Vicente Mera, especialista en envejecimiento: «Recomiendo hacer ayuno intermitente un día a la semana, no más»

VIDA SALUDABLE

Recibió el reconocimiento como mejor médico europeo en el campo de la Medicina Antiaging en el 2021 y defiende la importancia de los buenos hábitos para alargar la esperanza de vida
10 abr 2023 . Actualizado a las 18:11 h.Por muy crudo que suene, «el envejecimiento nos afecta, en mayor o menor medida, a todos en la especie humana desde los 25 años hasta la muerte». Quién habla es el doctor Vicente Mera, responsable de la Unidad de Medicina Genómica y Envejecimiento Saludable de Sha Wellness Clinic y mejor médico europeo en el campo de la Medicina Antiaging. Defiende que la edad no siempre significa enfermedad, de la cual solo algunos se libran si el autocuidado no está presente. «Aunque es innegable que el riesgo de que la calidad de vida se deteriore aumenta conforme avanza la edad, esto no exime a los más jóvenes de sufrir una pérdida significativa del bienestar», apunta. El especialista señala que el estilo de vida es más importante que la genética. Para dar a conocer cómo de importante es el ambiente publica Joven a cualquier edad (Harper Collins, 2023), un libro con el que pone la longevidad en el punto de mira.
—Para usted el envejecimiento debe verse como un éxito y no como un fracaso.
—Así es. De hecho, es la filosofía del libro. Debemos mirar el envejecimiento como lo que es, un éxito, porque la alternativa es morir. Así que si nuestro objetivo es vivir la vida, cuantos más años tengamos, más éxito tendremos. Ese es el punto de partida. Lo que ocurre es que la mayoría de la gente asocia envejecimiento con enfermedades. Esto es verdad. A partir de los 75 años, en esta última década, aparecen problemas y enfermedades más o menos graves. Esto ocurre con la mayoría de la gente. Sin embargo, en el libro llamo la atención sobre los otros dos grupos de personas que existen a cada lado de este. A la derecha está el síndrome de la gente que no envejece y no enferma. La única manera de conseguirlo es morirte joven. Aquí están casos como los de Marilyn Monroe o Carmiña Ordoñez. Luego, está el grupo contrario, en el que uno puede envejecer mucho, pero no enfermar. Esto es perfectamente posible, pero requiere ciertos esfuerzos. Es el grupo de Isabel de Inglaterra, que vivió, condujo y trabajó con 80 años. Hay que salir del grupo mayoritario de la autopista e irte por la carretera comarcal, a este punto queremos llegar todos. Es algo que parte de una genética, pero también hay una serie de normas.
—¿Por qué envejecemos?
—Los humanos, cuanto mayor es el período de envejecimiento, más viven. Eso es algo que se investiga muy bien. Es decir, si alguien quiere vivir muchos años, debe prolongar el envejecimiento. Y esto es lo que hemos ido haciendo. A finales del siglo XIX, vivíamos 40 años de media en España, y 45 las mujeres. Ahora, un siglo y medio después, hemos duplicado esa esperanza de vida a expensas de mejorar el envejecimiento. Lo que debemos hacer es transformarlo para que sea un paseo sin enfermedades.

—¿Hay una edad en la que estemos programados para envejecer? Algo así como un reloj interno.
—En este momento, la vida tiene un límite. Al observar que a finales del siglo XIX vivíamos 40 años y en 2010, las mujeres llegaban a 85, cualquiera podría decir que la curva seguirá creciendo. Sin embargo, tenemos un límite para la vida de unos 120 años. Hasta ahí podemos llegar. En 30.000 años hemos llegado a los 80, así que hay dos tercios completados, pero nos quedan otros miles de años para llegar a los 120. Ocurre que esto funciona con escalas. Todo el cuerpo se divide cada 10 o 12 años aproximadamente, y en este período las células han cambiado completamente, solo que unas van más rápido y otras más despacio. Por ejemplo, las del cerebro se desarrollan en el nacimiento muy rápidamente y ya no se vuelven a dividir. Sin embargo, hay otras como las del cabello o la piel que lo hacen todo el tiempo. Lo que ocurre es que, en su conjunto, las hemos ido prolongando gracias a la situación higiénico-sanitaria, los antibióticos, los progresos de la medicina, y la gente no suele tener ningún tipo de problema médico hasta que llegan a los 40, salvo que haya algún defecto de fábrica, lo que ocurre si la genética nos falla. Después, empieza a haber períodos de cinco en cinco. Si llegas a los 40 muy bien, saltas a los 45 sin ningún problema. En cambio, si alcanzas los 45 muy mal, eso se trasladará a los 50. Así sucesivamente. Quien llega bien a los 75, alcanza el Everest. En la mujer, por ejemplo, el período de entre 45 y 55 es muy crítico por el tema de la menopausia.
—¿Qué peso juega la genética?
