Vilagarcía sondea Alobre en busca de los verdaderos límites del castro

Serxio González Souto
SERXIO GONZÁLEZ VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

El CSIC inicia las prospecciones en el istmo que unía el antiguo poblado a la tierra

30 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Habitado, o al menos dotado de actividad desde el siglo IV antes de Cristo, los límites del castro de Alobre fueron difuminándose a partir de su abandono, en torno al siglo IV de nuestra era. Los cambios drásticos a los que el territorio en el que se asentaba el antiguo poblado fue sometido desde finales del XIX, cuando se construyó la carretera litoral entre Vilagarcía y Vilaxoán y se desecaron las antiguas marismas, dificultaron aún más la percepción correcta acerca de su verdadera extensión. Un vacío al que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas trata ahora de poner remedio a través del Instituto de Ciencias de Patrimonio, cuyas prospecciones sobre el terreno comenzaron ayer.

Aunque coincida en el tiempo con la firma del convenio por el que Mercadona cede al Concello de Vilagarcía la antigua puerta marítima del castro y la cetárea romana, descubiertas al hilo de la construcción de su nuevo supermercado, las dos intervenciones nada tienen que ver entre ellas. Solicitada por Ravella, esta nueva investigación se lleva a cabo bajo la dirección técnica del arqueólogo Carlos Otero Vilariño y la científica de César Parcero Oubiña, doctor en Historia y científico titular del CSIC. Junto a Felipe Criado, ambos son los autores del atlas arqueológico del paisaje gallego.

Su objetivo es doble. Por una parte, conocer si las estructuras del castro superan la de los recintos conocidos hasta el momento. Algo que se antoja más que probable, puesto que la planicie sobre la que se está actuando se hallaba emergida ya cuando se ejecutaron los rellenos modernos, además de coincidir con el istmo que originalmente unía el poblado con la tierra. Por otra, comprobar si la zona objeto de intervención presenta evidencias de una ocupación posterior a la de la propia época castrexa.

Las prospecciones se desarrollarán a través de métodos no invasivos, con aparatos de relieve de precisión y teledetección, así como recurriendo a la geofísica con un gradiómetro (medidor de gradientes de campos magnéticos). En definitiva, no habrá excavaciones físicas, sino una suerte de mapeo de los espacios de mayor potencial arqueológico, que podría indicar dónde existieron estructuras concretas. El Concello explica que, de obtener resultados positivos, el trabajo ofrecerá «información moi valiosa para actualizar a interpretación do castro e, por suposto, servirá de base para futuras campañas de escavacións».

Quien se deje caer por el extremo sur del castro observará, durante los próximos días, cómo la enorme finca ligada al pazo de Vista Alegre —que Ravella ha desbrozado, además de gestionar las autorizaciones pertinentes con sus propietarios— es dividida en cuadrículas de 30 por 30 y 20 por 20 metros, que serán sometidas a diferentes procesos, incluyendo una prospección térmica a través de un dron.

Los trabajos, concluye Ravella, parten del convenio que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas firmó con la Diputación para el estudio de una decena de yacimientos galaicorromanos en la provincia.