Carla Carolina, odontopediatra: «El cepillo de dientes tiene que estar en un lugar seco, no al lado del váter»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

ENFERMEDADES

La doctora Carla Carolina fue elegida como la dentista mejor valorada en los premios Doctoralia del 2022.

La experta insiste en que «la primera consulta con el dentista debe ser antes del primer año de vida»

05 oct 2023 . Actualizado a las 17:43 h.

La caries dental es la enfermedad crónica más frecuente en el mundo. Afecta a un 80 % de la población global. La doctora Carla Carolina, odontopediatra, en su nuevo libro, Una sonrisa para toda la vida (Lunwerg, 2023), profundiza en la importancia de tener una salud bucal en plena forma. ¿Cuántas cosas puede saber por la boca de alguien? Demasiadas: «Sus hábitos alimenticios, si fuma o no, si se excede con el café o el té, si toma medicamentos y también la importancia que le da a su higiene personal», responde. 

—¿Por qué importa tener una boca sana?

—Ya de primeras, es la entrada de nuestros alimentos. Es el primer órgano que toca nuestra gasolina. Una boca sana, que no tenga dolor, que permita triturar correctamente los alimentos, nos asegura que la digestión será mucho mejor, y que los nutrientes serán absorbidos de forma adecuada. Y ya, si hablamos de una persona mayor o un niño que se está desarrollando, los dientes son, si cabe, más importantes para toda esa absorción de nutrientes y alimentación. En suma a todo esto, la boca es importante por el conjunto de problemas que puede ocasionar. Se ha relacionado con muchas otras alteraciones que ni los dentistas sabíamos. Hemos ido investigando cómo de importante es la mordida, cómo un diente tiene que encajar perfectamente para que nuestra postura corporal sea la idónea, para no sufrir lesiones; incluso, los atletas de élite ya lo saben, y por eso se están colocando ortodoncia. No es cuestión de estética, sino de salud. La boca es importante para todo. 

—¿Qué relación puede guardar la mordida con las lesiones?

—Al final, somos un todo. Creo que uno de los errores de los dentistas, y de la sociedad en general, ha sido ver la boca como un ente aislado y no meterlo dentro del sistema completo que es el cuerpo humano. No puedo decir que soy una dentista y solo veo dientes, la odontología ha avanzado y nos hemos dado cuenta de que podemos ver mucho más allá de solo limpiar una muela y poner un empaste. Lo de antes no tiene que ver con la odontología que se hace ahora. Para mí, es muy impactante ver un niño que viene por primera vez y me dice que no quiere ir a la guardería porque tiene un diente negro. Cómo de importante es para su autoestima. El cuerpo humano es una relación de todo el conjunto y así como los riñones trabajan en sincronía, la boca también forma para de ello.

—En el libro aborda todas las etapas de la vida, desde la misma concepción. ¿Cómo afecta la salud bucal de la madre a la de su hijo?

—Si lo miramos desde un punto de vista de la enfermedad, se ha encontrado una relación importante, por ejemplo, entre la enfermedad periodontal y los partos prematuros por un tema de hormonas que se segregan en el cuerpo de la madre, que llevan a que el parto se adelante, y que el bebé nazca con bajo peso y baja talla. Por eso, los cuidados preconcepción son tan importantes. Si bien es cierto que se sigue recomendando a las mujeres embarazadas que hagan una visita al dentista; ahora, que estamos en una era en la que la mujer puede planificar su embarazo, si esta visita se puede hacer antes, mucho mejor. La consulta preconcepción sirve para conocer el estado general de la boca, hacer la limpiezas correspondientes y cualquier tipo de tratamiento curativo que se precise. 

—Algunos pensarán que esto es hilar demasiado fino. 

—Claro, pero fíjate. ¿Qué puede suceder? Esto es algo que nos pasa muchas veces, que viene una embarazada de ocho meses, con un dolor de muelas, y resulta muy complicado tratarla porque tiene la barriga grande, es muy difícil sentarla en el sillón boca arriba, no podemos tomar radiografías, y todo esto complica cualquier tratamiento que se vaya a hacer durante esta etapa. Por eso, lo mejor es dejar antes la boca en perfectas condiciones y después, en el embarazo, solo hacer el control correspondiente.  

