La nueva líder de Partido Conservador británico
La nueva líder de Partido Conservador británico
Viernes, 29 de Noviembre 2024, 11:45h
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La elección de Kemi Badenoch como líder del Partido Conservador británico el 2 de noviembre quedó opacaba en los titulares por la tragedia causada por la DANA en Valencia y, pocos días después, por la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Sin embargo, que Olukemi Olufunto Adegoke (su nombre antes de casarse), de padres nigerianos –nacida en Londres pero educada hasta los 16 años en Lagos– haya salido elegida para ocupar el puesto de Margaret Thatcher no es poca noticia.
A sus 44 años, es la primera mujer negra elegida para tan alto puesto en la política británica, la candidata de los torys para ser primera ministra, después del fracaso electoral de Rishi Sunak. Sunak es de ascendencia india, lo que indica que entre los conservadores la diversidad racial y cultural no es un obstáculo –o no significativo– para ascender. Pero quizá el ascenso de Kemi Badenoch, con su piel oscura y sus peinados afro, requiera una explicación más detallada (que si has visto la serie Industry, ya habrás anticipado).
Kemi Badenoch no tiene la fortuna personal que tenía Sunak (entre él y su mujer acumulan unos 800 millones de dólares), pero procede de una familia nigeriana acomodada. Su padre era médico (falleció en 2021 de un tumor) y su madre es profesora de fisiología. Ella está a su vez casada con Hamish Badenoch -con quien tiene tres hijos–, activista conservador desde la adolescencia y ahora jefe de transformación inmobiliaria del Deutsche Bank. Y, sobre todo, un entusiasta de la carrera política de su mujer.
Pero el ascenso de Kemi, dice The Times Magazine, no se entiende sin comprender el ascenso de los nigerianos en las estructuras de poder en el Reino Unido (y puede que en el resto del mundo). Por supuesto, los nigerianos en cuestión son la élite del país africano, el más rico del continente y el que menos se esfuerza por combatir la pobreza, según Oxfam, con una clase política y económica privilegiada que valora enormemente la educación elitista que pueden recibir en el extranjero.
Tras ser nombrada líder del Partido Conservador, Kemi Badenoch recibió una de las primeras felicitaciones desde la bancada opuesta en el parlamento. Florence Eshalomi, diputada laborista tuiteó: «De un diputado nigeriano británico a otro diputado nigeriano británico, eku ori ire (felicidades en yoruba). Tu padre estaría orgulloso». El ascenso meteórico de Badenoch es histórico para Inglaterra y un logro aún más remarcable para 'la diáspora nigeriana' (hay unos 200 mil ciudadanos con raíces nigerianas en el país), pero para quien prestase atención no resulta tan sorprendente.
Badenoch, explica The Times Magazine, está lejos de ser la única nigeriana en puestos de poder. La revista enumera una larga lista de importantes cargos, tanto en la economía como en la vida social y política del Reino Unido, que, como la dirigente tory, provienen del país africano. Claro que no son el estereotipo que suele imaginarse de la emigración africana que llega en pateras y cruzando fronteras ilegalmente.
Badenich nació en un hospital privado de Londres, al que sus padres acudieron específicamente para su nacimiento. Luego regresaron con Kemi a Nigeria cuando tenía solo dos semanas de vida. Como muchos otros nigerianos, tuvo una infancia acomodada en un barrio rico de Lagos, la capital económica de Nigeria, con sus dos hermanos menores.
En el discurso que hizo cuando llegó al parlamento en 2017, Badenoch recordó «hacer mis deberes —dijo— a la luz de las velas, porque la junta estatal de electricidad no podía proporcionar energía, y buscar agua en cubos de un pozo, porque la compañía de agua no podía abastecer de agua los grifos». Pero hablaba de problemas en las infraestructuras del país y no de penurias familiares.
Una infancia similar tuvo Nero Ughwujabo, de 50 años, el primer asesor negro en el número 10 de Downing Street, bajo Theresa May, y ahora estratega de la Fundación King's Trust. Creció en Eku, en el sur de Nigeria, antes de llegar a Londres a los 15 años para asistir a una escuela secundaria privada. Cuenta que tuvo una muy buena infancia en África. «Éramos ricos. Teníamos diferentes casas, conductores, ayuda doméstica. Lo teníamos todo», recuerda.
Su madre era una empresaria, su padre, un destacado líder de su iglesia. «Cuando vinimos a Gran Bretaña para continuar nuestra educación, teníamos claro que lo haríamos igual de bien: teníamos ambición, voluntad de tener éxito, todas esas cosas que los padres nigerianos te inculcan desde pequeño. Lo que más nos repitieron en casa fue la importancia de la educación, la educación, la educación».
Michael Eboda, CEO de Powerful Media, abogado y periodista, está de acuerdo. «Los nigerianos tienen una obsesión casi patológica con la educación», dice. Eboda, de 63 años, nació en Gran Bretaña, pero se mudó a Nigeria para vivir con su tía cuando tenía 14 años, tras la repentina muerte de su madre. Recuerda cómo, en las escuelas nigerianas, los niños no se enumeraban alfabéticamente, sino que en las paredes colgaban listas que clasificaban a los alumnos en orden de rendimiento académico, desde el primero en la parte superior hasta el último en la parte inferior. «Era una vergüenza estar cerca del fondo. En las escuelas nigerianas, no se burlaban de ti por llevar una ropa diferente o un mal corte de pelo, sino por no sacar buenas notas».
