Bebidas energéticas y EBAU: ni mejoran la concentración ni el rendimiento

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

CESAR QUIAN

Son una de las sustancias a las que recurren los jóvenes en época de exámenes; pero su consumo, además de generar dependencia, puede llegar a tener efectos negativos en la salud

04 jun 2024 . Actualizado a las 13:23 h.

Hoy empieza la evaluación de bachillerato y acceso a la universidad (EBAU en castellano, ABAU en gallego) y no son pocos los que aprovechan el sprint final con la compañía de unos cuantos cafés o bebidas energéticas. El consumo de estas últimas entre los jóvenes ha aumentado casi un 10 % en los últimos diez años y el 50 % de ellos afirma consumirlas con regularidad, según apuntan desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas y Nutricionistas (Cgcodn). Con todo, los profesionales alertan de que la ingesta de las mismas, sobre todo aquellas con alto contenido en cafeína y sustancias estimulantes, puede ocasionar efectos negativos sobre la salud a corto y medio plazo, especialmente entre los niños y jóvenes. 

¿Qué son exactamente las bebidas energéticas?

«Las bebidas energéticas tienen un alto contenido en cafeína y, además, suelen tener otro tipo de componentes como aminoácidos y suplementos que producen un aumento de la energía. La persona está más despierta porque también son excitantes», señala Marisol Pérez, dietista nutricionista del Cgcodn y miembro del colegio de dietistas-nutricionistas de Galicia. 

Entre los posibles ingredientes de este tipo de bebidas se encuentran diversas combinaciones de vitaminas, minerales y sustancias estimulantes como una alta dosis de cafeína (hasta 275 mg por cada envase), extractos de plantas como ginseng o guaraná, al igual que otros como carnitina, inositol, glocuronolactona y una importante cantidad de azúcares añadidos. «La mayoría también suelen tener un alto contenido de taurina, un aminoácido», añade la experta. 

¿Qué efecto tienen este tipo de bebidas en nuestro organismo?

Justo en esta época del año, los jóvenes recurren a ellas para «mejorar la concentración» ante exámenes finales o pruebas de acceso a la universidad. «Cuando una bebida de este estilo entra en nuestro organismo, sube la frecuencia cardíaca, el número de pulsaciones por minuto; y además, aumenta la irritabilidad. Es como el efecto de la cafeína, pero mucho más potente. Dependiendo del tipo, puede estar multiplicados por dos, diez, depende», asegura Pérez. Por su parte, el presidente del Cgcodn, Manuel Moñino, advierte que la ingesta de este tipo de bebidas «afecta negativamente a la salud, ya que altera el patrón del sueño y puede generar ansiedad, hipocondría, insomnio, cefalea y depresión». 

Los riesgos se intensifican si se da un consumo habitual. El estudio ETUDES sobre uso de drogas en jóvenes muestra una tendencia creciente de la toma de este tipo de bebidas desde 2014 a 2023, pasando del 49,7 % al 54,4 % en hombres y del 31,4 % al 40,7 % en mujeres. «A medio y largo plazo, su ingesta habitual incrementa el riesgo de daño cardiovascular, hematológico, neurológico y psico-comportamental, sin olvidar que la significativa cantidad de azúcares añadidos que contienen se asocia a mayor riesgo de obesidad y otras enfermedades crónicas», recalca Moñino. 

El problema de la tolerancia

«Si este tipo de bebidas se toman de manera puntual y en una dosis pequeña, imaginemos, porque tengo que estudiar una o dos noches, no pasaría nada. La clave de estas sustancias es controlar el consumo. Lo que no se recomienda es su uso continuo porque generan tolerancia», advierte Pérez. Es decir, la persona que las toma necesita ir incrementando la dosis para conseguir el mismo que efecto que se tenía anteriormente. «Se crea una dependencia, una adicción, a este tipo de sustancias. Y ahí está lo peligroso, llegar a niveles que son difíciles de manejar para muchas personas», amplía la nutricionista. 

