Qué compran, hacen y gastan los cruceristas en A Coruña: «Cuando viene un crucero de ingleses, pongo refuerzo»
VIVIR A CORUÑA
El viernes llegó a la ciudad un buque con 6.654 pasajeros a bordo, un desembarque de alemanes que causó menos interés entre los comerciantes y hosteleros de la zona
24 abr 2023 . Actualizado a las 21:23 h.El puerto de A Coruña consiguió en 2022 un récord en el tráfico de cruceros, con 138 escalas, 225.000 pasajeros y más de 100.000 tripulantes, según los datos de la Autoridad Portuaria. Una cifra que se espera mejorar este 2023, con unas previsiones que rozan las 150 escalas y superan los 300.000 pasajeros. Muestra de esta tendencia es lo que ha sucedido esta semana, con la llegada de tres buques y más de 16.000 turistas. Un público objetivo para comerciantes y hosteleros de la zona que es más apetecible según la nacionalidad de los visitantes: «Yo he trabajado y conozco a los alemanes y les cuesta consumir más fuera de su país», cuenta la encargada de la tienda de complementos Bijou Brigitte, en calle Real, que tiene anotado en el calendario los días que vienen buques ingleses: «Pongo refuerzo en la tienda porque consumen mucho más».
El último crucero en pasar por la ciudad ha sido AIDAnova, que hizo su visita el pasado viernes, 20 de agosto. Un buque con más pasajeros que habitantes tiene el municipio de Carral y que convirtió las calles del centro de la ciudad en un ir y venir de alemanes en mochila, con ganas de conocer la ciudad. Un ajetreo que contrasta con el ambiente de mise en place que caracteriza las primeras horas de la mañana, con negocios todavía cerrados o recibiendo los camiones de reparto.
La primera imagen que reciben los turistas al apearse del crucero es la de varios agentes de venta de tours turísticos, que les ofrecen dos itinerarios. El viaje hasta Santiago de Compostela, con el objetivo principal de conocer la catedral, cuesta 35 euros por persona. Mientras, la ruta por A Coruña vale 20 euros por persona, que les pasea por los monumentos más emblemáticos de la ciudad, como la Torre de Hércules, el Castillo de San Antón, los jardines de Méndez Núñez o el Monte de San Pedro. Buena parte de los cruceristas se suben a los autocares, una experiencia que completan con un paseo por la zona cercana al puerto y vuelven para comer en el buque. Sin embargo, otro buen número rechaza la insistencia de los guías turísticos, incluso tratan de esquivar a este periodista, temiendo que les quiera vender algo.
Los que sortean los buses se adentran en la ciudad con tranquilidad, a ritmo de paseo. El día era soleado, aunque por la tarde se truncó, y hacía calor. Una meteorología perfecta para las terrazas de La Marina, que se llenan los días de crucero. «Cuando hace bueno suelen venir y consumir, pero cuando llueve a veces ni salen del crucero», cuenta Sergio Gallego, segunda generación de Helados la IBI. «Pueden representar el 50 % de la terraza», señalan desde Bo&Go La Marina. Un aumento de ventas que también notan desde el mítico quiosco de la zona. «Sí que compran alguna revista», relata la dependienta.
La dueña del Café Sheraton también comparte este crecimiento de clientes, pero tiene claro que los ingleses (y no los alemanes) son los que más gastan en su establecimiento. Lo mismo sucede en Farggi, que aunque tienen una buena selección de cafés y postres, cerveza es lo que más sirven cuando llegan buques con turistas británicos. Eso sucedió el martes, 18 de abril, con la llega de ARVIA, un crucero de ambiente británico con más 6.000 pasajeros. Así, la tienda recuerdos de María Pita notó un gran aumento de las ventas, lo mismo que la encargada de Bijou Brigitte que vendió más, mientras que el pasado viernes tenía el establecimiento vacío a las 11.00 horas.
Los comerciantes y hosteleros de la zona del puerto, pues una guía turística señala que los cruceristas no se suelen alejar mucho si no es con una excursión, reciben la llegada de cruceros con agrado. Incluso establecimientos como Obradoiro Joyeros, que aunque casi no venden a los cruceristas, señalan que «siempre es positivo que gente de fuera venga a la ciudad», cuenta una dependienta mientras acicala el escaparate.