Volver
';

Diane Keaton y los hombres Leyendas del cine La apasionada vida sentimental de la soltera de oro de Hollywood

Ha tenido grandes amores, como Warren Beatty; ha sentido pasiones arrebatadas, como con Al Pacino, a quien pidió matrimonio; y amigos eternos, como Woody Allen, a quien apoya de manera incondicional. Diane Keaton es sincera y estrafalaria. Cuesta creerlo, pero además se ha sentido siempre un patito feo.

Por Fátima Uribarri

Viernes, 23 de Diciembre 2022

Tiempo de lectura: 8 min

Woody Allen la invitó a cenar. «Me parece que tuve una cita con él. Fuimos al famoso asador Frankie and Johnnie's», escribe Diane a su madre en 1969, cuando ella tenía 23 años. Todo iba bien hasta que... «arañé el plato con el tenedor e hice un ruido normal de cortar; debió de molestarle mucho porque soltó un chillido», cuenta Diane Keaton en sus memorias Ahora y Siempre (Lumen).

Él se puso de los nervios. Ella se cohibió y como no se le ocurría la manera de seguir comiendo sin hacer el ruido que tanto alteraba a Woody Allen no ingirió nada más en aquella primera cita y se puso a hablar sobre la condición de las mujeres en las artes. «Como si yo supiera algo de mujeres y de arte», dice ella. «No creo que volvamos a salir a cenar en mucho tiempo», le comentó a su madre.

alternative text
«Yo era su querida tontita». Cuando le conoció, ella tenía 23 años. Han sido pareja y siguen siendo amigos. Según Diane Keaton, Woody Allen («mi querida tontita, en sus cartas de amor»), «es un hombre divertido, humilde e inteligente».Foto: Getty Images

Diane y Woody se habían conocido un año antes cuando ella hizo una prueba para Sueños de un seductor. Al principio de su relación se veían de manera esporádica. Había dos razones que impedían un contacto más frecuente: él estaba muy ocupado con sus neuras; tenía sus rituales diarios y le quedaba poco tiempo para arrumacos. «Todos los días tocaba el clarinete y actuaba en su obra, leía a Tolstói, escribía nuevos chistes para sus apariciones en el Caesars de Las Vegas (…) Siempre estaba ocupado, de modo que no pedía mucho de mí», cuenta Diane.

Diane era bulímica. «Me meto los dedos en la boca tres veces al día para vomitar; llevo años haciéndolo», confesó a su terapeuta

El otro impedimento para citas más constantes era el gran secreto de Diane: era bulímica. «Es triste que las exigencias de la bulimia resultaran más fuertes que mi deseo por Woody, pero así era», confiesa Diane. No hay filtros cuando habla de sus problemas alimentarios: «Entregué cinco años de mi vida a una insaciable voracidad», reconoce. «Me meto los dedos en la boca tres veces al día para vomitar. Llevo años haciéndolo», así explicó a su terapeuta su problema. Sin rodeos.

En sus memorias da una sorprendente lista de mujeres bulímicas como ella: Jane Fonda, Lindsay Lohan, Audrey Hepburn, Portia de Rossi (la mujer de Ellen Degeneres), Felicity Huffman (actriz de Mujeres Desesperadas), Mary Kate Olson, Victoria Beckham, Catherine Oxenberg (actriz de Dinastía), Mariel Hemingway, Anna Freud y la princesa Diana.

alternative text
Amor apasionado. Se enamoró locamente de Al Pacino. «Todo valía la pena solo por sentir su rostro junto al mío», cuenta Diane de el rodaje de El Padrino.Foto: Getty Images

En seis meses de psicoanálisis Diane venció a la bulimia. A confesarse en el diván la convenció –claro– Woody Allen. Aquel tipo raro, maniático y depresivo para Diane es «un hombre divertido, humilde e inteligente». Lo adora. Todavía, muchos años después de haber sido pareja. Diane ha sido un apoyo para él cuando el director de cine ha sido vetado en Hollywood por las acusaciones de abuso de su hija Dylan Farrow.

