La santiaguesa Susana Menéndez, en la frontera con Ucrania: «Muchas refugiadas quieren quedarse cerca de su país para regresar al finalizar la guerra»

O. P. SANTIAGO / LA VOZ

INTERNACIONAL

La santiaguesa Susana Menéndez (derecha), en la frontera de Medyka con una refugiada ucraniana que pretende reunirse con su hijo en Valencia
La santiaguesa Susana Menéndez (derecha), en la frontera de Medyka con una refugiada ucraniana que pretende reunirse con su hijo en Valencia

Colabora con su marido Michael Künstler en la primera atención a los desplazados que entran a Polonia por Medyka

15 mar 2022 . Actualizado a las 20:25 h.

La santiaguesa Susana Menéndez es una de las personas voluntarias que ofrece una primera atención a las refugiadas ucranianas que cruzan la frontera hacia Polonia por Medyka. Hasta allí viajó en autocaravana con su marido, Michael Künstler, para ayudar en lo que fuera preciso. Distribuir un café o un chocolate, una comida caliente a personas que llegan tras caminar durante horas, una golosina y un pequeño juguete a los niños, son algunas de las tareas que ha realizado. «Es un goteo constante de mujeres y de niños, muy pequeños en muchos casos, que entran arrastrando sus maletas. Los pocos hombres que llegan son muy mayores». Tras ese primer gesto de atención en la larga fila, los voluntarios los dirigen a autobuses que los esperan pocos metros más allá.

Algunos se trasladan en ellos a la cercana Pzremysl, a la estación de tren; otros viajan en esos buses a ciudades como Cracovia o Varsovia. Esa es otra de las funciones que está haciendo Susana: la interconexión con la vasta red de voluntariado para facilitar el desplazamiento de refugiados hacia sus destinos. Ayer lo hizo con dos mujeres y un anciano que pretendían viajar a Valencia, donde una de ellas tiene a un hijo. También sor Lucía contactó con Susana desde Cataluña, porque varios autobuses que se desplazarán hasta allí tienen algunas plazas libres, y la compostelana colaborará para ocuparlas en el regreso a España.

Susana Menéndez explica que muchas refugiadas «quieren quedarse por aquí para regresar a su país al finalizar la guerra, porque creen, y desean, que acabará pronto». Una de sus amigas polacas le indicó que el país está al límite de acogida, tras haberse volcado desde el inicio del conflicto de forma ejemplar, subraya la voluntaria de Santiago. Este martes se desplazará a Pzremysl para comprar medicamentos de acuerdo al listado que doctores alemanes pidieron a su marido Michael. Y a obtener la acreditación que les permita, al regreso, poder viajar con algún refugiado. Antes les quedan días para colaborar sobre el terreno, escuchando a veces las lejanas sirenas que alertan de bombardeos al otro lado de la frontera. Hacia las que pasan caminando, en ocasiones, jóvenes de Ucrania que regresan a su país.