipo de investigadores que desarrollan herramientas para traer de vuelta a los mamuts. Una de ellas es Eriona Hysolli, del Departamento de Genética de la Escuela Médica de Harvard y quien supervisará los trabajos de la nueva empresa destinados a editar el ADN del elefante agregando los genes responsables de las características del mamut, como el pelo tupido y la amplia capa de grasa para que soporten el frío.

... y la ‘madre’.
... y la ‘madre’. Eriona Hysolli, del Departmento de Genética de la Escuela Médica de Harvard, es la encargada de supervisar los trabajos de Colossal destinados a editar el ADN del elefante agregando los genes responsables de las características del mamut.

La idea del experimento que va a desarrollar Colossal viene también de antaño. Church la planteó ya en 2013 en una charla en la National Geographic Society. Church —famoso en círculos académicos por inventar formas de leer y editar el ADN— se preguntó entonces si podía resucitar realmente o no una especie extinta reescribiendo los genes de un pariente vivo.

Como los elefantes asiáticos y los mamuts tienen un ancestro común que existió hace seis millones de años, él creía ya hace casi una década que sería viable modificar el genoma de un elefante para engendrar algo que pareciera y actuara como mamut. Su propuesta captó entonces la atención de la prensa, pero no consiguió  más de 100.000 dólares de financiación que aportó —y no es un detalle menor— el cofundador de PayPal, Peter Thiel.

Enfriado el tema durante años por falta de fondos, el interés volvió en 2019, cuando Church fue contactado por Ben Lamm, fundador de la compañía de inteligencia artificial Hypergiant con sede en Texas, muy interesado en la llamada 'desextinción'. Lamm visitó a Church en su laboratorio y entablaron una amistad previa al emprendimiento empresarial.

El cofundador de PayPal, Peter Thiel, fue el primero en apostar por Church en 2013. Hoy los inversores incluyen a los gemelos Winklevoss, famosos por su batalla legal con Mark Zuckerberg por Facebook

Lamm creó así Colossal para patrocinar el trabajo científico de Church, y ya cuenta con el financiamiento inicial de la compañía: 15 millones de dólares. La identidad de algunos de los inversores no es tampoco en este caso un detalle menor: el dinero proviene, entre otros, del productor de cine y multimillonario inversor del entretenimiento Thomas Tull; de Tim Draper, fundador de una red global de fondos de capital de riesgo que fundó Baidu, Tesla, Skype, SpaceX, Twitch, Hotmail, Focus Media y otros 20 unicornios en la etapa inicial; y de los gemelos Tyler y Cameron Winklevoss, famosos por la batalla legal que libraron con Mark Zuckerberg sobre la idea original de la red social Facebook y, últimamente, por sus grandes inversiones en bitcoins.

Resulta inevitable preguntarse cómo ganarán dinero estos inversores con los mamuts... Al margen del proyecto medioambiental en Siberia, Lamm vaticina que la empresa podría crear, además, nuevas formas de ingeniería genética y tecnología reproductiva con otras aplicaciones prácticas y otros fines, como, por ejemplo, ayudar a las especies de nuestro tiempo que están en peligro de extinción o amenazadas. Los avances alcanzados podrían dotar de genes que resistan a los patógenos de ciertas enfermedades que tienen contra las cuerdas a muchos animales, y otros facilitar que algunas especies tolerasen mejor el calor y la sequía provocados por el cambio climático. El tiempo dirá.