Diane Hall Keaton, con esa apariencia de seguridad, de roca, con su desaparpajo para llevar los estrafalarios atuendos diseñados por ella (lo hace incluso incluso ahora, a punto de cumplir 77 años) es muy sincera con sus inseguridades. Se ha sentido fea desde niña, por ejemplo. «Odiaba mi nariz», dice. «Los genes atractivos habían ido a parar a mis hermanas (tiene tres)», explica.

alternative text
Annie Hall es ella. Woody Allen se inspirtó en los Hall, la familia de Diane (Keaton es su segundo apellido) para la película Annie Hall. Diane ganó un Oscar y lo pasó de maravilla durante el rodaje. Ya no eran pareja.Foto: Getty Images

Se pasó la adolescencia acomplejada. Y a la vez tuvo suficiente personalidad como para diseñarse sus indumentarias y cardarse el pelo a los 16 años. Y el no va más: se presentó a su graduación con un vestido camisero de falda con vuelo que su madre confeccionó; se puso unos zapatos de tacón blancos de punta y con pompones negros, y remató el outfit con un sombrero hongo comprado de segunda mano en una tienda del Ejército de Salvación. Consiguió su propósito. «Logré llamar la atención. Poco importaba que tuviera un aspecto ridículo, conseguí vencer las dificultades de ser una simple y vulgar Diane. Y mi madre tenía razón respecto al sombrero: mejor guardarlo», apostilla.

Ha tenido suerte Diane con su familia. Los Hall, es su primer apellido (el segundo es Keaton) eran una familia media californiana, el padre ingeniero de caminos, la madre, una mujer encantadora, cómplice de Diane en su vocación artística. Hubo gritos entre ellos y distancia entre los padres, pero las palabras de Diane para su familia son de agradecimiento y hacia su madre, en especial, de emocionada devoción.

Como a ella le daba miedo volar, Warren Beatty le dio la mano durante todo el vuelo. «Una vez a salvo en tierra, me besó, dio media vuelta y regresó a Los Ángeles», cuenta ella, derretida.

A los 19 años dejó Los Ángeles (su ciudad natal) y se marchó a Nueva York a estudiar teatro. Una de sus primeras experiencias profesionales fue cantar tres estrofas de una canción del musical Hair. Escribe, emocionada, a su familia, «han venido a ver la obra grandes estrellas como Warren Beatty. ¿Os acordáis de cómo me enamoré de él viendo Esplendor en la hierba?». No imaginaba que Warren Beatty sería luego uno de sus grandes amores.

Pero antes estuvo Al Pacino. Estuvo loca por él. Trabajaron juntos en El padrino. Ella no lo pasó bien en la película: «Yo no era más que una wasp (white anglo saxon protestant) con peluca rubia en el mundo de El Padrino», dice. Y Marlon Brando era un grosero: «Bonitas tetas», le dijo al conocerla.

alternative text
Un don Juan infalible. Warren Beatty «es un caballero de generosidad disparatada», según Diane Keaton. Pero tenía un problema con el compromiso.Foto: Getty Images

Le encantaba Pacino: «Todo valía la pena solo por sentir su rostro junto al mío», cuenta. Se enamoró hasta las trancas. «Hace poco asistí a una proyección de la película y me enamoré de nuevo de Al», esto lo dijo en 2011, 21 años después del estreno de la tercera parte de El Padrino.

Diane Keaton nunca se ha casado, pero ha vivido grandes pasiones. De su relación con Woody Allen ha desvelado muchos detalles. Se escribían mucho. «Yo era su querida tontita. Él era mi 'cosita blanca'», cuenta. Se peleaban también: «Nos pirraba humillarnos el uno al otro». Por supuesto, se reían: «Sus análisis de mi personalidad eran acertados y desternillantes. Ese lazo sigue siendo el núcleo de nuestra amistad, y por mi parte, de nuestro amor», cree Diane.

La complicidad entre ellos dio como fruto varias películas. Para Annie Hall, Woody tomó el apellido de Diane y se inspiró en la familia de ella. Y eso que habían roto dos años antes. Con esa película Diane ganó el Oscar.

