«MasterChef 11»: Las mayores polémicas de la edición del mal rollo

P. V. LA VOZ

SOCIEDAD

Luca Dazi, el concursante más polémico de la edición
Luca Dazi, el concursante más polémico de la edición MASTERCHEF

La edición del concurso culinario estuvo, como viene siendo habitual, cargado de momentos que indignaron a la audiencia: tongos, acusaciones de favoritismos y enchufes, y hasta una intoxicación masiva

19 jun 2023 . Actualizado a las 18:50 h.

Si hay un ingrediente consustancial a MasterChef, tanto o más que los fogones o los delantales, son las polémicas. No hay edición de este concurso de cocina sin su buena ristra de momentos que incendian a la audiencia y a los concursantes, y, algunas veces, también a los estómagos de los comensales que se atreven a probar sus propuestas culinarias. 

Tongos, acusaciones de favoritismo y personajes histriónicos son recurrentes año tras año. Y MasterChef 11 no iba a ser para menos, especialmente en la que muchos ya no han dudado en poner el sobrenombre de «la edición del mal rollo». Pero las polémicas de este año fueron incluso más allá, con más concursantes que nunca, doble emisión a la semana para acabar a una hora más razonable para acabar terminando igualmente a horas intempestivas e, incluso, una intoxicación masiva.

Intoxicación masiva

Empezamos por la mayor polémica de la edición, por su gravedad. Lo que viene siendo una intoxicación masiva de decenas de personas durante la prueba de exteriores en el Oceanográfico de Valencia. Allí, los concursantes habían tenido que cocinar un menú, tributo al mundo marino, elaborado por la chef Rakel Cernicharo, que tiene un sol Repsol. Unas elaboraciones que los comensales disfrutaron en su momento, pero no tanto en los días posteriores. Fue una de las asistentes a la comida, y empleada en ese centro, la primera en denunciar que, tras la comida, «70 personas, más de la mitad» de los comensales, habían sufrido una gastroenteritis, con vómitos y diarrea. Poco después era la propia consejería de Sanidad de la Generalitat valenciana quien confirmaba la noticia, aunque especificaba que habían sido 44 los afectados.

La productora de MasterChef, que nunca llegó a explicar qué fue el causante de la intoxicación, pidió perdón por lo ocurrido y manifestó que se había tratado de un episodio completamente excepcional en los 11 años del programa, pero el daño ya estaba hecho. «Perdí 5 kilos en tres días», dijo una de las afectadas.

Un jurado, diferentes varas de medir

Las polémicas relacionadas con los tongos y con las preferencias personales de los miembros del jurado hacia los concursantes son la tónica habitual no solo de MasterChef, sino de cualquier concurso del estilo que se precie. En esta edición, fue el concursante coruñés Lluís de la Riva el primero en enfrentarse a los jueces para protestar contra las «diferentes varas de medir» que observaba en las valoraciones.

El modelo consideraba que tanto él como otros compañeros eran víctimas de un trato injusto continuado. «Yo creo que hay una vara de medir a medida para cada uno», les reprochó a los jueces del programa después de una valoración sobre su cocinado que no consideraba correcta.

En redes sociales le daban la razón a Lluís, y seguirían pensando lo mismo en posteriores emisiones del programa, donde veían que algunas personas sufrían valoraciones bajas con platos de gran complejidad, mientras otros eran objeto de piropos constantes por elaboraciones mucho más sencillas, impropias del nivel que exige MasterChef. Y, sí, estamos hablando de Luca. Pero un personaje de tal calibre bien se merece que le dediquemos en exclusiva otros dos puntos polémicos de esta edición.

El robo del helado 

Las polémicas con Luca Dazi fueron constantes. Fue, sin duda, el gran protagonista de esta edición. El que más dio que hablar, el que, con cada aparición, conseguía alborotar Twitter como quien agita un avispero. Y, quizás su peor episodio, por evidente, fue el momento en el que el participante robó, ante las cámaras, una elaboración a uno de sus compañeros. Sucedió durante un reto de repostería, cuando una de las concursantes, Marta, denunció que le faltaba uno de los helados que había hecho. «He puesto tres, dos en un lado y otro en el izquierdo, y me ha desaparecido uno», decía. Luca fue, en ese momento, tajante: «Esto es mío, he puesto tres. El helado era lo más difícil, cariño; es lo que hay», e incluso llegó a dirigir las sospechas hacia otra concursante. Ante las preguntas de los jueces, él seguía en sus trece de que el helado era suyo.

