Un pintoresco templo para los aficionados al rugbi de todo el mundo, en pleno casco histórico de Compostela

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

A Novena Porta se volvió a llenar con un público internacional este fin de semana, durante la segunda jornada del Seis Naciones, que enfrentaba a Irlanda y Francia.  Destaca el dueño del bar, Terra (en la foto), que incluso en los partidos de mayor competencia reina el buen ambiente entre las aficiones rivales en este templo del rugbi, conocido además por ser un lugar «pet friendly».
A Novena Porta se volvió a llenar con un público internacional este fin de semana, durante la segunda jornada del Seis Naciones, que enfrentaba a Irlanda y Francia. Destaca el dueño del bar, Terra (en la foto), que incluso en los partidos de mayor competencia reina el buen ambiente entre las aficiones rivales en este templo del rugbi, conocido además por ser un lugar «pet friendly». PACO RODRÍGUEZ

Un exjugador, Terra, lleva ya más de una década al frente de A Novena Porta, un reducto hostelero en el que el deporte rey no es el fútbol

15 feb 2022 . Actualizado a las 08:43 h.

Hay un bar en el casco histórico de Santiago ciudad en el que el deporte rey es el rugbi. Ya puede jugar el Barça o el Real Madrid, que si hay un encuentro con balón oval, en la pantalla de A Novena Porta no hay fútbol que valga. Al frente de este pintoresco templo para los amantes de las melés y los placajes está un exjugador, Eugenio Terradillos (más conocido como Terra). En su local convive un público heterogéneo, en el que abundan los estudiantes, los aficionados al rugbi de la ciudad y los que están de visita. «Los días anteriores a un partido internacional me llaman de muchos hoteles para confirmar si vamos a poner el partido porque sus clientes no tienen otro sitio donde verlo en directo. Y, en verano, cuando hay mundial, se junta aquí gente de todas las nacionalidades que vino haciendo el Camino. Junto a las cuarenta personas que pueda haber de Santiago, hay otras siete de Sudáfrica y diez de Nueva Zelanda, por ejemplo, si ese día se enfrentan estas dos selecciones», cuenta el coruñés.

Él llegó a Compostela con 18 años, para estudiar Económicas en la USC, y tras pasar por una gestoría y el ocio nocturno, acabó convirtiendo en su segunda casa el local de Cardeal Payá fundado a comienzos de siglo. Desde el 2010 dirige el negocio, apostando en él por el rugbi, un deporte que practicó en su época universitaria y que este hostelero de 40 años apoya hoy patrocinando a equipos compostelanos, masculinos y femeninos. Ese ambiente internacional tan especial que allí se crea se pudo respirar estos dos últimos fines de semana, coincidiendo con la retransmisión de los primeros partidos del torneo Seis Naciones. Desempolvó Terra las banderas de los países que se enfrentaron cada día para colgarlas en la calle, a ambos lados de la puerta, siguiendo la tradición.

En un encuentro entre selecciones fácilmente puede ofrecer unos 180 perritos calientes como tapa de cortesía y otros tantos sándwiches mixtos con la segunda consumición. Los perritos se han convertido ya en un sello de la casa. Todo empezó, cuenta el dueño de A Novena Porta, con una Super Bowl: «Siempre se emiten aquí muy tarde, entre las doce y las doce y media de la noche, y pensé en ofrecer un pincho típico americano. Tuvo tanta aceptación que empezamos a ofrecerlos ya a diario, entre las siete y las diez. Es una simple salchicha cocida en pan tostado y cada día lleva una salsa distinta». El bar de aire irlandés cuenta con un llamativo vinilo de un campo de rugbi en el techo -protagonista de muchos selfies- que patrocina una marca de whisky irish, la cual llegó a proponer a Terra invitar a chupitos a todos los que fueran a ver los partidos con la camiseta de Irlanda cuando su selección marcase tanto.

La misma sala trasera donde el rugbi salpica hasta el techo, con bancos y mesas de madera y una gran pantalla al fondo, está empapelada con carátulas de cedés impresas a color (la mayoría de artistas ingleses o americanos, pero también hay alguna nota discordante, como el Fary o Sabrina «por la tontería»). Esto ya existía cuando Terra se puso al frente del local, en donde hoy se ocupan de reponer los músicos caídos (los últimos, The Corrs, valga la ironía).

Cuenta actualmente con el respaldo de tres empleados: David Alberto, Xabi y Suso. El primero de ellos lleva poco tiempo, por lo que este fue su primer Seis Naciones en A Novena Porta, «y alucinó», cuenta su jefe. El bar se llena y hoy deja entrever lo que fue antes de que llegase la pandemia. 

Sostiene Terra que es más rentable emitir el rugbi que el fútbol, porque «la gente que lo sigue tiene un gasto medio cinco veces mayor aunque el partido dura lo mismo. Y no solo consumen más, sino que los aficionados son muchísimo más educados y nunca hay conflictos entre equipos. En una final de un mundial, con el bar a reventar, podías hasta hablar por teléfono porque no había casi barullo y no se oyen gritos despectivos sobre el rival. Para mí, en el rugbi no hay esas competencias insanas que ves en el fútbol. Es otra cultura deportiva, mucho más sana que la otra, a mi parecer».

También son conocidas allí la celebración de San Patricio (el 17 de marzo) o las noches de fútbol americano -especialmente cuando llega la Super Bowl- en A Novena Porta, donde este año decidieron no retransmitirla porque fue el primer fin de semana sin el cierre adelantado por la pandemia «y la gente ya está acostumbrada a los horarios antiguos», explica el responsable del establecimiento santiagués. Terra tiene un golden de 12 años y su negocio se convirtió en uno de los primeros locales de la ciudad pet friendly, cuando aún nadie utilizaba esta expresión. «Pensé que si yo metía dentro de mi bar al perro no era justo que otros no pudieran hacer lo mismo con los suyos. Eso sí, dejamos estar con las mascotas hasta las diez de la noche y siempre que no monten follón», matiza.

El hostelero destaca que los últimos dos años han sido especialmente duros a causa de la pandemia: «Fueron tiempos muy difíciles porque somos un café-bar y apenas tenemos terraza. Estuvimos casi 7 meses cerrados y el pago de los alquileres y el IVA dependían de que el propietario del local decidiese mantenerlo o perdonarlo. Los ERTE fueron una buena medida para los empleados, pero las ayudas a los autónomos eran irrisorias. Eran igual para mí que para otro con una cafetería en propiedad o que pagase diez veces menos de alquiler, porque un alquiler como el nuestro en la zona monumental no es barato. Había mucha incertidumbre y yo hasta me puse a buscar trabajo de gestor, por lo que pudiese pasar. Tuve la suerte de tener dinero ahorrado, porque nos iba bien, pero ver cómo bajan los ahorros sin poder hacer absolutamente nada es desesperante. Ahora parece que ya pasó, pero recuerdo que hace un año, en febrero del 2021, teníamos un aforo reducido al 30 % y podíamos abrir solo hasta las seis de la tarde. Gracias que tenemos mucha clientela habitual de Santiago, gente del mundo del rugbi y estudiantes, que nos ayudaron a mantener el tipo cuando no había peregrinos ni turistas».