El obradoirismo llora la marcha de Moncho Fernández

Ignacio Javier Calvo Ríos
NASO CALVO LA VOZ / SANTIAGO

SANTIAGO

Sandra Alonso

Pepe Casal, Julio Bernárdez, Tonecho Lorenzo y Koke Rama destacan la crueldad del desenlace final del curso

18 may 2024 . Actualizado a las 18:35 h.

Moncho Fernández no se sentará el próximo curso en la banda de Sar, después de catorce campañas al frente del primer equipo compostelano, 12+1 en la ACB y otra más en la LEB Oro, en donde comenzó la mágica trayectoria historia del Obradoiro moderno. El obradoirismo acata con resignación y tristeza la decisión del consejo de administración de prescindir del técnico, pero llora el adiós del entrenador de Pontepedriña.

Julio Bernárdez es el presidente de la Federación Galega de Baloncesto y un histórico del Obradoiro, que estaba sentado en el banquillo del equipo que alcanzó a principios de los ochenta el primer ascenso del conjunto de la capital gallega. El domingo sufrió, se comió las uñas y vio como el Obra caía por el abismo: «Fue una jornada muy dura. Lo pasé mal. Creo que fue un desenlace tremendamente cruel. El Obra descendió por una canasta. Esa es la diferencia entre triunfar y fracasar. Una única canasta. Pero viendo como estaba el pabellón, el apoyo de la gente, nunca se podrá decir que descender a la LEB Oro fue un fracaso. Ahora hay que retomar el vuelo y volver a intentarlo. No será fácil. La LEB Oro es una categoría muy complicada. En Deporte, ascender siempre es difícil, sea la categoría que sea. Solo hay que mirar la clasificación de la LEB Oro. Salvo el campeón Coruña, los diez equipos siguientes son exconjuntos de ACB».

Recuerda que durante la última jornada vio «durante muchos minutos al Obra en la ACB. En el descanso, el Granada perdía de forma clara. Yo tenía claro que el Obra iba a derrotar al Joventut. Empezó mal, con nervios, pero luego hizo un partidazo. Viendo al Gran Canaria con 16 arriba, todos estábamos encantados. Pero luego llegó el bache del Gran Canaria, que nadie se esperaba y que es difícil de explicar. De todos modos, en los últimos minutos volvió a igualar el partido, pero no pudo ser. El Granada se jugaba la vida y reaccionó».

El mejor entrenador gallego

Sobre la marcha de Moncho Fernández, Bernárdez apunta que «cuando hablamos de Moncho hay dos aspectos importantes. Por un lado, el técnico. Por el otro, un componente personal muy relevante. La directiva es soberana para tomar una decisión, pero está claro que Moncho Fernández es el mejor entrenador gallego de todos los tiempos, y con mucha diferencia. Sé que tendrá un buen futuro. Yo mismo sé por experiencia lo que es un descenso. Necesitas días para pensar, de reflexión, y que todo vuelva a colocarse en su sitio. La herida está todavía muy reciente y hay que dejar pasar un poco de tiempo. Moncho tiene un prestigio nacional e internacional importante y sé que el club que lo lleve acertará de pleno».

Acerca de las sensaciones por el descenso de categoría, Bernárdez destaca: «Ya soy un poco mayor para las lágrimas, pero me emocioné después de la conversación que tuve al final con Moncho Fernández. También por ver la cara de tristeza de los directivos. Todo eso me conmovió. Era un proyecto de muchos años. Es una pena lo ocurrido por el gran esfuerzo económico que tuvo que realizar el consejo de administración para afrontar todos los problemas. Pero estas cosas suelen pasar cuando lo dejas todo para la última jornada y dependes de lo que puedan hacer otros equipos. Otra cosa que me impactó fue ver a jugadores de la cantera del Obra llorando después del partido, muchos de ellos conocidos porque juegan en las selecciones gallegas».

Tonecho Lorenzo

Otra voz muy acreditada del obradoirismo, el legendario Tonecho Lorenzo explica que «este año no las tenía todas conmigo. El cuerpo me decía que no íbamos a salvarnos. Fue un año de muchas dificultades y la cabeza me hacía ser cauto. Por eso, al final no lo sentí tan traumático, pero sí es cierto que en la última jornada durante muchos momentos pensé que el equipo se iba a salvar». Se lamenta: «Dotson pudo venir un poco antes. Fue clave en los últimos partidos. El equipo cambió, pero no dio tiempo. La marcha de Washington o la lesión de Mendoza fueron claves. Hubo demasiados contratiempos y el equipo nunca tuvo una velocidad de crucero».

Tonecho Lorenzo subraya que «cuando jugaba y entrenaba era muy optimista siempre, pero ahora desde la grada soy a veces un poco más pesimista, porque así la caída duele menos. Debemos recordar y tener muy presente que hace catorce años pasó lo mismo. El Obra descendió en su vuelta a la élite porque apenas tuvo tiempo para trabajar después del fallo judicial. Se descendió tras una primera vuelta fantástica. Al año siguiente se hizo un gran proyecto en la LEB Oro. Y la base de aquel equipo tuvo un gran pulmón luego en la ACB durante tres o cuatro años, con Bulfoni, Andrés Rodríguez, Corbacho, Oriol Junyent… Fueron el núcleo duro del Obradoiro en su vuelta a la élite. A veces es necesario dar un paso atrás para poder dar dos al frente. Ahora el equipo va a una categoría muy dura y sabemos que será muy difícil ascender. Pero hace catorce años ya se consiguió, con seriedad, honradez y buenos fichajes. Se bajó, llegaron Raúl López y su consejo de administración, Chete y Moncho y se ascendió».

Admite que «la marcha de Moncho Fernández me duele mucho, como persona, como amigo y como entrenador. Fue una fatalidad. Me gustaría que la despedida hubiese sido con más sentimiento. Para mí Moncho es la auténtica leyenda deportiva del Obra. Ahora estamos todos tristes, pero hay que pasar el duelo y esperar que el equipo se reestructure y presente un ambicioso proyecto. Tengo que reconocer que solté alguna lágrima al acabar el partido frente al Joventut al ver tantas despedidas. Se me encogió el corazón».

Pepe Casal

Mientras, Pepe Casal, otra leyenda del obradoirismo, reconoce que «asumí el descenso con muchísima pena y tristeza. Fue muy duro caer en un triple empate, por un punto en el basketaverage. Fueron semanas de mucho sufrimiento y al final no logramos el objetivo». Entiende que al Obra le faltó «un pelín de suerte» en varios partidos que hubiesen cambiado el desenlace final.