—Caries, periodontitis o manchas en los dientes. ¿Cuáles tienen más probabilidades de que se transmita de padres a hijos?

—Es muy complicado decirlo. Es cierto que hay muchas enfermedades que pueden tener un componente genético, pero realmente, lo que vemos a diario no tiene un carácter hereditario tan marcado. En cambio, lo que sí se heredan son los hábitos. Un padre o una madre que come mal va a criar un niño que come mal, que ingiere demasiado azúcar, que toma demasiado carbohidrato o que no se lava los dientes y pasa de ir a las revisiones del dentista. La herencia viene de las costumbres. Es decir, la persona puede tener algún tipo de predisposición a ciertas enfermedades, pero si se lava los dientes y se hace las revisiones correspondientes, no tiene por qué sufrir de periodontitis y perder los dientes. Todo depende de las decisiones del día a día. 

—¿A qué edad deben salir los dientes de leche?

—Los dientes están formados desde la etapa intrauterina. Se empiezan a formar en la barriga de mamá y se quedan ahí, en proceso de formación, esperando a que llegue la edad correcta para salir. Y así como van erupcionando también se van formando a nivel radicular. Todo es un proceso dual. 

—¿Es un proceso igual en todos los niños?

—No necesariamente, algunos tardan más que otros porque es un proceso muy independiente. Como cuánto te crece el pelo en un mes, o cuánto crece de estatura. Por eso no hay que agobiarse. Llevo 20 años en esta profesión y no he visto ningún bebe sin dientes, salvo excepciones muy complicadas. Calma y paciencia, así como hay bebés que caminan a los 10 meses, hay otros que con un año y medio dan sus primeros pasos. 

—¿Qué alimentos son los que provocan más caries en la dieta infantil?

—Los últimos estudios han mostrado que no hay caries dental sin sacarosa. Es decir, que el azúcar es el combustible de las lesiones de la caries dental. Si una persona no lo consume, no puede tenerlas aunque no se cepille nunca. Ojo, que el cepillado es muy importante, que no se me malinterprete.

—Muchos le dirán que no toman azúcar y, aún así, tienen caries. 

—Ya, lo que ocurre es que prácticamente todos los alimentos que ingerimos, sean dulces o salados, contienen azúcar. Cualquier ultraprocesado que alguien compre lo lleva. Ese es el problema real, que aunque me cuide muchísimo en este sentido, y aunque cuide muchísimo a mis hijas, todas lo acabaremos consumiendo, porque está en el pan, en la salsas. Si a eso le agregamos el azúcar añadido, ya será algo extra que estamos ingiriendo. Así se forma la bomba. La sacarosa es la única responsable y, por eso, son tan importantes las pastas con flúor, que es el único componente capaz de remineralizar el diente atacado por la acidez que produce la sacarosa.  

—¿Cómo se forma una caries?

—Se produce porque la sacarosa, el azúcar, entra en juego y nuestras bacterias lo metabolizan. En la boca existe un biofilm, que es como una placa transparente, la cual se acumula en la superficie de los dientes. Cuando alguien toma azúcar, esa placa se vuelve espesa y gruesa, es decir, se altera de forma que coge cualquier tipo de comida que vaya ingiriendo y hace que se pegue más a la superficie del diente. Por su parte, las bacterias, que viven naturalmente en nuestra boca, excretan ácido que provoca una pérdida de minerales en el esmalte. El problema es que este esmalte puede soportar casi cualquier cosa, pero en un medio ácido pierde minerales, se van creando manchas, que luego serán agujeros y que seguirán progresando a medida que el individuo acumule más comida. 

—¿La caries está en un solo diente o afecta a toda la boca?

—Ahí está el quid de la cuestión. Hay que entender que la caries es una enfermedad que afecta a toda la boca, no solo a un diente. Yo no puedo decir que un niño tiene cinco caries, sino que sufre de caries dental y tiene cinco lesiones. Es decir, que la acidez está afectando a toda su boca. Por eso es tan importante ver a la gente que viene como una persona enferma, que hay que curar con dieta equilibrada, agua frecuente y un cepillado que incluya pasta con flúor. En la consulta veo que muchos niños consumen mucho azúcar y no se cepillan con este ingrediente. Eso es una bomba que explotará en algún momento. 

