Las dos vicepresidentas continuarán el pulso entre PSOE y Unidas Podemos por medidas como la derogación de la reforma laboral o las pensiones
16 mar 2021 . Actualizado a las 21:41 h.Si de algo se ha jactado internamente la gallega Nadia Calviño en los 14 meses de Gobierno de coalición es de controlar las medidas económicas del Ejecutivo frente a los anuncios, filtraciones y controversias que llegaban desde su socio, Unidas Podemos. «Una cosa son las ruedas de prensa y otra es el BOE», argumentan habitualmente en el entorno de la vicepresidenta económica para esgrimir que es ella quien define las normas frente al «ruido» de los morados, cada vez más habitual en las horas previas a los Consejos de Ministros. Así ocurría con un vicepresidente segundo como Pablo Iglesias, muy activo en las redes, pero apartado de la última palabra de Economía al estampar su firma en cualquier decreto. Pero con la salida del líder de Unidas Podemos de la Moncloa y el nombramiento de la ministra de Trabajo, la ferrolana Yolanda Díaz, como vicepresidenta tercera, las tornas pueden cambiar para la coruñesa Nadia Calviño. Porque Díaz también se jacta, sí. Lo hace para recordar que conoce a la perfección la normativa laboral; de saber de lo que se habla cuando se trata de medidas económicas —en este último año ha sido parte del engranaje de los ERTE y otras grandes medidas—; y de querer imponer el sesgo morado en las medidas del Ejecutivo. Si la convivencia entre Iglesias y Calviño no era fácil —«Esto no es una subasta ni se resuelve con un tuit», indicó la ministra para referirse a la actitud del vicepresidente en la negociación de las subvenciones a empresas—, la que tendrá con Díaz tampoco se prevé idílica.
La derogación laboral
La gran prueba de fuego será la contrarreforma laboral del PP. Sindicatos y empresarios están citados para hoy en el Ministerio de Trabajo para iniciar la negociación sobre cómo desmontar la normativa aprobada por Mariano Rajoy en el 2012. El acuerdo de Gobierno deja clara la actuación: «Derogaremos la reforma laboral», indica el punto 1.3 del texto. Para, a continuación, matizar que se abordarán con carácter «prioritario» algunas medidas.
Estas interpretaciones, esas dos caras de la misma moneda, fueron las que ya provocaron un duro enfrentamiento entre Calviño y Podemos tras el pacto entre PSOE y EH Bildu para sacar adelante el último estado de alarma de junio del año pasado. Ahí se abordaba la derogación «íntegra». Pero los socialistas matizaron después que serían solo los «aspectos más lesivos». Y en medio de aquella polvareda, Calviño apareció con su «sería absurdo y contraproducente» realizar una derogación total. Por sus años de experiencia en la Comisión Europea, sabe que Bruselas no acepta cualquier ley. Como tampoco acataría una reforma de las pensiones que no se adentre en la sostenibilidad del sistema a futuro. Será otra batalla pendiente que Calviño tendrá que afrontar con un muro económico como el de Díaz.
El peso económico del Ejecutivo se repartirá ahora entre dos ministras cuya relación sigue sin estar engrasada: salario mínimo, ERTE, reactivación de la actividad industrial en el confinamiento, Presupuestos, subida de impuestos, sueldo de funcionarios o ayudas directas han sido las piezas de una fricción que ahora se traslada a dos vicepresidencias.