Los 15 falsos mitos sobre el tabaco que debes saber

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martinez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

PACO RODRÍGUEZ

«Fumar me relaja», «me ayuda a controlar el peso» o «el de liar es menos perjudicial», son algunas de las frases más frecuentes

21 ago 2023 . Actualizado a las 22:18 h.

Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. O eso se intenta cuando el objetivo es justificar una adicción bastante instaurada en nuestra sociedad, como es el hábito tabáquico. Algunas de las más frecuentes: «fumar me relaja», «fumar me ayuda a controlar el peso», «el tabaco de liar es menos perjudicial» o el típico «conozco a personas mayores que fuman mucho y están bien». Pero, sorpresa (en realidad, para muy pocos), todas estas afirmaciones forman parte del autoengaño. Desmontamos, uno a uno, 15 falsos mitos sobre el tabaco. 

1. «Fumo porque quiero»

Seguramente la decisión de comenzar a fumar no fuese libre. La realidad más habitual es entrar en el hábito por amistades o familiares. En la adolescencia, fumar puede ser un mecanismo de integración en el grupo y, aquellos jóvenes cuyos padres son fumadores, tienen un 50 % más de probabilidad de ser fumadores que aquellos cuyos padres no lo son. Se estima que después de dos años fumando esporádicamente, es común que hacerlo se convierta en un hábito. 

2. «El tabaco solo es un hábito, no una droga»

Adicción y hábito no son lo mismo. «Las adicciones son a sustancias adictivas o a conductas que acaban desarrollando una dependencia, porque alteran estas vías neuronales de los refuerzos —jugando un papel esencial la dopamina— y también todas estas vías son responsables de la parte volitiva, que es la que te moviliza a hacer estas cosas», define la psiquiatra Mercè Balcells, coordinadora de la Unidad de Conductas Adictivas del Hospital Clínic de Barcelona. Teniendo en cuenta esas variables, el tabaco cumple todas las características, ya que provoca adicción física y psicológica y, además, su retirada produce síndrome de abstinencia. 

3. «Fumar me relaja»

La falta de nicotina genera una ansiedad en los fumadores que solo se calma de una forma momentánea cuando se fuma. La aparente sensación de «alivio» que se siente al fumar un cigarro se debe a la supresión de los síntomas de abstinencia producidos por la falta de nicotina —que es un estimulante— en el cerebro. 

 4. «Fumar me ayuda a controlar el peso»

No, el tabaco no ayuda a adelgazar. Se ha comprobado que la nicotina reduce el apetito y la ingesta de comida, pero la razón aún no está del todo clara. Incluso se barajan teorías como que el hábito tabáquico provoque que nos levantemos de la mesa o interrumpamos las comidas.

Sí se sabe que aquellas personas que dejan de fumar aumentan de peso. Suprimiendo los cigarrillos, se sufre más ansiedad. Se da una respuesta química por parte de nuestro cuerpo al faltarle la nicotina. Entre las hormonas que se disparan, está el cortisol, íntimamente relacionado con la grelina, la hormona que nos hace sentir hambre.

5. «El tabaco de liar es más natural y menos perjudicial»

Aunque liemos nosotros mismos el cigarrillo, el tabaco contiene la misma o mayor cantidad de sustancias tóxicas que los cigarrillos tradicionales. El Ministerio de Sanidad afirma que algunos estudios han llegado a encontrar incluso mayores niveles de monóxido de carbono espirado en los fumadores de tabaco liar. La razón que se teoriza es la frecuencia e intensidad de las caladas. 

Otra creencia frecuente sobre el tabaco de liar es que «se fuma menos». Sí, puede ser. Pero, según las investigaciones antes mencionadas, aunque el número de cigarrillos al día pueda variar, Sanidad confirma que no parece haber diferencias importantes en los patrones de consumo (ni tampoco en cuanto a la adicción) respecto a los cigarrillos industriales. 

También existe la percepción, correlacionada con todas las anteriores, de que «es más fácil dejar el tabaco de liar». Sobre esto, incluso se ha observado una menor intención de abandono y por lo tanto, también menos intentos, con respecto a los fumadores de cigarrillos convencionales. 

6. «No noto que me haga tanto daño como dicen»

Solo el hecho de fumar un cigarro produce un aumento de la tensión arterial y una elevación de la frecuencia cardíaca de 10 a 15 latidos por minuto. Es cierto que al principio los daños no suelen ser muy llamativos, pero a largo plazo, pueden ser irreversibles. 

«Una de las trampas del tabaco es que las consecuencias son a largo plazo. Las cardíacas, entre los cinco y los diez años desde que eres fumador, ya las puedes empezar a sufrir. El cáncer, necesitas un período de incubación, un período de latencia que pueden ser 15, 20 o 25 años. Yo siempre digo: “Lo que fumas hoy no te mata mañana, te mata dentro de dos décadas”», detalla Ángel Esteve Fernández Muñoz, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública y director del Centro Colaborador de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el control del tabaco del Instituto Catalán de Oncología.

7. «Conozco gente que ha fumado toda la vida y está perfectamente»

Sí, existen casos. Fruto de la suerte. Fernández considera que lo ideal sería no dejarnos en manos de ella: «Siempre se dice mucho lo típico de: “Mi abuelo se murió con un ducados en la boca”. Bueno, pues tu abuelo tuvo mucha suerte porque lo más normal es que tuviera una enfermedad relacionada con el tabaco, y la mitad de las personas se mueren». 

