El truco científico y definitivo Sí, el hipo tiene cura (y no es necesario hacer contorsionismo ni morir del susto)
Bebe con la cabeza hacia abajo. No mejor, prueba a beber agua fría sin respirar. Si no te funciona, presiona los oídos, respira dentro de una bolsa o túmbate de espaldas con las rodillas en el pecho. Aunque ya sabes, nada como un buen susto», repetían nuestras abuelas en cuanto nos escuchaban con hipo. Seguramente te hayas puesto en más de una ocasión manos a la obra con alguno de estos remedios caseros que requieren prácticamente un curso en contorsionismo. Alguna vez puede que te hayan salvado del apuro controlando la orquesta de sonidos molestos, pero, spoiler: ninguno funciona a ciencia cierta.
A pesar de las multitudinarias búsquedas diarias en Google sobre cómo terminar con el hipo, la causa de por qué sufrimos hipo sigue siendo todo un misterio. Lo único que se sabe es que es benigno y que, cuando se prolonga en el tiempo, puede alertar sobre otras enfermedades como trastornos en el sistema nervioso central o lesiones en los nervios.
El fallo de los remedios caseros está en la falta de presión que ejercen sobre el diafragma, donde reside la clave del hipo
Este bucle de espasmos producidos por la contracción brusca, involuntaria y repetida del diafragma y que conlleva un cierre inmediato de la glotis produciendo ese sonido tan característico, nos acompañan prácticamente desde que nacemos. Y desde luego, es una de las experiencias físicas a la que tratamos de poner final en cuanto comienza debido a la gran incomodidad que produce saber que siempre llega el siguiente hipo.
Además de los consejos de la abuela, son varios los artilugios que a lo largo de la historia se han propuesto para evitar el hipo. Pero ninguno tan eficaz como HiccAway, una pajita... un poco sofisticada. Ali Seifi, neurointensivista de la Universidad de Texas en San Antonio, ha creado un utensilio que marca un antes y después para el hipo. Seifi encontró el punto exacto de presión en el diafragma que era necesario para detener un ataque de hipo. Algo que le permitió entender cómo actúan realmente los típicos remedios y por qué, en ocasiones, estos funcionan.
Entonces, trabajó en una herramienta que ejerciera constantemente cien centímetros de presión de agua en el diafragma, la cantidad que determinó que era necesaria para frenar el hipo, y así dar al fin con un remedio que siempre te lo quitará, sin lugar al fallo.
A la hora de explicar su mecanismo, compara su invento de pajita ‘quita-hipo’ con una manguera de jardín. «Imagina que tienes una manguera y abres el grifo. Al colocar medio pulgar y ejercer presión, el flujo se mantiene igual, pero al cambiar el diámetro, la velocidad del fluido cambia y expulsa más». Para conseguirlo, cuenta con un diseño muy especial. Dispone de un orificio muy pequeño en la parte inferior, la que colocamos dentro del vaso, y el extremo por el que bebemos con un agujero mucho más grande. Este contraste permite que al beber se tenga que ejercer presión en el diafragma. Y sí, poner fin al fatídico hipo.
Apunta el truco: Primero, exhala por completo e inhala profundamente. Espera diez segundos y, sin exhalar, inhala un poco más. Espera otros cinco segundos, y vuelve a inhalar. Exhala
La pajita se vende por catorce dólares y, hasta ahora, ya ha recaudado más de un millón de euros. Pero, ¿y si te dijéramos que tenemos la solución a tu hipo, respaldada por la ciencia, y sin tener que gastarte ni un solo euro?
Se trata de un ejercicio de respiración sencillo, explicado por el cirujano Luc Morris en la revista The Atlantic. Con tan solo veinte años, cuando aún era estudiante universitario de Medicina, Morris descubrió un tratamiento para el ‘singultus persistente idiopático’, conocido como hipo para el resto de mortales. El estudio lo realizó con 19 pacientes que presentaban cuadros de hipo que se prolongaban de veinte minutos a ocho horas. En el 84 por ciento de ellos, logró que el hipo terminara deforma permanente e inmediata.
Para poder acabar con él, no necesitaron más que su respiración. Así que apunta el truco. Primero, exhala por completo e inhala profundamente. Espera diez segundos y, sin exhalar, inhala un poco más. Espera otros cinco segundos, y vuelve a inhalar. Llega el turno de exhalar y verás como tu hipo por fin te ha abandonado.
La solución de Morris no trascendió ni se realizaron más estudios sobre este método de respiración. Pasó al olvido. «¿Cómo haríamos un ensayo clínico? ¿Quién pagaría por ello? No hay medicamento que podamos vender. Nadie invertirá, ni contratará a gente y ni hará todo el papeleo porque no hay dinero que ganar», explicaba Morris a The Atlantic. Al final, las leyes de las patentes solo contemplan los descubrimientos científicos que se puedan distribuir empaquetados y con fines comerciales, por lo que este método no está cubierto por los derechos de autor. Por suerte, la respiración sigue siendo gratis. De momento.