El Avril alcanza los 304 kilómetros por hora entre Ourense y Santiago con el ministro «con ocho apellidos gallegos» a bordo
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GALICIA
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Óscar Puente anuncia que los trenes de bajo coste de Renfe, los Avlo, operarán en Galicia en octubre. La oferta de plazas y los tiempos de viaje mejorarán paulatinamente después de su estreno el próximo martes
16 may 2024 . Actualizado a las 18:43 h.Estaba previsto que el AVE de la serie 106 (Avril) que traía a Galicia al ministro de Transportes, Óscar Puente, saldría de Madrid a las siete y media de la mañana. Pero lo hizo unos diez minutos después. En ese momento publicó una foto en su cuenta de X —cómo no— en la que aparecía junto a la alcaldesa de A Coruña, Inés Rey, el presidente del ADIF, Ángel Contreras Martín, y el de Renfe, Raül Blanco. «Comenzamos en Madrid el viaje a Galicia en uno de los nuevos AVE S-106 de Renfe. Día emocionante a 300 kilómetros por hora en uno de los viajes antes de la puesta en servicio de los nuevos trenes el próximo 21 de mayo. Primera parada, Ourense». El tren voló entre Madrid y Ourense sin hacer una sola parada y llegó a la estación ourensana a las 9.40 horas. El ministro se bajó del Avril para saludar al delegado del Gobierno, Pedro Blanco, al alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, y al presidente de la patronal gallega, Juan Manuel Vieites. Inmediatamente, a las 9.51 horas, el tren partió hacia Santiago.
El propio ministro, en declaraciones a los medios en el interior del AVE de la serie 106, destacó que uno de los grandes logros de este tren es que puede circular a 300 por hora por vías en ancho ibérico como esta, frente a los 200 o 250 que como máximo pueden alcanzar los Alvia o los Avant. Y efectivamente. Más o menos a la mitad del recorrido de 87 kilómetros no solo llegó a esa velocidad, sino que la superó alcanzando los 304 km/h. Aunque el ERTMS limita a 299 o 300 la marcha, en ocasiones se supera el registro por la inercia del convoy.
El tren realizaba una de las últimas simulaciones comerciales antes de la puesta en servicio el próximo martes. Estaba toda la tripulación a bordo. Y la verdad, se notaba una cierta ilusión en todos ellos por trabajar en un tren que es un hito tecnológico y que permitirá que los AVE superen el telón de grelos ferroviario, el cambio de ancho del internacional al ibérico que impedía que los trenes más veloces fueran más allá de Ourense.
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En la charla distendida entre los asientos —que forman filas de dos y tres butacas al ganarse espacio en los gálibos laterales— esa satisfacción también podía notarse en la cara del ministro. Explicó que la homologación fue un proceso que se prolongó mucho porque se trata de un tren único que puede circular por todos los anchos de vía y por las dos tensiones eléctricas que hay en la red española. «Y nosotros lo que encargamos fue un prototipo», aclaró. «Se trata de viajar con la mayor seguridad, la mayor velocidad, y la mayor comodidad posible con la infraestructura de la que ya disponemos», añadió el ministro de Transportes.
Las dos frecuencias por sentido entre Vigo y A Coruña y Madrid con las que arrancarán el martes se aumentarán a finales de julio, cuando terminen las obras de ampliación de capacidad de la estación madrileña de Chamartín. Le preguntaron cuándo llegarían los trenes de bajo coste de Renfe, los Avlo. Su respuesta casi refleja fue contestar «Ya», aunque ese ya lo matizó después, en el palacio municipal de María Pita, en A Coruña, donde se presentaron las inversiones para el corredor atlántico. Allí explicó que habrá un Avlo por sentido desde A Coruña y Vigo, pero su operación comercial no empezará hasta principios de octubre. Es decir, no habrá bajo coste en verano. A partir de finales de julio habrá ocho servicios con convoyes de la serie 106, dos idas y dos vueltas a Vigo y A Coruña. Y desde principios de octubre, todos los servicios serán con trenes Avril, salvo Lugo-Madrid (con Alvia) y Ourense-Alicante (con AVE S-112). Habrá doce frecuencias por sentido. Del ahorro de media de entre 15 y 20 minutos se llegará paulatinamente a la media hora.
El ministro aseguró que la oferta de frecuencias y plazas -que serán más del doble dada la gran capacidad de estos trenes, capaces de transportar más de 500 viajeros- se adaptará a la demanda. Y anunció que a partir del año que viene el parque de trenes con ancho variable -los que pueden llegar a las principales ciudades gallegas- se aumentará con la serie 107, un material rodante que cuenta con cabezas motrices Avril y coches reformados procedentes de los trenes hotel.
Fue allí en María Pita donde el ministro se puso más sentimental, pues apeló a sus raíces gallegas por parte de padre, natural de Sarria. «Esta es mi tierra también. Tengo ocho apellidos gallegos en un 50 %. Aquí pasé una parte importante de mi niñez, quizás los mejores veranos de mi vida», confesó, ante un salón de plenos repleto de autoridades e invitados.
Pero volvamos al viaje entre Ourense y Santiago. El tren huele como a coche nuevo. Es muy accesible, pues no hay que subirse a él. Las entradas están al mismo nivel que el andén y eso favorece la accesibilidad. Hay mucho espacio para los equipajes, cada asiento cuenta con una pantalla táctil y el coche cafetería es moderno y funcional. El asiento del medio en las filas de tres no es tan incómodo como se auguraba y parece claro que es un material rodante que no envejecerá prematuramente. Le quedan cincuenta años de vida útil y tendrá que recorrer un mínimo de 16 millones de kilómetros.
Después de solo 34 minutos de viaje, el AVE llegó a Santiago. Allí se produjo el encuentro con el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda. Ambos se saludaron muy afectuosamente. Rueda le presentó a los dos conselleiros con los que tendrá que entenderse: Diego Calvo, con competencias en Mobilidade, y María Martínez Allegue, encargada de las infraestructuras.
La sensación general es que hay cierto feeling entre Puente y Rueda, tal vez desde que fue el representante del Gobierno en su toma de posesión como presidente de la Xunta en abril. «Estamos para dialogar y llevarnos bien, vamos a llevarnos bien el presidente de la Xunta y yo», dijo después el ministro, como si por un día se dejara en casa su papel de azote de la oposición. Rueda confirmó después ese buen entendimiento, aunque se reservó algún «pero» respecto a las inversiones en los tramos gallegos del corredor atlántico. En cualquier caso, la incesante crispación de la política madrileña parece que se diluyó una vez superado el túnel del Padornelo.