—Es complicado, pero se ha estudiado muy bien porque tenemos un modelo único que son los gemelos. Hay un estudio muy bonito que es el ejemplo del astronauta. La persona que tiene el récord Guinness de haber pasado más días fuera del planeta en la estación internacional de la NASA es un señor de nombre Scott. Pues este hombre tenía un gemelo que también era astronauta, pero se quedó en tierra. Esto nos ofreció un experimento tremendo. En la luna, las condiciones son terribles, hay mucha radiación, comen mal y no pueden hacer ejercicio. Así que se pudo comparar con el hermano que se había quedado aquí. Con ellos, se observó que el impacto del ambiente supone dos tercios del total y la genética un tercio.
—¿Es posible intervenir en las posibilidades que nos deja la genética?
—Si se da cuenta, el estilo de vida es dos veces más importante. Además, y en relación a lo que usted me dice, hay un área de estudio actual que se llama la epigenética. Esta demuestra que la genética no solo no es más importante que el estilo de vida, sino que el propio estilo de vida puede condicionar la genética para bien o para mal. Si usted, por ejemplo, tiene el gen del cáncer de pulmón o la predisposición al cáncer de pulmón y fuma, aumenta más la probabilidades de padecerlo que si no fumara. Pero es que si una persona fuma antes de quedarse embarazada, se puede transmitir el gen de potencia y los hijos de esa persona tendrán el gen todavía más virulento. Al revés también puede suceder. Es decir, si una persona con el gen nunca fuma, puede incluso que su descendencia no lo tenga. Esto es algo muy interesante en el sentido de que antes pensábamos que la genética era algo invariable y hoy sabemos que podemos empeorarla o mejorarla con nuestro estilo de vida.
—En el libro detalla que mucha gente intenta cuidar la alimentación y, sin embargo, en materia de envejecimiento puede ser más interesante cuidar las cantidades. ¿Por qué?
—Sí, pienso que es más fácil controlar la cantidad que la calidad. En el libro pongo el caso de algunos pacientes que me contaban su desayuno, y si bien era saludable con alimentos de mucha calidad, como la fruta, eran demasiados. El marisco, por ejemplo, es un alimento muy sano pero con mucho colesterol. Así que si alguien toma una gran cantidad, tendrá el colesterol y el ácido úrico por las nubes. Por eso pienso que es más fácil cambiar los hábitos de vida cuidando la cantidad y no la calidad, aunque también tengamos que tener una buena dieta, lógicamente. La cultura japonesa demuestra muy bien esta teoría. Tenemos la idea de que comen genial y lo cierto es que no, lo que ocurre es que nunca comen demasiado. Así que desde el punto de vista del sobrepeso y envejecimiento, hay que anteponer la cantidad y después la calidad.
—La ciencia investiga los beneficios o perjuicios del ayuno desde hace tiempo pero todavía no hay conclusiones definitivas. Uno de sus posibles efectos es la autofagia, una regeneración a nivel celular. ¿Qué opina sobre esta estrategia tan de moda?
—Sí, como dice, todavía no está demostrado al completo. El ayuno lo hemos hecho durante toda la vida. Ahora, se ve con el Ramadán, que ha empezado estos días. El que está de moda es el ayuno intermitente, que se basa en separar un poco las horas de comida hasta conseguir 16 sin comer y 8 comiendo. Esto se suele traducir en retrasar el desayuno y adelantar la cena. Tiene una ventaja clara que es que, al comer durante menos horas, la gente suele ingerir menos cantidad; y después también se habla de la autofagia, que es un mecanismo que se ha demostrado en animales. Es algo así como un reciclado. Imagínate que alguien no va a la compra durante una semana para acabar todo lo que tiene en casa. ¿Qué ocurre? Pues que utiliza todos los restos que tiene de la semana anterior y, en teoría, el organismo hace lo mismo. Toda esa grasa visceral y toxinas que tiene acumuladas, las transforma en energía y, teóricamente, aporta beneficios. Yo lo recomiendo a todas las personas que lo puedan hacer, porque no todo el mundo puede, un día a la semana. No más.

—¿Ser personas activas puede retrasar el envejecimiento?
—Sí, muchísimo. Hay tres pilares fundamentales en el envejecimiento y el ejercicio es uno de ellos en todas sus vertientes. No solo hablamos de ejercicio cardiovascular, como caminar o nadar, sino también de entrenar la fuerza. Este tipo de ejercicio, cuando eres joven te da vitalidad, y cuando eres mayor te salva la vida. Tú eres joven. Por tu edad, calculo que no tienes más de 30 años.
—Así es, tengo 25.
