Las fiestas más populares de Santiago se celebran en un piso en el que caben más de cien personas: «Tuvimos que dejar a gente en la puerta»
VIVIR SANTIAGO
En septiembre, estos dos estudiantes reunieron a sus grupos de amigos para una previa en su casa. Se lo pasaron tan bien que se fue corriendo el rumor de que las suyas eran las fiestas más divertidas de la capital: «Empezamos siendo 25 y en la última contamos a 110 personas», explican. Ahora, buscan un local para poder albergar tranquilamente a todo el mundo que quiera unirse
14 may 2024 . Actualizado a las 17:28 h.Las fiestas que se celebraban en este ático del Ensanche compostelano, en la zona de Santiago de Chile, eran un secreto a voces entre la comunidad universitaria. No se anunciaban en las redes sociales y los dos organizadores prefieren no dar sus nombres, pero uno de ellos —que solo aporta el dato de ser estudiante de Psicología y su compañera de Historia— explica cómo en apenas un año se convirtieron en lo que llegaron a ser. En septiembre, cuando comenzó el curso, se reunieron dos grupos de amigos para hacer una previa —nombre con el que se conoce a la quedada de antes de salir— en la famosa casa. «La gente se lo pasó tan bien que al final nadie bajó a la discoteca. Después, nos preguntaban cuándo volvíamos a hacer otra, que había que repetir», explica. No contaban que a esa demandada quedada se iba a unir a mayores otro grupo de amigos. A la siguiente, uno más: «La primera vez fuimos 25, pero después ya subimos a 40 y luego a 50. A partir de ahí todo se empezó a ir de madre». Ahora, siendo conscientes de que el volumen de personas ya no es asumible para un piso universitario, buscan un local para celebrar la siguiente.
«En la última que hicimos, hace un mes, contamos a 110 personas», continúa este joven. Explica el éxito de sus fiestas con el boca a oreja, por algún amigo que se lo fue diciendo a otro y luego a otro. Lo cierto es que nunca las llegaron a anunciar en ninguna parte ni tampoco pretendieron hacerlo. «No teníamos relación con todo el mundo que venía, pero sí que sabíamos quiénes eran por colegas en común. No queríamos meter a ningún desconocido y nos ha pasado de que llegaran grupos de quince personas aleatorias a las que no les permitíamos pasar. Tuvimos que dejar a gente en la puerta en tres o cuatro ocasiones diferentes», continúa el universitario y organizador. «Todo el mundo decía que era la hostia y nosotros intentábamos que las fiestas fueran especiales», rememora. Compraban «un montón de tonterías», como globos o packs de cervezas. Hacían carteles, photocall y, dependiendo del tipo de fiesta que fuera, imprimían caretas para los asistentes.
«El ambiente era increíble y nosotros hacíamos un poco lo que se nos ocurría en el momento. Decíamos: ‘Esta semana podemos organizar una fiesta de pop no sé qué'. La hacíamos y todo el mundo venía encantado», continúa el estudiante. Eran, en su mayoría, encuentros temáticos. La última estaba dedicada al hip hop, más concretamente a la figura del rapero Eminem. La próxima será sobre C. Tangana y sonarán sus éxitos durante toda la noche. Cuenta que, a veces, hasta se presentaban grupos nuevos porque eran fans del género que iba a sonar ese día. Luego, a la mañana siguiente, los cuatro residentes en el piso se organizaban para recoger. «Nos quitaba tiempo, porque estábamos toda la tarde montando cosas y luego tocaba limpiar. Al día siguiente podíamos pasar desde las doce de la mañana hasta las seis de la tarde poniendo las cosas en su lugar», explica, aunque para él «valía la pena».
«La gente se animaba muchísimo. En carnavales hicimos una temática de superhéroes y todo el mundo vino disfrazado», cuenta con emoción. Aunque el número de personas que cabían en el inmueble sorprenda, ellos lo tenían todo calculado. El suyo era un ático y no tenían vecinos abajo, por lo que el ruido nunca fue un problema. De hecho, enumera entre el equipamiento de la casa una cadena musical y una mesa de DJ. Describe el piso como uno prototípico de estudiantes, «súper antiguo» e incidiendo en ese «súper», pero con un salón, terraza y cocina más grandes que la media del resto de pisos universitarios. «Nosotros despejábamos todos los muebles, los metíamos en una habitación para que no se rompiera nada. En las fiestas de 70 personas se veía el piso lleno, pero se estaba a gusto. El problema fue cuando empezaron a llegar más de cien», alega, demostrando que ante todo era una organización meditada.
Si la primera fue en septiembre, continuaron haciendo un par por mes hasta marzo. En la última fiesta rompieron la puerta de la nevera y la cafetera, algo que les hizo reflexionar sobre que el volumen de personas al que estaban llegando no era asumible para meter dentro de un piso universitario. «Estuvimos un tiempo sin organizar nada y nos habló bastante gente preguntándonos el por qué, diciéndonos que se lo pasaban muy bien, que teníamos que seguir», explica el joven. Por eso, a los dos organizadores se les ocurrió buscar un local y pedirle ayuda a la cuenta de Instagram conocida como @salseo_usc. «Subió una historia y nos hablaron un montón de estudiantes diciéndonos que querían venir. Si ya teníamos apuntadas en la lista a unas cien personas, que eran las que habían estado en alguna ocasión en las fiestas y querían volver, a esto se le sumaron otras 60 o 70. Y eso que todavía no anunciamos ni la fecha ni el lugar», explica.
Crearon una cuenta en la red social y en el primer día de actividad ya les siguieron varias discotecas de Santiago y les hablaron otro puñado de DJs que querían participar en el evento. Aunque son conscientes de que a medida que pase el tiempo se puede magnificar todavía más, no quieren que las fiestas alberguen a tantas personas. «No nos interesa un local de más de 150 o 200 personas. Para nosotros, lo importante es que todo esté calculado y cuidado: dar cervezas, regalos…. No queremos ganar dinero, si no que la fiesta sea la hostia», sentencia el joven, que todavía no desvela la fecha del evento aunque anticipa que será en la primera semana de junio.