Enfermedad de Lyme: ¿a qué se debe su aumento en Galicia?, ¿cómo podemos prevenirla?
ENFERMEDADES
Cuando pasa desapercibida, esta enfermedad producida por una garrapata puede derivar en cuadros neurológicos comparables a los del alzhéimer
13 jun 2022 . Actualizado a las 15:11 h.Todo comienza con un bicho minúsculo, del tamaño de la cabeza de un alfiler. Un paseo primaveral por el bosque es el baño de naturaleza que muchos buscamos cuando el tiempo acompaña, pero esta actividad, tan agradable como beneficiosa, puede exponernos a una patología que potencialmente traerá consecuencias a nivel neurológico: la enfermedad de Lyme.
Contraída a través de la picadura de la garrapata Ixodes, la enfermedad ocurre cuando el cuerpo es infectado por la espiroqueta Borrelia burgdorferi, una bacteria que puede ser inyectada por la garrapata al organismo humano. Es una patología muy frecuente en el norte de América, especialmente en Estados Unidos, donde es la enfermedad infecciosa transmitida por vectores que reporta más casos cada año. De hecho, la enfermedad de Lyme se ha vuelto mediática gracias a los testimonios de celebridades internacionales que la han padecido: estrellas pop como Avril Lavigne y Justin Bieber, y actores hollywoodenses como Richard Gere y Alec Baldwin son solo algunos de todos los que han hecho público este diagnóstico.
En España, la enfermedad de Lyme comenzó a ser tomada en serio como una preocupación a nivel público a partir del 2018, cuando se la pasó a considerar como una enfermedad emergente y se desarrollaron protocolos de vigilancia epidemiológica para frenar su avance. Estos protocolos son cruciales, teniendo en cuenta que las hospitalizaciones por Lyme se han triplicado en el país durante los últimos 15 años. En ese tiempo, Asturias y Galicia han sido las comunidades autónomas en las que más ha aumentado la incidencia.
Sin embargo, aún falta mucho para llegar a un protocolo de vigilancia unificado en todo el territorio del país, según señala Rosa María Estévez Reboredo, investigadora de la Unidad de Zoonosis en el Área de análisis de Vigilancia Epidemiológica del Centro Nacional de Epidemiología (CNE - ISCIII).
¿Qué es la enfermedad de Lyme?
La enfermedad se contrae cuando la garrapata infectada pica al huésped e introduce en el organismo la espiroqueta Borrelia burgdorferi. Pero esta picadura es indolora y puede pasar desapercibida. Por eso es importante prestar atención a los síntomas característicos del Lyme, que van avanzando según tres fases.
«Hay tres estadios de la enfermedad. La primera fase es tras la picadura de la garrapata. A veces aparece alrededor de la picadura una lesión típica que es como una diana rojiza. Un círculo rojo con un aro más blanquito. Es una lesión típica de la enfermedad de Lyme. Si se acude al médico en esta fase y se inicia un tratamiento inmediatamente, la enfermedad de Lyme se puede superar sin ningún problema», explica Estévez. Esta marca en a piel se denomina eritema migratorio y puede durar hasta 30 días, pero no suele causar picazón ni dolor. En esta etapa, la enfermedad cursa con un cuadro pseudogripal, caracterizado por un malestar general, dolor muscular, articular y de cabeza, fatiga y fiebre.
El tratamiento en esta fase consiste en una pauta de antibióticos que puede ir desde los 7 a los 21 días de duración. «Y aparte hay clínicos que administran otra serie de productos para romper el biofilm de la espiroqueta. Si el tratamiento se aplica bien, de forma oportuna y pautado de forma adecuada, en la primera fase, es totalmente reversible la enfermedad», insiste la investigadora.
