¿Por qué un niño gallego duerme mejor que un niño catalán?

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

¿Por qué un niño gallego duerme mejor que uno catalán?

La diferencia entre la hora a la que anochece y amanece en ambas comunidades tiene mucho que ver

02 may 2022 . Actualizado a las 17:23 h.

La sección del parte meteorológico en los informativos no solo sirve para ver cómo llueve en Santiago y que hace sol en Sevilla (tirando de tópico). También para observar cómo a partir del cambio de hora en primavera, Cataluña anochece, aproximadamente, 45 minutos antes que Galicia. Y ojo, porque la luz natural y sus ciclos, tienen más importancia en nuestro descanso, y por lo tanto también en nuestra salud, de lo que habitualmente se cree. Sin embargo, las rutinas diarias poco entienden de los ritmos circadianos, lo que crea sendas diferencias entre cómo duermen los habitantes según su comunidad autónoma.

Investigadores de la Universidad Internacional de Cataluña concluyeron que un niño catalán duerme peor que uno gallego. ¿Cómo es esto posible? «Esta investigación parte de la tesis doctoral de la profesora Àurea Cartanyà, que estaba estudiando el uso de pantallas sobre la salud infantil a diferentes niveles», cuenta Juan Carlos Martín, profesor de bioestadística, que añade: «al ver que los niños que usaban pantallas dormían menos, surgió la idea de ver cómo era el sueño por comunidades», explica. 

En realidad, esta comparación es sencilla de hacer en España: «Aunque todo el territorio peninsular está en la misma franja horaria, hay mucha distancia entre los extremos orientales y occidentales», detalla Martín. La investigación partió de una idea: si un niño gallego y otro catalán tienen una rutina similar en cuanto a horario escolar, actividades extraescolares y quehaceres, ¿quién sale más beneficiado? «El anochecer en Cataluña llegará, más o menos, una hora antes. El niño gallego tendrá 60 minutos de ventaja y por lo tanto, aun sin dormir todas las horas necesarias, estará más cerca de lo correcto para adaptar sus ritmos circadianos a las horas de luz del sol», explica el profesor. 

Para comprobar su afirmación, los autores escogieron el apartado de salud infantil en la Encuesta Nacional de Salud de España para el año 2017. «Vimos que, sin importar las comparaciones, ya sean entre niños y niñas, diferentes edades o un municipio más o menos grande, el porcentaje de menores que duermen mal en Cataluña es casi el doble que en Galicia», señala Martínez. 

Los datos de la encuesta mostraron que, respecto al descanso, no importaba el sexo, la edad, el nivel educativo y clase social de los padres, ni otras rutinas como el tiempo de pantalla, actividad física ni las características del entorno (sea rural o ciudad).

Los ritmos circadianos son cambios físicos, mentales y de conducta que siguen un ciclo de 24 horas. Es un proceso natural que responde, principalmente, a la luz y a la oscuridad. Existen factores naturales en el cuerpo que producen estos ritmos, aunque las señales de ambiente también les afectan. Un claro ejemplo, es la exposición a la luz, ya sea esta natural o eléctrica, o el conocido jet lag al viajar a un país con un diferente huso horario. 

Estos procesos pueden influir en funciones muy importantes para el organismo: 

  • Liberación de hormonas
  • Hábitos alimenticios y digestión
  • Temperatura corporal

De esta forma, unos niños están haciendo una vida más tarde que los otros con respecto a la posición del sol. Es decir, «dos individuos de estos territorios, haciendo la misma tarea a la vez, tendrán el sol en posiciones diferentes. En concreto, los catalanes empiezan antes el día, y por lo tanto, tendrían que terminarlo antes», precisan los autores. 

«Hoy en día sabemos que las horas de sueño también se relacionan con el desarrollo de adiposidad. Hay estudios que ponen en evidencia que los niños que duermen menos horas de las recomendadas tienen más riesgo de desarrollar sobrepeso y obesidad», precisa Rosaura Leis, coordinadora de la Unidad de Gastroenterología y Nutrición Pediátrica del Hospital Clínico de Santiago, miembro del Comité de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría (AEP), profesora de Pediatría en la USC y experta en crononutrición. 

Algo que precisamente está relacionado con los ritmos circadianos. «Cuando dormimos, nuestro cerebro no está en descanso, sino que se producen sustancias que regulan nuestros ritmos metabólicos. De ahí que mi recomendación sea un sueño reparador y una ingesta de alimentos de acuerdo a la crononutrición». 

¿Dependemos de la luz solar?

Hoy en día, resulta utópico adaptar el ritmo de vida a la luz solar, aunque haya formado parte de nuestra evolución como especie. «El hombre estaba despierto con la luz natural, y aprovechaba para descansar cuando esta desaparecía», cuenta Juan Carlos Martínez. En cambio, en la actualidad se puede desarrollar una jornada laboral completa por la noche, acostarse con el amanecer o no ver la luz natural durante las 24 horas que tiene un día. «Conforme esto ha comenzado a hacerse posible y hemos extendido la vida ajena a la presencia del sol, han ido apareciendo enfermedades», señalan los autores. 