—En el libro menciona dos creencias totalmente erróneas. La primera es que cuando un niño se lleva las manos a la boca se debe a los dientes. ¿Estamos equivocados?

—No tiene que ser solamente por eso. Sí que es cierto que, a un niño de un año y medio al que le está saliendo una muela puede tocarse exactamente en ese punto. No es lo mismo que un bebé de cuatro meses, que empieza a encontrarse los deditos y sus pies, y las manos son una forma de descubrirse. No tiene nada que ver con la salida de los dientes, igual que la salivación. 

—Y señala que la erupción de los dientes no siempre tiene que ser dolorosa. 

—Eso es. No está reportado en la literatura que la erupción dentaria sea dolorosa. Llevo muchos años en esto y si acaso habrán venido dos familias a mi consulta de urgencia por dolor dental. Sin embargo, después te das cuenta de que el niño tiene fiebre, mocos, y que no necesariamente hay relación con los dientes. Pero claro, como tardan mucho en salir, y durante ese tiempo, que se puede alargar hasta los tres años, pasan muchos virus y enfermedades, se le echa la culpa a los dientes. Es cierto que en este momento, el niño puede estar algo más irritable, de peor humor y querer investigar algo que nota por ahí, pero no necesariamente tiene que venir acompañado de dolor.

—¿A qué edad debe acudir un niño a su primera consulta con el dentista?

—Es ideal que acuda antes del primer año de vida. Es una consulta de revisión, pero también informativa. A los padres se les explica cómo cuidar esos dientes, qué pasta utilizar, cómo dosificarla, qué cepillo es el mejor, se les enseña, con el bebé, cómo hacer los movimientos durante el cepillado o por qué hay que lavar su dentadura. Al final, si no educas a los padres al principio, después, cuando vienen con sus hijos a los tres años, te dicen: «Ojalá lo hubiera sabido antes». 

—¿Es habitual que los padres laven los dientes de sus bebés cuando le empiezan a salir?

—He notado un cambio. En los últimos años es una locura la conciencia de los nuevos padres. Es verdad que antes, cuando les decía que tenían que poner algo de flúor en la pasta y lavarle los dientes, se llevaban las manos a la cabeza. Ahora no, vienen con ganas a la consulta porque quieren hacerlo bien. Al final, esta era es la de la información, y por eso, una de las intenciones del libro es intentar que la gente pueda entender cómo de importantes son los dientes y su cuidado. Veo sufrir a diario a familias por la pérdida de la sonrisa de sus hijos. No es justo que los niños pasen dolor, tengan infecciones o que les hagan bullying

—¿Chupete sí o no?

—He sido madre de chupete. Viene muy bien, sobre todo, si el bebé no ha tomado lactancia materna exclusiva. De hecho, es necesario que el niño tenga la succión para evitar el síndrome de muerte súbita, así que, en este caso, debe usarlo durante el primer año de vida siempre. Es decir, si se utiliza bien, no debería haber problema. La cuestión es cuando se alarga en el tiempo o se abusa de ello. Un niño puede mantenerlo hasta el año de vida, más o menos. Si se alarga más, ya se vuelve muy complicado quitarlo, porque estará más apegado, es más grande y listo, y va a usar sus herramientas para evitar que lo retires. Además, sigue creciendo a medida que el chupete está en la boca, lo que altera de una forma u otra, muchas de las funciones. Por ejemplo, si lo usa muchas horas, no aprende a colocar la lengua arriba para deglutir, sino que la adelanta. El maxilar superior, que es un hueso, necesita el estímulo de la lengua para crecer, pero si el pequeño se queda con este hábito, no se desarrollará igual. Y ojo, porque este hueso es base de las fosas nasales, así que ya no respirará como debería. Se afectan a muchas más cosas que los dientes. 

—¿De qué depende el daño que cause?

—Los daños del chupete están muy relacionados con la frecuencia de uso. No es lo mismo recurrir a él diez minutos para dormirse, que que el niño esté todo el rato. Lo importante es no usar el chupete como gestor emocional, no dárselo cada vez que tenga una rabieta porque entonces no aprenderá a identificar sus emociones. Además, se debe procurar que cumpla con unos requisitos como que la tetina sea la más pequeña, ya que si cada vez es más grande puede tener el efecto de un aparato de ortodoncia, que sea delgadita y simétrica por los dos lados, que sea ligera, que vaya sin cordones y no tenga demasiado plástico. 

