Los murales artísticos se extienden para evitar pintadas en los cierres de los establecimientos de Santiago

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Comerciantes y hosteleros de Santiago se suman a embellecer sus locales

22 ago 2022 . Actualizado a las 22:50 h.

Cuando llega la hora del cierre, y muchos comerciantes y hosteleros bajan las rejas de sus locales se encuentran con una imagen que no responde al esmero con el que cuidan sus negocios. Las pintadas, o más bien garabatos, ofrecían un aspecto «sucio y degradado» del local, y «pese a gastar mucho dinero en pintar y repintar el cierre, los del espray volvían», comenta Óscar de Toro, propietario del café Venecia. Él es uno de los últimos que optaron por decorar su reja con un mural artístico, en su caso diseñado por Sabrina Amado Aparicio, bajo el nombre artístico de amadoodle. De Toro confía en que el mural «ponga fin a las pintadas. La verdad es que la noche anterior no dormí, porque habíamos pintado la reja de negro para que al día siguiente pudieran empezar con el trabajo, y temía que los grafiteros aprovecharan para volver a pintar. Pero hubo suerte». Sabrina se puso en contacto con Óscar de Toro, y «me gustó la idea. Me pasaron varias propuestas, y escogí una tal cual la diseñaron. Ella era la artista, y yo no tenía más que decir. Ahora estoy recibiendo felicitaciones», explicó. Sabrina y Adrien Dufoseé, que colaboró en la realización del mural, viven en Canadá, pero los abuelos maternos de ella son de Arnoia y Ribadeo, y aprovecharon el viaje programado a la tierra de sus ancestros para dejar su huella en Santiago.

La reja del café Venecia es solo una de las muchas que se convirtieron en lienzos para artistas. Uno de los primeros murales del Ensanche fue el del café-bar Tía Vicenta, que allá por los años 90 sorprendió a todos con una llamativa reja artística, en la que, por ahora, no se han hecho pintadas de mal gusto. Más recientemente, en la rúa Nova se apuntaron a la iniciativa establecimientos como la pizzería Oasis y el bar Joker. En este último, Batman surge de entre las tinieblas para vigilar que los del espray se mantengan alejados del lugar. Más discreto, pero igualmente efectivo, es el dibujo de la cantina Galopín, en la rúa Fernando III O Santo. Entre los murales más simpáticos del Ensanche destaca el realizado por Dávila & Ma en la fachada y reja del aparcamiento de un edificio de Fernando III, donde se aprovechó la reja del párking para pintar una boca abierta y en la pared uno de sus clásicos personajes dice en un bocadillo: «Comes o que che boten!!».

En el lado opuesto de la efectividad contra el gamberrismo está el mural del estanco de la praza Roxa, donde el dibujo de un campo ajardinado fue dañado con varias firmas de grafiteros.

Uno de los puntos del Ensanche donde el gasto en pintura para eliminar borrones desesperó a los propietarios es uno de los aparcamientos de Romero Donallo. Aquí un mural artístico alejó, por ahora, a los grafiteros. También en el casco histórico, la imagen de As Marías en el portal de acceso al patio interior, situado junto al hotel Real evita desde hace años que los grafitis ensucien este espacio, como ocurre en otras calles de la zona noble, entre ellas: las rúas Travesa, Algalia de Abaixo y Arriba y algunos puntos de San Pedro.

Mosteiro

Los barrios se apuntan al arte frente al gamberrismo

 

 

La elección de combatir a los gamberros armados con botes de espray con arte también está ganando seguidores en algunos barrios de Santiago.

Hace algún tiempo, los dueños de la carnicería Víctor y Chelo, en la rúa Salgueiriños de Abaixo, decoraron su reja con un mural artístico, en el que una vaca deja claro cual es el sector comercial del local que hay detrás de la reja. Las pintadas no han vuelto a Salgueiriños. Lo mismo hicieron, más recientemente, los propietarios de la carnicería Touro, en la rúa del mismo nombre del barrio da Almáciga. En este local, durante meses, sus propietarios se vieron obligados a pintar y repintar de color blanco la reja sin que pudieran terminar con los garabatos indeseables, que aparecían reiteradamente. El mural, obra de Trecetrazos, no solo embellece la calle, sino que puso fin a los actos vandálicos.