Marlon Brando, compañero en la película 'El Padrino', le pareció un grosero. «Bonitas tetas», le dijo cuando la conoció

Terminó el romance con Woody y luego apareció Warren Beatty. Un don Juan de primera. Un genio de la seducción. No se le resistía ni una mujer. Diane explica cómo lo conseguía y sus armas eran infalibles. Un ejemplo: ella le contó que le daba miedo volar y que días después tenía que viajar a Los Ángeles. Él se presentó ante la puerta de embarque, le dio la mano y no la soltó durante todo el vuelo. «Una vez a salvo en tierra, me besó, dio media vuelta y regresó a Los Ángeles», dice ella. Derretida. A cada novia la hacía sentir única. «Cuando me miraba yo era la persona más cautivadora del mundo».  Y además, ocurrente con los regalos. «Me encantaba su disparatada generosidad», cuenta Diane. Y por si eso fuera poco, era guapísimo.

Warren Beatty vivía en el hotel Beverly Wilshire, en un ático de 400 metros cuadrados repleto hasta el techo de libros y guiones. Un piso de soltero. «Warren y el concepto de hogar no se avenían bien», explica la actriz. Era un impuntual irredento, hacía esperar a todo el mundo y ella sospechaba que tarde o temprano él se iría con otra. Su problema era comprometerse; con lo que fuera.

alternative text
El regalo y el beso de Jack Nicholson. Una de las películas favoritas de Diane Keaton es Cuando menos te lo esperas porque Jack Nicholson le regaló, para compensar que su salario era menor aunque fuesen coprotagonistas, una parte de los beneficios de la película y, además, le dio un beso memorable. Aquí, juntos en un partido de baloncesto.

Warren Beatty era un hombre con mucho mundo que le presentó gente muy interesante como Katharine Graham, Jackie Kennedy, Diane Von Furstenberg, Diana Vreeland o Gay Talese, gente que a Diane le fascinaba, pero con la que no terminaba de sentirse cómoda.

Además, Beatty no era un tipo fácil. El rodaje de Rojos, dirigida por él, fue un tormento. «Era imposible trabajar con un perfeccionista que rodaba cuarenta tomas de una escena», explica Diane. A ella le caía fatal, Louise Bryant, su personaje. «Y Geraldine Page era un genio de la interpretación, pero con los genios las normas no existen». No disfrutó con Rojos aunque estuvo a punto de ganar un Oscar: no pudo ser,  ese año se lo llevó Katharine Hepburn por su papel en En el estanque dorado.

El romance acabó con Beatty y resurgió la pasión por Al Pacino en el rodaje de El Padrino III.  «Cásate conmigo, o al menos ten en cuenta esa posibilidad», le pidió Diane a Al. Él no aceptó. «Pobre Al, nunca lo quiso», dice ella.

alternative text
Madre entregada.Adoptó en solitario a sus hijos Dexter y Duke cuando ya había cumplido los 50 años. Es, dice, una madraza.Foto: Getty Images

La relación con los hombres de su vida es buena. Es buena amiga. Lo es de Jack Nicholson, un colega de un altruismo insólito. En sus memorias, cuenta Diane que dos años después de haber terminado de rodar Cuando menos te lo esperas le llegó por correo un cheque con muchos ceros por su porcentaje de la recaudación de la película. Pero ella no había acordado cobrar por la recaudación; su salario no era equiparable al de Nicholson, aunque fueran coprotagonistas. Pensó que era un error. Su agente le dijo que se lo había enviado Jack Nicholson. Porque sí. Esa es su película preferida, dice, porque entonces besó a Jack (un beso que le hizo olvidar que estaba filmando una escena, para ella fue estremecedor) y, además, ganó un dinero imprevisto, «fue un regalo inesperado a los 54 años».

Los años no le restan alegrías. Pasados los 50 adoptó en solitario a sus hijos, Dexter y Duke, que son el motor de su vida. Es activa en Instagram, hace collages, diseña ropa, destaca como fotógrafa... Sigue siendo apasionada. Y amiga de Woody. «Todavía le quiero», dice Diane Keaton. «Siempre seré su tonta del bote».