—¿Es bueno que el niño mueva el diente que está a punto de caerse?

—No ocasiona ningún daño. Puede gestionar sus propios dientes, son sus órganos. Siempre le digo a los padres que mientras tenga las manos limpias, no pasa nada. Ojo, tampoco que se los arranquen, pero este caso sería muy raro, porque los niños no son tontos. Ellos mismos se pueden ir regulando. Yo prefiero un niño que él mismo gestione sus dientes, a uno que esté ansioso porque nadie se los toque. 

—¿Cualquier caso de bruxismo se debe consultar?

—Sí, siempre hay que valorar la articulación y los dolores en la cara. El dentista no solo ve daños a nivel dental, sino que pueden ir más allá. Es decir, si alguien está desempleado es normal que tenga bruxismo. El otro día vino un padre que nunca había dormido con su hijo, pero que estos últimos días lo había estado haciendo. Me dijo que se despertaba por la noche debido a la cantidad de veces que el pequeño apretaba la mandíbula. Puse sobre la mesa la posibilidad de que hubiese algún cambio, y el padre me contestó que acababan de perder a su madre. Claro, es lógico que haya bruxismo. Así que en función de un origen u otro, también podemos derivar. Por ejemplo, el abuso de azúcar, que activa el sistema de recompensa del cerebro, ocasiona bruxismo, lo que podría ser una razón para referir al nutricionista. 

—¿La rutina de higiene bucal de niños y adultos debe ser la misma?

—Las rutinas son iguales, lo único que cambia es el enjuague bucal, que en niños que no escupen no me gusta utilizarlo. Por el resto, los dientes son iguales. Los de leche son iguales a los permanentes, la única diferencia es que son más bonitos, más tiernos y el esmalte es un poco más fino, por eso las lesiones de caries dental en los niños son tan rápidas. Eso sí, en líneas generales el cuidado debe ser el mismo. Es muy importante que los padres sepan cuidarse la boca, porque con su ejemplo enseñan a sus hijos.  

—Hilo dental, cepillado y enjuague bucal. ¿Qué sería lo prescindible?

—El cepillado es imprescindible. A veces mis pacientes me dicen que todo está muy caro, y yo les explico que no necesitan demasiado. Un cepillo, que puede costar un euro, y una pasta de dientes con flúor, que las hay baratísimas. Si una persona se lava los dientes correctamente y come saludable, no tendría que tener ningún problema. Sería suficiente. 

—¿Cepillo eléctrico o manual?

—Hasta hace muy poco tiempo decía que lo mejor era el manual, especialmente para los niños, porque con ello aprendían a hacer la técnica correctamente. Ahora bien, he visto cómo han evolucionado los eléctricos, y soy una fan absoluta. Los hay para cualquier edad, y ofrecen una limpieza impresionante con menos esfuerzo. La tecnología nos ayuda. 

—¿Qué errores no se deberían cometer en el cepillado?

—Primero, que no se olvide ningún diente. La gente, mientras se cepilla, está haciendo otras cosas. O se pone a tender la ropa, o a ver la tele, y no. Tendrían que dedicar esos dos minutos a uno mismo. Después, hay que dividir la boca en cuatro cuadrantes para que nada se olvide. Y lo otro es no hacer un exceso de fuerza. En los adultos es muy común que fuercen el movimiento y que las encías se suban o se bajen, lo que provoca sensibilidad. Simplemente, hay que seguir el patrón de la encía hacia el diente. 

—¿Cada cuánto se debe cambiar el cepillo de dientes?

—La indicación es cambiarlo cada tres meses, pero depende del paciente y de la fuerza que haga. Un buen truco es vigilar las cerdas, cuando estén abiertas, es una señal porque ya no limpia igual. Se pierde el tiempo. También es importante que esté limpio, y no se debe poner el cabezal de plástico, sino dejarlo secar al aire, lo más alejado del váter posible, en una zona seca y ventilada. He visto casos en los que se ponen los cepillos justo al lado del váter y ahí al final hay un montón de bacterias. Además, es importante que lo cambiemos después de estar enfermos o pasar una infección, como una gastroenteritis, un herpes o una gripe. 

Lucía Cancela
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Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.