Sin embargo, cuando la picadura no se detecta a tiempo y los demás síntomas pasan desapercibidos, la enfermedad pasa a un estadio 2 en el que la espiroqueta ya está diseminada por el cuerpo y es más difícil su detección en pruebas de laboratorio. «Además, las pruebas de laboratorio de esta enfermedad son bastante complejas y no siempre dan lo que tienen que dar. La diseminación implica cuadros de artritis, algún cuadro cardíaco o neurológico que con el tiempo se va agravando», detalla Estévez. También pueden presentarse en esa etapa dolores de cabeza intensos, rigidez del cuello, más sarpullidos en la piel, e inflamación en las articulaciones, especialmente en las rodillas. Puede haber además palpitaciones o latidos irregulares del corazón, episodios de mareo o dificultad para respirar y hasta inflamación del cerebro y la médula espinal.
En su fase crónica, el Lyme deriva en una neuroborreliosis, una enfermedad en la que «ya hay un cuadro neurológico bastante importante con afectación de distintos tipos. Puede ser afección motora, hay gente que queda bastante impedida. Hay cuadros graves a nivel cardíaco o a nivel de artrosis y artritis», según Estévez.
«Como en otras enfermedades infecciosas, tras sufrir un proceso inflamatorio-infeccioso pueden quedar secuelas si el daño producido daña los tejidos. Esto no quiere decir que la enfermedad sea crónica por persistencia de la infección. Hay una posibilidad de desarrollar manifestaciones persistentes o recidivantes de la enfermedad de Lyme tardía que pueden tratarse con antibióticos. Luego, algunas personas, tras un diagnóstico y tratamiento correcto desarrollan cansancio, malestar, falta de concentración y otros síntomas que pueden persistir durante meses. Esto se conoce como síndrome post-Lyme», explica el doctor José Antonio Oteo Revuelta, Director del Laboratorio de Patógenos Especiales del Centro de Rickettiosis y Enfermedades Transmitidas por Artrópodos Vectores y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc).
«Es una enfermedad que puede ser invalidante. Incluso, en la fase crónica, puede confundirse con la sintomatología de otras enfermedades como ELA o incluso alzhéimer. Hay gente que tiene cuadros neurológicos bastante graves que les afectan la memoria o también hay gente que tiene que ir al psiquiatra. En esa fase, es muy difícil el tratamiento, porque el agente bacteriano está acantonado en regiones de difícil acceso para los fármacos», advierte la especialista. De esto se deriva la importancia de hacer frente a la enfermedad con información.
¿Hay realmente un repunte de enfermedad de Lyme?
En realidad, explica Estévez, «No es que sea un repunte. Es una enfermedad que tradicionalmente no se ha estado buscando. Es cierto que en toda la zona norte de España, la presencia de las garrapatas en zonas boscosas es más abundante. En determinadas comunidades autónomas, como en Galicia, se han iniciado programas de vigilancia y los clínicos están más concienciados, de tal modo que se detecta más la presencia, antes era prácticamente imperceptible porque no se estaba buscando tampoco».
Oteo coincide en este sentido, pero observa además que los cambios en las condiciones climáticas han favorecido a una mayor proliferación de la garrapata que causa los casos de Lyme. «Probablemente el vector, la garrapata dura Ixodes ricinus, que es la garrapata que pica a más personas desde que tenemos registros en nuestro centro, está muy extendido y estamos viendo picaduras en meses en los que no era muy frecuente. Los inviernos templados probablemente son los causantes», señala.
Dado que la garrapata habita en toda la región norte del país, se cree que es por eso que la incidencia del Lyme en España se encuentra en gran medida concentrada en esta zona. «Los climas templados típicos de nuestro país, asociados a las regiones boscosas típicas de la zona norte, favorecen mucho la presencia de esta enfermedad. Porque, además, los reservorios animales son muchísimos. Pueden ser desde mamíferos grandes hasta pequeños roedores», apunta Estévez.
De todos modos, «la enfermedad de Lyme no es una enfermedad de declaración obligatoria, y aunque lo fuera, podría estar infradeclarada. Solo se declaran las formas con afectación neurológica», aclara Oteo.
Al mismo tiempo, las condiciones que impuso la pandemia del covid-19 han facilitado la proliferación de la garrapata responsable del problema. «Puede influir el confinamiento en el que toda la población estuvo metida en casa tres meses. Eso hizo que en todos los bosques y toda la zona de praderas creciera mucho la vegetación y los animales estuvieran libremente», dice Estévez.