Badenoch también ha comentado su decepción con la poca exigencia del sistema educativo británico cuando llegó a Inglaterra con 16 años. En la universidad, esa estudiante brillante que sobresalía en matemáticas y era campeona de ajedrez en Nigeria creía que se le exigía demasiado poco. Sacó la carrera de ingeniería informática con calificaciones excepcionales. Y se convirtió en «una verdadera hija de Nigeria», donde el santo grial es tener un hijo que sea médico, abogado o ingeniero.
Mo Abudu, CEO de la compañía de cine y televisión EbonyLife Media, que divide su tiempo entre Lagos y Londres, dice que los nigerianos están impulsados por un fuerte espíritu competitivo. Pero, además, «vemos los desafíos como oportunidades. Aprendemos desde el principio que el trabajo duro y la determinación son cruciales para el éxito».
Ughwujabo añade otra característica. Los nigerianos británicos, dice, se centran en lo que quieren y piensan a largo plazo. Saben que en algún momento se enfrentarán al racismo, ya sea abierto o tácito, y no lo ven como un impedimento para el éxito. «Si intentas detener el progreso de los nigerianos diciéndoles que no tienen el título o las calificaciones correctas, irán y obtendrán el título o la calificación necesaria —dice Ughwujabo—. Si luego cambias las reglas de juego y le dices a un nigeriano que necesita otros certificados, también irá a buscarlos».
Cuando se trata de la migración negra, hay comparaciones inevitables entre las personas que llegaron a Reino Unido desde Nigeria, que fue colonia británica desde mediados del siglo XIX hasta 1960, y las que llegaron desde sus colonias en el Caribe (Bahamas, Jamaica...). Eboda lo explica así: «La gente que llegó del Caribe a principios de los años cincuenta y sesenta llegó para trabajar en empleos manuales y precarios que eran importantes para reconstruir el país después de la Segunda Guerra Mundial. Los nigerianos y otros africanos de clase media vinieron más tarde y lo hicieron para recibir una educación en el sistema británico. Es un mito que todos vinieran de la pobreza».
La generación de británico-nigerianos que ahora destacan en la vida política y económica del Reino Unido son los hijos de esa primera migración. Pero son una minoría, muy minoritaria, del país africano. Nigeria es el país más poblado y más rico de África –ocupa el puesto 12 en producción de petróleo mundial–, pero un tercio de sus 206 millones de habitantes vive en condiciones de pobreza extrema; además, diez millones de niños siguen sin ser escolarizados y el 40 por ciento de la población no tiene acceso a la sanidad básica, según datos de Oxfam. Sin embargo, el establishment político-económico dispone de todos los lujos imaginables y vive en exclusivas urbanizaciones –y hasta en islas privadas– en Laos, la capital económica del país.
En Nigeria, el poder se lo dividen dos partidos, que ocupan casi todos los escaños. Uno —el Congreso de Todos los Progresistas, con el actual Presidente, Bola Tinubu, a la cabeza— ocupa el espectro del centro-izquierda; el otro, el Partido Popular Democrático, representa el centro-derecha. Pero son básicamente iguales y no abordan ningún cambio estructural en el país. Mientras tanto, 86 millones de nigerianos tienen que vivir con 1,65 dólares al día.
No es el caso de Kemi Badenoch, criada entre las familias pudientes nigerianas y que no considera que la pobreza en su país sea un tema controvertido. De hecho, Badenoch atribuye su conservadurismo a su frustración con los «mocosos londinenses de clase media», que conoció en la Universidad y que «me enfadaban con cómo hablaban de África...». «Estos estúpidos niños blancos de izquierdas —ha dicho— no sabían de lo que estaban hablando». Se unió al Partido Conservador en 2005, a los 25 años y en la campaña electoral de 2010 conoció a su marido, Hamish Badenoch, educado en Cambridge, y que se convirtió pronto en el recaudador de su campaña y en su más firme apoyo político.
Badenoch llegó a Gran Bretaña con la determinación de triunfar y la voluntad de aprovechar al máximo las oportunidades disponibles. Y la suya es una historia de éxito que inspirará a otros. The Times apunta en otra dirección geográfica también.
En Estados Unidos, los datos del Instituto de Política de Migración (MPI) con sede en Washington muestran que a los nigerianos les está yendo igual de bien en América. Una empresa de programación digital como Calendy, valorada en 3.000 millones de dólares, tiene un fundador nigeriano-estadounidense, Tope Awontoa, de 43 años. A su vez, Wally Adeyemo, de 43 años, es subsecretario del Tesoro, el nigeriano de más alto rango en la administración de Biden. No será lo mismo con Donald Trump en el gobierno, pero ese mismo estudio muestra que si entre los nacidos fuera de Estados Unidos la media con estudios superiores es del 31 por ciento, en el caso de los nigerianos es del 61 por ciento. Y la mayoría de ellos, con más de una licenciatura.