Tal como te comentábamos en este reportaje, el consumo de tabaco incrementa en un 70 % el riesgo de morir prematuramente por diversas enfermedades. Además, provoca alteraciones en el aspecto físico, problemas de fertilidad e incluso un debilitamiento del sistema inmunitario. 

8. «Yo no fumo tabaco, solo fumo porros»

Puede ser, pero el Ministerio de Sanidad remarca que depende de qué contienen exactamente esos porros. El cannabis (hachís, marihuana, aceite…), se suele mezclar con tabaco y, por lo tanto, se potencia la adicción a la nicotina junto con el tetrahidrocannabinol (componente del cannabis). 

Con todo, no debemos olvidarnos de los riesgos del consumo de cannabis, ya sea solo o mezclado con otras sustancias. Entre los riesgos para la salud que señala Sanidad: genera tolerancia y cada vez es necesaria una dosis mayor; afecta al aparato respiratorio (bronquitis, asma, laringitis), al balance hormonal y la reproducción, e incluso se asocia a trastornos psicológicos y psiquiátricos. 

9. «Solo fumo en el fin de semana»

El doctor Fernández confiesa que, en la actualidad, suben los casos de este tipo de perfil. Esa persona que fuma los viernes, sábados y domingos, «porque en grupo se fuma más que individualmente». 

«También tenemos el happy smoker, que es aquel que controla el hábito, que fuma dos o tres cigarrillos al día, o un poco más los fines de semana, pero él dice que no está enganchado. Bueno, pues si se lo quitas generaría igual un pequeño síndrome de abstinencia», asegura. 

10. «El tabaco rubio no es tan malo como el negro»

Las dos variedades de tabaco tienen el mismo tipo de componentes nocivos. 

11. «Ya he intentado dejarlo otras veces»

Sanidad asegura que si lo has intentado otras veces hay más posibilidades de lograr el éxito en esta ocasión. Existen fumadores que necesitan más de un intento para consolidar la conducta de no fumar. 

En este sentido, recomiendan analizar la causa que provocó que, en aquella ocasión, volvieras a recaer en el hábito. Entre ellas, fumar un cigarrillo en una fiesta, pensando que «por uno no pasa nada» (exceso de confianza), creer que se podía controlar y fumar cuando se quisiera (falsa sensación de autocontrol) o por una bajada en el estado de ánimo (relación con emociones negativas). Teniendo presentes los «errores» del pasado, es más probable no caer en ellos en el futuro. 

«Muchos fumadores van a conseguir el éxito solo después de varios intentos. Las recaídas son una oportunidad de aprendizaje, no se puede ver como un fracaso. Si recaes, cuando lo vuelvas a intentar tienes que hacer un análisis de qué ayudó y qué no. Lo habitual es tener que hacer varios intentos, conseguirlo a la primera no es lo normal», subraya Andrés Zamorano, presidente del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo. 

Lo expertos concuerdan en que lo más complicado a la hora de dejar de fumar es superar el síndrome de abstinencia provocado por la falta de nicotina, pero los síntomas, son temporales. La mayoría de los físicos desaparecen después de algunos días, mientras que los psicológicos suelen prolongarse más en el tiempo. Tal como te contamos en este artículo, pasados entre tres y seis meses, disminuyen los niveles de estrés. Los fumadores que alcanzan el medio año sin probar un cigarrillo registran unos niveles de ansiedad mucho menores y, en general, su estado anímico es mejor. 

Los falsos mitos del humo de segunda mano

El consumo de tabaco también es perjudicial para la salud de quienes rodean al fumador. Las personas que se encuentran en ambientes donde hay humo, también están inhalando sustancias tóxicas.

«Sabemos que el tabaquismo pasivo aumenta en un 20 % el riesgo de cáncer de pulmón. Las personas no fumadoras que conviven con fumadoras o que trabajan en ambientes con humo, tienen un riesgo más elevado de cáncer de pulmón que personas no fumadoras que no están expuestas. Y lo mismo con el infarto de miocardio. Las personas no fumadoras expuestas pasivamente tienen un 20 o un 25 % más de riesgo de infarto de miocardio que las no fumadoras no expuestas», expresa Fernández. 

12. «Si fumo cuando mi familia no está en casa o en el coche, no les hago daño»

Según Sanidad, el humo de segunda mano permanece mucho más tiempo de lo que dura el cigarrillo. Este persiste contaminando ambientes y sus residuos se depositan en el polvo y las superficies, durante varias semanas e incluso meses. 

13. «Si fumo en otra habitación, no perjudico a nadie»

El humo de segunda mano se difunde de una habitación a otra, incluso si la puerta está cerrada. El humo permanecerá en la zona bastante tiempo y sus agentes tóxicos quedarán impregnados en alfombras, cortinas, ropa y demás accesorios del hogar. 

14. «Si coloco en casa filtros o purificadores de aire eliminaré el humo del tabaco»

En realidad, los purificadores no protegen frente al humo del tabaco, solo enmascaran el olor. Aunque los filtros sí reducen las partículas, no pueden eliminar los gases nocivos. «Esto hace que muchos de los componentes tóxicos y cancerígenos permanezcan en el ambiente y, por tanto, el riesgo de enfermedades relacionadas con el tabaco», confirma el Ministerio. 

15. «Abriendo las ventanas o usando ventiladores se elimina el humo del casa o del coche»

Varios estudios han demostrado que no existe un nivel de ventilación suficiente para eliminar por completo el humo de segunda mano y los riesgos que este genera. Además, las corrientes de aire pueden hacer fluir el humo, contaminando otras zonas y por lo tanto, aumentando la exposición de otras personas. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.