Fer López, o volver por tus fueros tras el desierto

M. V. F. VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

CARLOS GUERERO - LOF

El canterano del Celta, que debutó en Copa, pasó de deslumbrar de niño a quedarse atrás en el crecimiento para después recuperar su mejor versión

01 nov 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Claudio Giráldez sació el miércoles la sed del celtismo de ver debutar con el primer equipo del Celta al vigués nacido en Madrid en el 2004 Fer López. El canterano, llegado a A Madroa en edad benjamín, despuntó muy pronto, se quedó atrás —cesión al Rápido incluida— cuando el crecimiento le jugó una mala pasada y «volvió a ser él mismo», dicen quienes han seguido su trayectoria, cuando pegó el estirón. «Lleva poco tiempo con esta carrocería», decía su técnico tras el duelo ante el San Pedro sobre su físico actual.

José Ramón Pardo Mascuñana, entrenador de la base céltica durante once años, lo tuvo a sus órdenes durante dos y fue testigo del inicio de aquel bache que le vino dado al mediapunta y que no tuvo que ver con su actitud ni con nada que dependiera de él. «La primera temporada que lo tuve, seguía siendo de lo mejor de España con diferencia. Luego, se igualó y llegó ese momento en que los jugadores de talento que aún no desarrollaron se pueden ver penalizados», analiza un técnico que mantiene la relación con él actualmente.

Fer López, con el equipo que entrenaba José Ramón Pardo.
Fer López, con el equipo que entrenaba José Ramón Pardo.

En la temporada 2019/2020, se fue cedido al Rápido de Bouzas siendo cadete y allí coincidió con Iker Méndez Escudero, compañero suyo en el Celta tanto antes como después. «En esa época, es verdad que se quedó un poco pequeño. Él quería jugar, viene al Bouzas, donde todo el mundo pensaba que iba a ser titular y por el tema del físico, no fue así», recuerda. Si le pasó factura, lo llevaba por dentro: «Le jodía como a cualquiera. Él seguía, venía a entrenar con una sonrisa, nunca una mala cara», apunta.

Pardo destaca que aquella salida le vino bien, aunque no fuera así a en cuanto a minutos. «De primeras, no es fácil de asimilar en la cabeza e un chico de 1 6 años, pero sacó todo lo bueno que podía sacar de una situación como esa. Salió fortalecido mentalmente para volver con ganas de quedarse, como así fue», dice el técnico. Breo Sío, de su misma generación y compañero en el Celta desde benjamines y hasta hace dos cursos, salvo ese año en el Baltasar Pujales, añade: «Recuerdo que se notó mucho el cambio al fútbol once. Cuando el resto daban el estirón y cogían fuerza, él tardó en dar ese cambio». Pero en el momento en que lo experimentó, fue «tremendo», agrega. «Estaba altísimo, fuerte. Ya tenía lo que el faltaba. Y volvió a ser él», constata.

El que fue su técnico subraya que en A Madroa siempre se tuvo claro que había que esperar. Alude a estudios biométricos que tenían en cuenta, por ejemplo, la estatura de los padres, y que hacían pensar en que merecía la pena tener paciencia. «Se sabía que era cuestión de tiempo. El club siguió apostando por él como proyecto de futuro», recalca. Porque López, a nivel futbolístico, «tenía mucho talento, una facilidad para encontrar soluciones y comprender el juego que raramente aparece a esa edad, una cabeza privilegiada» y coincide en que llegó un momento en que se alinearon todos los astros. «Pudo sumar el desarrollo a la capacidad intelectual y a la técnica depurada» para volver a ser aquel niño que deslumbraba. «El primer Fer que recuerdo es prácticamente el mismo jugador que es ahora», asegura.

Fer López, con compañeros de la generación del 2004.
Fer López, con compañeros de la generación del 2004.

Coincide Iker, que pone un ejemplo del pasado fin de semana. «Recuerdo un torneo en Salamanca en el que perdimos 4-3 con el Madrid y él mete los tres goles. Uno de ellos, fue igual al de la Gimnástica Segoviana y ya dejó a todos boquiabiertos», rememora. Ese año, su entrenador era Álex Otero y menciona que las exhibiciones de Fer eran «increíbles», sobre todo en los torneos, porque en la liga, en esa categoría, siempre eran muy superiores a todos los rivales.

Coincide Sío en que en alevines era el jugador que marcaba diferencias y del que «se hablaba en cada torneo, porque daba ese punto extra al equipo, generaba ocasiones él solo, se le veían muchas cosas». Y nunca se le subió a la cabeza. «Para nada, todo lo contrario, siempre fue un chaval humilde y trabajador, uno más. Creo que es una clave importante para que esté donde está hoy», opina. También Pardo incide en la importancia de los valores y la educación que le ha inculcado su familia.

Fer, en el centro, con Breo Sío, deñante de él, más Álex Comparada, Vicente y Álex González.
Fer, en el centro, con Breo Sío, deñante de él, más Álex Comparada, Vicente y Álex González. RC CELTA

Claudio pide calma

Pardo es amigo de Claudio Giráldez y revela que charlaron sobre Fer hace pocos días. «Hablamos de que si no era antes (su debut), iba a ser después. Se veía venir desde que era renacuajo, y además, era ADN Celta», comenta. No le avanzó que iba a debutar «porque es muy reservado con eso, queda para su equipo», pero el extécnico de Fer se atreve a aventurar que se estrenará este curso en Primera.

Pardo y sus hijos, con Claudio Giráldez, con quien tiene amistad.
Pardo y sus hijos, con Claudio Giráldez, con quien tiene amistad.

Paralelamente, Giráldez, que ha hablado más de una vez de su maduración tardía, volvió a pedir tranquilidad con él en la conferencia pospartido de anteayer. «Lo conozco bien, está teniendo una progresión tremenda año a año y una evolución física brutal, con un talento y una capacidad de trabajar con las que se ha ganado esta oportunidad. Espero que sea el inicio de una carrera prometedora, pero hay que tener calma».

Giráldez hacía referencia a que López ha tardado en madurar y hay que tener paciencia para no quemarlo. Es su primer año de asumir esta responsabilidad en Primera Federación, porque la temporada pasada no acaba de ser fijo. Que tenga muchos minutos. Tenemos mucha confianza en él, pero que no se ponga demasiado el foco en él y que pueda apresurarse o equivocarse», comentaba. Ya en su día abogó, analizando su caso, de la necesidad de tener paciencia con el talento, receta que está dando fruto.