María José Torres, alergóloga: «La velutina está induciendo un montón de nuevas reacciones muy severas»
ENFERMEDADES
La experta, que acaba de ser nombrada presidenta de la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica, explica que «nuestro estilo de vida moderno nos está afectando a nivel de todo el organismo»
30 jun 2023 . Actualizado a las 12:23 h.En los últimos tiempos, las alergias que un porcentaje de la población siempre ha sufrido, con síntomas que van de pequeñas molestias estacionales como irritación de los ojos y congestión, hasta reacciones de anafilaxia provocadas por el consumo de ciertos alimentos,han crecido en incidencia e intensidad. Hoy, las enfermedades crónicas más comunes son las alergias de las vías respiratorias. Más de 350 millones de personas en todo el mundo tienen asma y la rinitis alérgica afecta hasta a un 50 % de la población.
Este panorama alarmante se atribuye principalmente a la vida urbana moderna, que nos expone a productos químicos y sustancias tóxicas de manera constante. De hecho, las últimas investigaciones sugieren que las personas alérgicas son especialmente susceptibles al cambio climático. Este es el gran reto político y social del siglo XXI: frenar el avance del calentamiento global tras décadas de abuso. Hablamos de estos desafíos y de su importancia a nivel sanitario con la doctora María José Torres. Ella es la jefa de Servicio de Alergología del Hospital Regional Universitario de Málaga y acaba de ser nombrada como la primera presidenta española de la European Academy of Allergy & Clinical Immunology.
—¿Cómo se está comportando la alergia a nivel epidemiológico?
—Está aumentando de una forma exponencial el número y la gravedad de los casos de alergia. También están apareciendo nuevas alergias. En Galicia, se está estudiando todo lo que ocurre con la velutina, que es una clase de avispa que está induciendo un montón de nuevas reacciones muy severas.
—¿Cuáles son las alergias que más están aumentando?
—Todas. Por ejemplo, las alergias alimentarias están aumentando muchísimo, las alergias a medicamentos también y luego, las alergias clásicas de vías respiratorias, las rinitis y las asmas bronquiales. Todo esto está aumentando. En función de la edad, las manifestaciones clínicas son diferentes, pero todas están creciendo de forma alarmante.
—¿En niños también están creciendo las alergias?
—Sí y, de hecho, muchas aparecen en edad infantil. El tratamiento en edad infantil es igual que en el adulto. Varían algunas dosis, pero es exactamente igual, solo que adaptado como en cualquier otra patología.
—¿A qué se debe esta situación?
—Básicamente, al cambio del estilo de vida que se ha ido dando hasta llegar a la actualidad. Por un lado, la contaminación, el cambio climático, todo esto afecta al polen, que se vuelve más agresivo, más alergénico y entonces, induce más reacciones alérgicas. Por otro lado, las cremas que se usan para la piel, los productos químicos que utilizamos para lavar la loza y que ingerimos, todo eso hace que las barreras epiteliales se rompan y pasen sustancias que antes no pasaban. Hay sustancias que habitualmente producen reacciones alérgicas y están pasando al torrente sanguíneo, y de esa forma pueden sensibilizar al paciente. Nuestro estilo de vida moderno nos está afectando a nivel de todo el organismo. La contaminación afecta a la mucosa orofaríngea, a las vías respiratorias, la piel está en contacto con químicos, los detergentes con los que lavamos la ropa, las cremas, todo eso hace que se vayan abriendo pequeñas uniones en los tejidos y estas sustancias puedan penetrar en el cuerpo.
—Todos esos son factores a los que estamos expuestos constantemente desde el nacimiento. ¿Qué hace que la alergia se desencadene en un momento determinado de la vida?
—Hay una predisposición genética. Por eso hay veces que la alergia se acumula en familias. Y luego, la forma de vida que tiene cada individuo es totalmente diferente. Unos conviven con animales, otros no. Las dietas son diferentes. Pero el clic definitivo que hace que un paciente se haga alérgico y otro en su misma situación no lo haga se desconoce.
—¿Cómo podemos distinguir una reacción alérgica de otra enfermedad, como un resfriado?
—Hay cuadros clínicos que son muy parecidos y unos pueden ser alérgicos y otros no. Lo importante es derivar al especialista, que es quien tiene todas las herramientas diagnósticas y sabe interpretarlas. Lo habitual es que se hagan pruebas cutáneas para ver si eres alérgico a una sustancia. También hay determinaciones analíticas y, en ocasiones, dependiendo de la alergia, se hacen pruebas de administración controlada, que es dar un alimento al que se sospecha que se puede ser alérgico, o incluso un medicamento o, en el caso de alergias respiratorias, pruebas de provocación específica por alérgenos, para ver si la exposición genera una reacción.
—¿Con qué opciones de tratamiento contamos actualmente para todo este caudal de alergias?