Y ojo, porque el problema de estas es que no aparecen de un día para otro: «El efecto nocivo de estar continuamente bajo la luz eléctrica no tiene un efecto inmediato, sino que es acumulativo. No somos conscientes de cómo perjudica a nuestra salud», explica el profesor. Un caso muy obvio, para ellos, es el uso de las pantallas, «que afectan tanto de forma pasiva como activa», indica. 

Los profesores Àurea Cartanyà y Juan Carlos Martínez indican que son varios lo estudios que concluyeron que una exposición solar insuficiente «podría relacionarse con una mayor incidencia de cáncer de mama, de colón, de hipertensión, enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico, esclerosis múltiple, alzhéimer, autismo, asma, diabetes de tipo I y miopía». ¿Dónde reside el quid de la cuestión? En la falta de vitamina D

Para la doctora Leis, más que una vitamina es una hormona: «Tiene receptores en todas las células de nuestro organismo. Se produce, fundamentalmente, a través de la piel por la acción de la radiación ultravioleta, y es imprescindible para el desarrollo de nuestro sistema inmunitario», indica la experta. 

No extraña escuchar que en la actualidad se vive un déficit de vitamina D por falta de exposición a la luz solar: «Existen zonas de riesgo porque tienen poco tiempo de radiación solar o porque la angulación de los rayos hace que su producción se disminuya», indica la experta. Precisamente, Galicia es una de ellas. 

Al contrario de lo que se podría pensar, también existen otras regiones, muy soleadas, que están viviendo un aumento de la falta de vitamina D: «Pese a que existen factores de influencia como la piel o el consumo de determinados fármacos, también es importante el depósito de grasa corporal», indica Leis, que añade: «Parece ser que la vitamina D es liposoluble, y que podría ser atrapada por la grasa corporal, no ser utilizada y por lo tanto generar un déficit». Algo que ocurre en zonas como el Caribe, «dónde tienen más horas de sol, y sin embargo, por el aumento de sobrepeso y obesidad, presentan una escasez de este micronutriente», concluye la profesional. 

Si el descanso ya es primordial para los adultos, dormir poco y mal impacta también en la salud cardiovascular (sugerimos once consejos para hacerlo mejor) de los niños. «No es un proceso pasivo, sino un estado dinámico y activo complejo que tiene gran impacto sobre la salud, el funcionamiento durante la vigilia y el desarrollo», señala la Asociación Española de Pediatría, que añade: «Se estima que aproximadamente entre un 25 y un 30 % de los niños menores de cinco años presentan problemas o alteraciones del sueño de diverso orden. Existe una tendencia familiar, de forma que los hijos de padres con hábitos de sueño irregulares y que se acuestan tarde se asocian con más problemas de sueño, somnolencia diurna y hábitos alimenticios irregulares», añade la entidad. 

Es más, dormir poco se relaciona con mayor riesgo metabólico: «Tensión alta, colesterol alto y por lo tanto, mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, que son las principales causas de morbilidad y muerte», añade la profesora de Pediatría en la USC. 

Diez horas de sueño para los más pequeños

Los niños, en pleno desarrollo, necesitan sí o sí más horas de descanso: «Sobre unas 10», explica la doctora Leis, que añade: «Tienen que irse temprano a la cama, y levantarse antes para un correcto desayuno. De esta forma, le podrían dedicar al menos 20 minutos». 

Con todo, la luz solar no solo influye sobre cuándo deberíamos dormir, sino también en lo que tendríamos que comer. «Hoy se sabe que en función del momento en el que ingerimos determinados alimentos, el efecto en nuestro metabolismo es distinto», señala Rosaura Leis, que añade: «Hay estudios recientes donde se muestra que comer determinados alimentos en determinadas horas del día puede suponer un mayor aprovechamiento energético, y por lo tanto, un mayor riesgo de desarrollo de obesidad o adiposidad». Esto sucede, especialmente, en aquellos individuos con un estilo de vida más vespertino: «La ingesta tardía, sobre todo de azúcares e hidratos de carbono, supone un mayor ahorro de energía y por lo tanto, grasa corporal», señala la profesional. 

Para la experta en obesidad infantil, la primera comida del día resulta incuestionable: «Muchos niños van al colegio sin desayunar, y esto es un importante error desde el punto de vista nutricional y metabólico. La ingesta de los carbohidratos tienen que hacerse en las primeras horas del día, y no en unas cenas tardías», señala Leis. 

Con todo, los investigadores de la Universitat Internacional de Catalunya recuerdan que será necesario seguir indagando en el tema, aunque si algo queda claro es que según dónde vivas, se podrá saber cómo duermes. 

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.