En este sentido, en el 2009 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) las consideró un riesgo emergente, y más del 50 % de los jóvenes declaró tomarlas con regularidad. También el Ministerio de Sanidad y la Asociación Española de Pediatría desaconsejan el consumo de este tipo de bebidas estimulantes en niños y adolescentes al considerarlas perjudiciales para la salud.

La dependencia física y tolerancia aparecen a partir de los 100 miligramos (mg) diarios de consumo de cafeína y, una lata de 250 mililitros (ml) de cualquier bebida energética comercial ya contiene unos 80 mg de cafeína. Cuando el envase es de 330 ml, ya se supera ese límite de riesgo. Además, en el mercado existen presentaciones de medio litro que contienen unos 160 ml de cafeína. Si en el transcurso de 24 horas se beben dos latas, se sobrepasa la dosis aguda de cafeína (está entre los 300 y 400 miligramos, según el peso corporal y la tolerancia de cada persona). Hacerlo, conlleva a la aparición de síntomas físicos y psicológicos. 

«La gente las está tomando para mantenerse despierto por la noche cuando tienen que conducir o incluso cuando salen de fiesta, mezclándolas con alcohol. Ese es problema que tenemos ahora, que se está extendiendo el uso a ciertas situaciones muy habituales de la vida social de la gente adulta y de los jóvenes», confirma Pérez. 

¿Realmente mejoran la concentración y rendimiento? «La EFSA niega esos posibles efectos positivos y añade que tampoco existe evidencia científica sólida sobre el consumo de ginseng, guaraná o L-carnitina en la mejora del cansancio, la capacidad cognitiva o la resistencia física», expresan desde el Colegio de Nutricionistas. 

¿Cómo se puede mejorar el rendimiento académico sin recurrir a estas bebidas?

La buena noticia para aquellos que quieran mejorar su rendimiento académico es que es posible conseguirlo sin consumir estas bebidas. «Lo ideal es intercalar tiempo de estudio con actividad física, sobre todo si estudiamos durante largos períodos de tiempo. Me encuentro muchas veces con la frase: "No tengo tiempo". Siempre contesto que prueben a correr media hora. Van a alucinar con lo que van a rendir porque el ejercicio activa la circulación, la llegada del oxígeno al cerebro y la glucosa. Cuando te vuelves a sentar a estudiar, asimilará más rápido», explica Pérez. 

Junto a ese plan en el que se intercala ejercicio y estudio, el otro pilar fundamental es una ingesta alimentaria adecuada. «Evidentemente antes de sentarme a estudiar tres o cuatro horas no puedo hacer una comida muy copiosa porque me va a producir somnolencia», recomienda Pérez. 

Por último, en caso de recurrir a estas bebidas energéticas porque preferimos estudiar por la noche (una práctica que suele ser habitual), Pérez aconseja «una cena ligera con algo de verduras y proteínas la plancha, acompañado con algo de hidrato de carbono, como puede ser pan, es ideal». 

La regulación de este tipo de bebidas en Galicia 

«Es capital evitar la exposición de niños y adolescentes a estas bebidas», afirma Moñino. En Galicia, junto a otras comunidades autónomas, ya se ha prohibido su venta en entornos educativos y sanitarios, así como en deportivos. Uxía Rodríguez, presidenta del Colegio Profesional de Dietistas y Nutricionistas de Galicia, declara que «esta legislación es un paso crucial para proteger la salud de nuestros jóvenes, evitando estos productos que pueden tener efectos adversos graves; la normativa gallega es un ejemplo a seguir a nivel nacional». 

Además, exigen también una regulación de la exposición de menores y jóvenes al márketing y publicidad de este tipo de productos. No son pocos los streamers de Twitch o youtubers que son patrocinadores de este tipo de bebidas energéticas. Asimismo, solicitan un aumento del precio de las mismas. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.