—Hay muchas ramas de tratamiento. Por supuesto, el primero es la evitación en el caso de que se pueda realizar, cuando es una alergia a un alimento o medicamento concreto, por ejemplo. También están los medicamentos habituales, inhaladores o pastillas. Pero hay tratamientos muy novedosos. En el caso de los pacientes alérgicos a un fármaco de quimioterapia o a un fármaco biológico, se puede hacer un procedimiento que se llama desensibilización, que permite que el paciente reciba el fármaco al cual es alérgico. Hay vacunas específicas, por ejemplo, para pacientes alérgicos al melocotón, que es algo muy frecuente en nuestro medio, y estas vacunas hasta hace unos años eran algo impensado. Luego hay vacunas de tratamiento para algunos niños alérgicos a leche y huevo. Otra revolución en los últimos años ha sido el avance de fármacos biológicos, que son bastante más específicos y actúan frente a una molécula determinada, y se están utilizando fundamentalmente para la urticaria, la dermatitis atópica y el asma bronquial.
—¿Hay tratamientos caseros que se puedan recomendar para aliviar los síntomas?
—Las medidas caseras sobre todo están relacionadas con la evitación. Algo que nos ha enseñado la pandemia es que la mascarilla para el polen es de gran utilidad. Antes no se utilizaba tanto pero ahora ya está claro que la protección con mascarilla en épocas de polinización hace que el paciente mejore bastante.
—¿Para las alergias respiratorias qué se recomienda?
—La única opción es tener un diagnóstico claro. Muchas veces, uno piensa que es alérgico a una cosa y la relación causa-efecto no está tan clara. Muchas veces, aparecen varios pólenes de forma simultánea. Entonces, lo primero es un diagnóstico específico y un tratamiento específico. No hay medidas caseras que puedan ayudar. Solamente la evitación.
—¿Es posible prevenir el desarrollo de alergias a sustancias o elementos?
—La que tenemos no es una prevención primaria. Lo que se puede hacer es, por ejemplo, en niños que tienen una determinada alergia, actuar pronto para cortar el curso de la enfermedad y evitar que se puedan hacer alérgicos a otras cosas. Por eso es tan importante diagnosticar y tratar estas alergias lo antes posible, cuando la enfermedad es leve. Muchas veces, así, evitamos que el paciente se haga alérgico a más cosas. Uno de los grandes errores que se cometen es enviar al paciente a evaluación por parte del especialista cuando ya está muy grave, porque en esos momentos, tenemos un margen de actuación menor. Hay que actuar desde el principio para evitar que el problema progrese y prevenir nuevas alergias.
—¿Es decir que una vez que se es alérgico a una cosa es más probable hacerse alérgico a otras?
—Podrías empezar con un problema respiratorio y acabar haciendo una alergia alimentaria o a un medicamento. Por eso es importante la evaluación completa del paciente por un especialista.
—¿A qué se debe esto?
—Uno es alérgico a una proteína y esa proteína puede estar, por ejemplo, en un polen y en un alimento. Muchos seres comparten esa proteína y eso puede hacer que te hagas alérgico a más cosas.
—¿Una alergia puede relacionarse con el estrés?
—Con los factores psicológicos muchas veces no se sabe qué vino antes y qué vino después. Tengamos en cuenta que un paciente con una dermatitis atópica está continuamente con picor rascándose y no puede ni dormir del picor. Eso genera muchísima ansiedad y acaba alterando la calidad de vida del paciente. Pero en todo proceso inmunológico, cada vez está más claro que el estrés puede tener un papel.
—¿Se curan las alergias o solo se tratan?
—El caso de curación más claro es el del alérgico a veneno de abejas o avispas, que con un tratamiento inmunomodulador se curan en prácticamente el 100 % de los casos. Se puede conseguir una curación y que acaben tolerando el alimento al que son alérgicos.
—¿Cuál es el elemento más raro al que se puede desarrollar alergia?
—Hay personas que dicen que les hace mal el cambio de temperatura, pero eso no es alérgico; alergia al cambio de temperatura no hay. Es un estímulo físico que produce esos síntomas. Básicamente, hay alergias a animales, a ácaros del polvo, a determinados hongos. Y hay alergias ocupacionales. Un carpintero puede ser alérgico a la madera, un panadero puede ser alérgico a una harina determinada, a una levadura, a una especia, un albañil puede ser alérgico al cemento. Son patologías que pueden ser específicas cuando se dan en el ámbito laboral. Estas afectan muchísimo, porque interfieren en la forma en la que el paciente se gana la vida y aquello a lo que se dedican.
—¿En ambientes cerrados la falta de ventilación puede provocar alergias?
—Va a depender mucho de los niveles de humedad. Cuando hay una humedad alta con una temperatura relativa media, como ocurre en Galicia, en los edificios, incluso más si no hay moqueta, pueden crecer más los hongos y los ácaros del polvo, que son los que producen las alergias.