Los rascacielos de A Coruña que se quedaron en el cajón: «Iban a ganar menos dinero, pero los promotores querían dejar su impronta»
VIVIR A CORUÑA
José Antonio Franco Taboada todavía tiene la espina clavada del trío de torres que había proyectado para la ronda de Nelle en los años setenta
15 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.La Semana de la Arquitectura de A Coruña ha llegado a su fin. Han pasado siete días dedicados a honrar a las torres del paisaje urbano, desde la de Hércules hasta la Hercón. Lo cierto es que la ciudad herculina cuenta con el skyline más elevado de la Galicia, que habría sido mayor si hubieran salido adelante algunos de los proyectos de rascacielos que se quedaron en el cajón.
El trabajo olvidado de mayor renombre fue el que diseñó José Antonio Franco Taboada (A Coruña, 1944). El arquitecto que inauguró el edificio Hercón, el más alto de Galicia, en el año 1975, también había diseñado un trío de inmuebles para la ronda de Nelle, que pretendían estar listas para finales de los setenta. Sin embargo, el proyecto no salió adelante.
Franco Taboada recuerda que su creación había conseguido el visto bueno del Colegio de Arquitectos y de los profesionales que estaban detrás del plan general. Sin embargo, el Ayuntamiento lo paró todo. «Diseñé un edificio para la ronda de Nelle en el año 1977, hice un proyecto de rascacielos de tres torres que estaban unidas a diferentes alturas, que cumplía con todo. El colegio de arquitectos lo visó, pero desde el Ayuntamiento empezaron a poner pegas; por esa época era el cambio de régimen y finalmente decidió que no», recuerda el profesor emérito de la UDC.
Los promotores del proyecto se plantearon interponer una denuncia contra la administración local, pero se echaron para atrás por el temor a tener parado el solar durante mucho tiempo. El resultado fue que hicieron un inmueble normal en vez de una edificación representativa para la ciudad. «La torre que menciono de la ronda de Nelle iba a costar mucho más a los promotores que el que hicieron al final, iban a ganar menos dinero, pero querían dejar su impronta en la ciudad. Yo también pensaba que iba a ser un edificio importante», cuenta Franco Taboada.
El proyecto de Taboada en A Coruña hubiera sido la enésima torre de la década más prolífica en cuanto a rascacielos se refiere. A mediados de los setenta ya eran una realidad edificios como la torre Trébol, con 90 metros de altura (Carlos Meijide, 1975); la Galicia, con 80 metros (Manuel Gallego Jorreto, 1968), los edificios Torres y Sáez, de 78 metros (de Santiago Rey Pedreira, finalizada en 1974), y las Efisa, con 65 metros (1971). Además, las torres San Diego, también de Santiago Rey Pedreira, consiguen la licencia de construcción en 1976 para levantar 22 plantas en Río Monelos y la avenida del Ejército.
Un rascacielos al estilo Manhattan para A Coruña
Un boceto urbanístico más reciente fue el que quiso poner en marcha el alcalde Francisco Vázquez en la década de los 2000, tras 16 años de gobierno. En 2002 se presentó un rascacielos de 180 metros de altura para el polígono de Percebeiras. El complejo esperaba albergar a unos 2.000 vecinos y, gracias a su verticalidad, dejaría espacio libre en su entorno.
En esta ocasión, el Colegio de Arquitectos también dio el visto bueno. «Los edificios en altura son bellísimos, y estos dos se convertirán en hitos, en obras singulares que podrán ser visualizadas desde cualquier punto de la ciudad. Deben ser tratados con mucho cuidado», subrayó Alberto Unsaín, presidente de la institución. A pesar de ello, la edificación nunca fue una realidad. No se llevó a la práctica por las dificultades para encajarlo en el plan general y la contestación de un sector de la ciudadanía.
Otras torres que quedaron en el olvido
En los años siguientes también hubo otras iniciativas para levantar edificios de hasta 25 plantas en otros puntos de la ciudad. Pero solo se acercó un poco la torre de Cristal, en Matogrande, aunque sus 65 metros están muy por detrás de los inmuebles de los años 70.
Es precisamente en esta zona límite de la ciudad donde más se ha apostado por las torres como solución arquitectónica. El barrio que un día quiso ser una Castellana a la coruñesa cuenta con edificios como la torre Amura, de 16 plantas, y proyectos como Terrazas de Ézaro, que sumará una altura más. El que ya no será una realidad es la torre Infinity, que también iba a ser de la misma dimensión y, nuevamente, lejos de las edificaciones de los años setenta.
La última propuesta de inmueble en altura es la planteada para O Castrillón, en los solares de la parte alta del parque de Oza. Es un proyecto todavía en fase inicial, pero que ya ha recibido contestación por parte del vecindario. «Las torres de 17 plantas son una aberración. Si hay un incendio en este barrio, con los accesos que tenemos, sería algo terrible», afirmó un residente durante la reunión que convocó la asociación vecinal O Cruceiro Oza Urbanización Soto la semana pasada.