En este sentido, las personas que corren mayor riesgo de ser picadas por garrapatas y contraer la enfermedad son aquellas que trabajan en el campo. Agricultores, trabajadores relacionados con el medio ambiente y aquellos que tienen más contacto con la naturaleza son los principales perfiles de pacientes, «aunque una visita al campo o al bosque en un día determinado no te exime de que la garrapata te pique y puedas adquirir la enfermedad. Pero las personas que están continuamente trabajando en el campo son más propensas. Sobre todo en regiones silvestres», observa Estévez.
«Las garrapatas están esperando a sus posibles hospedadores en la hierba, y por arrastre o contacto directo con la hierba se van a adherir a nuestras ropas o a la piel y van buscar dónde alimentarse. Cuanto más contacto con la naturaleza tengamos, más riesgo tenemos de ser picados en general», insiste Oteo.
¿Cómo podemos protegernos de la enfermedad de Lyme?
«Llevar un atuendo adecuado en nuestras salidas al campo es la mejor medida de protección personal. En zonas en las que hay animales y hierba alta se deberían meter los pantalones en los calcetines o polainas o llevar protectores para impedir que las garrapatas se puedan introducir en nuestro cuerpo. Es mejor vestir ropa clara, que puede permitir observarlas en la ropa y retirarlas. Cuanto más cubierto llevemos el cuerpo, por ejemplo, con camisa de manga larga, gorra y botas, más difícil vamos a ponérselo a las garrapatas. Los repelentes no son muy eficaces, aunque se pueden utilizar encima de la ropa. Existen formulaciones para tratar la ropa que realizan en algunas farmacias y que ofrecen mayor eficacia en el tiempo», recomienda Oteo.
«De todas formas, toda la gente que ha ido al campo o al bosque, al regresar a su casa debe revisarse por si le ha picado una garrapata. Las zonas más frecuentes son detrás de las orejas o la zona del cuello, también axilas o ingle», indica Estévez.
¿Qué hacer si encontramos una garrapata adherida a la piel?
Lo primero es no entrar en pánico. Es importante no intentar retirar la garrapata manualmente, sino acudir a un médico o veterinario que cuente con las herramientas adecuadas para hacerlo de forma correcta. «Para que una garrapata infectada nos transmita la borrelia, hace falta que transcurran al menos 24 horas. Si observamos una garrapata anclada a nuestra piel, hay que extraerla cuidadosamente con unas pinzas de borde romo. Estas se introducen entre la piel y el capítulo o cabeza de la garrapata, se colocan en ángulo recto con la piel y se hace una tracción suave y mantenida. El artrópodo sale habitualmente sin problemas. Conviene desinfectar con clorhexidina o povidona yodada posteriormente. En todo caso, no se deben manipular, ni impregnarlas en aceite u otros remedios caseros», advierte Oteo.
«Las garrapatas se adhieren normalmente durante tres días al cuerpo. Si se detecta una picadura de garrapata o se ve la garrapata adherida a la piel, hay que acudir al centro de salud o incluso a un veterinario, porque ellos tienen unas pinzas especiales que facilitan el sacar esa garrapata sin que inyecte ningún tipo de agente infectivo. Cuanto antes se haga, hay menos probabilidad de que la garrapata inocule cualquier agente. Pero debemos insistir en la prevención y, sobre todo, en que si se detecta una picadura de garrapata, hay que acudir a un especialista que la extraiga. Porque en el momento en que uno mismo se extrae la garrapata, esta inyecta todo lo que tiene y entonces sí que podemos contraer la enfermedad o incluso otras», aconseja Estévez.
Es por este motivo que es tan importante revisar la piel al regresar de un día en el campo. Especialmente, porque, como subraya Estévez, «la picadura suele ser indolora. La persona no suele notarla a menos que se rasque y la detecte. La zona más propensa es detrás de las orejas, y es difícil detectarla si uno no se revisa. Si las garrapatas son pequeñas, como lo son en primavera y principios del verano, cuando están en fase de larva y tienen el tamaño de la cabeza de un alfiler, es más difícil. Lo bueno es que están ahí tres días y es fácil detectarlas si uno se revisa».