—Claro, ya me lo imaginaba. Pues fíjate. Voy a utilizar tu ejemplo. A ti, como persona joven, entrenar la fuerza puede interesarte para sentirte bien. Pero cuando seas mayor, el ejercicio de fuerza, coger pesas, puede salvarte la vida. Las personas de edad avanzada tienen desequilibrios, no ven bien y se pueden caer. Las caídas en el cuarto de baño son un ejemplo. Si han ejercitado su cuerpo, tienen una cierta reacción al esfuerzo y capacidad muscular, por lo que es posible que la caída no derive en fracturas. Las caídas son una de las principales causas de muerte en gente mayor, no tanto por el golpe, sino porque es necesario encamarlos durante un tiempo. Les da una trombosis, van al hospital, cogen una neumonía que les sienta mal y acaban falleciendo.
—Entiendo que tampoco hay que olvidarse del ejercicio cardiovascular.
—Claro que no. Yo le dedicaría, en días alternos, la mitad del tiempo al ejercicio cardiovascular y la otra mitad a la fuerza. No hace falta ser deportistas de élite, pero sí hacer sentadillas, unos ejercicios de bíceps, flexiones o estiramientos. Pienso en el yoga, que es muy bueno. La gente que lleva haciéndolo toda la vida llegan a los 70 perfectamente y si se caen no les pasa nada. Hay quién se piensa que la prevención del envejecimiento se debe hacer con 60 años y es un error. Tú, ahora mismo, con 25 años estás en la cúspide de tu capacidad física. No vas a ir más allá porque tu edad es lo mejor en cuanto a inteligencia, memoria, visión, equilibrio o fertilidad, entre otros. A partir de ahí todo es declive, por eso empezar temprano es tan importante.
—Otro de los grandes pilares del envejecimiento es el manejo del estrés. Explica en el libro que las actividades que nos permiten gestionar mejor las emociones y oponerse al estrés son capaces de revertir de forma medible la longitud de los telómeros.
—Sí, ese experimento lo hacemos constantemente en la clínica. La longitud de los telómeros nos ayuda a medir la edad biológica o la metilación. Entonces, cuando una persona está estresada y no es capaz de controlar las emociones, está ansiosa o depresiva, consume una serie de sustancias que provocan inflamación y, precisamente, la inflamación en el organismo es lo que acaba oxidando el sistema. Antes de esta entrevista estaba leyendo un artículo en el que se demostraba una mejora de supervivencia en términos de años de vida en mujeres con cáncer de mama mediante técnicas de relajación, yoga, meditación o tai chi.
—¿Cómo se produce esta relación?
—Esto ocurre por la vía de la homeostasis, que es el equilibrio perfecto del organismo. Incluye las hormonas, el sistema nervioso vegetativo que es la adrenalina y te hace ponerte nervioso, o la acetilcolina, que es lo que te hace aceptar con resiliencia los problemas. Todas estas sustancias son fundamentales para que los telómeros, y por lo tanto la vida, sean más largos. Esto es algo que se ha visto muy bien en los blue spots. Son puntos en el planeta en los que la gente vive más tiempo. Uno de ellos es Okinawa, allí la gente es muy social, muy relajada y vive más años. Se ha visto que estar contento se relaciona con una mayor supervivencia. Otro de los puntos es en Loma Linda, una ciudad ubicada en California, dónde hay más centenarios de Estados Unidos. Es una ciudad llena de adventistas, que son cristianos que piensan que el mundo se va a acabar mañana. Así que se lo toman todo con mucha calma, con mucha oración y meditación. Está demostrado que este tipo de pensamiento, el cual no valoro si es bueno o malo, les lleva a un estado de relación máxima, sin protestar, gritar y aceptando lo que les viene. Están contentos con lo que les rodea, con su familia, amigos y vida, y cuando esto sucede está demostrado científicamente que vives más años.
—Habla del envejecimiento hormonal en referencia a aquellas hormonas que cumplen años con nosotros y se refiere, sobre todo, a la hormona del crecimiento, a la melatonina y a las sexuales. ¿Cómo nos afecta su disminución?
—Sí. La hormona del crecimiento está en la glándula pituitaria. Se libera mientras la persona es joven, alcanza su máximo entre los 14 y 20 años con el estirón, y después, cuando llegan a los 25 se detiene. Es una hormona que se libera por la noche, lo que nos demuestra que los controles de crecimiento están muchas veces ligados a los ritmos circadianos de noche y día. En Europa, los más altos son los noruegos y los holandeses porque son los que duermen más horas. En el adulto, esta hormona, pese a estar en concentraciones bajas, tiene una función: protegerte de las arrugas. Es más, cuando vemos a una persona con arrugas en la frente muy marcadas sucede porque esa persona ya no tiene hormona de crecimiento. Es un reloj biológico que tenemos dentro y que vamos poco a poco agotando. Como dices, la melatonina también se reduce. Esta es una hormona antioxidante muy importante relacionada con el ciclo de vigilia y sueño. Por eso dormir también es muy importante. Por último, están las hormonas sexuales. Una mujer tiene unos 200 óvulos en cada ovario, al ser dos, tiene 400 meses de vida sexual. Y una vez se agota este tiempo, se acaban las hormonas.