Pero las imágenes eran claras: él había sido el ladrón. En el programa siguiente, y ante la amenaza de revisar las imágenes, Luca acabó cantando. Eso sí, no sin antes intentar excusarse aduciendo estar «desubicado» y «mareado». Al final recogió cable: «He estado recopilando mi memoria, y a veces me dan flashes como que podría haber sido el helado de Marta», dijo primero, tímidamente. Pero acto seguido ya lo largó todo: «No había nada etiquetado, y Marta dejó los helados al lado de los míos; vi que había otro y no tuve otro remedio», se excusó.

¿Las consecuencias para Luca? Sorprendentemente, no las hubo. O quizás, a la vista de la siguiente polémica, no sea tanta sorpresa.

El «enchufe» de Luca

Hubo algo que llamó la atención desde los primeros momentos del programa. Mientras el tiktoker Luca sacaba de quicio constantemente a prácticamente todos sus compañeros, por su dejación de funciones y su incansable histrionismo, el concursante se convertía también en el ojito derecho de los jueces. El niño bonito al que todo se le perdonaba. Desde elaboraciones increíblemente sencillas, como un puré, que los jueces valoraban como un boccato di cardinale a ese evidente robo del que intentó culpar a otros compañeros.

Luca Dazi acabó situándose casi a las puertas de la semifinal, para sorpresa y enfado de todos los espectadores y de sus compañeros. Una permanencia que habría sido posible gracias a algo ajeno a sus cualidades: un enchufe.

Al parecer, un familiar muy cercano del tiktoker —su tío, según ha explicado él en una entrevista— era, hasta mayo de este año, director general de Ofistrade en Barcelona, una empresa que se dedica a distribuir alimentos para grandes empresas, entre ellas, una de las mayores patrocinadoras oficiales de MasterChef. En una entrevista a El Periódico de Catalunya, sin embargo, el tiktoker negó cualquier tipo de trato de favor, diciendo que «las reglas eran las mismas para todos», y que el trabajo de su tío no tenía relevancia alguna en las valoraciones del jurado.

El caso es que, después de muchas salvaciones, Luca acabó siendo expulsado, para jolgorio de la audiencia, y también de sus compañeros de concurso. «¿Triste?», les contestó entusiasmado Jotha a los jueces cuando le preguntaron si echaba de menos al tiktoker, «monté una fiesta que no te lo puedes imaginar; hubo hasta un brindis y todo».

El robo del diario de Claudia

En honor a la verdad, Luca no fue el único concursante que desquició a sus compañeros. Otra de las que optan también a ese cuestionable premio es la actriz italiana Claudia, una de las últimas en llegar a MasterChef.

Lo cierto es que parte de la culpa la tuvieron sus compañeros, que no la recibieron precisamente con los brazos abiertos, en parte por la honestidad sin filtros de la italiana. 

Pero un día, el bullying que ella denunciaba había llegado a un tema personal: una página de su diario había desaparecido, y el autor de tal hecho todavía sigue sin resolverse. Aún así, ese mismo día, Claudia tuvo su particular vendetta, cuando, tras su buen desempeño en la prueba de exteriores, los jueces le dieron la posibilidad de dar a los compañeros que ella eligiera una desventaja: diez minutos menos de cocinado.

Una idea de bombero: dos emisiones semanales para acabar a la misma hora

Una de las sorpresas de esta edición de MasterChef fue el número de participantes y, sobre todo, el número de emisiones semanales. Por los fogones pasaron hasta 26 concursantes en esta ocasión. Nada menos.

Y, además, desde el programa decidieron dividir las emisiones semanales en dos. Su objetivo declarado tenía buenas intenciones: hacer dos capítulos a la semana para no acabar a horas intempestivas, como había sucedido siempre. Los espectadores aplaudieron la idea. Por fin, MasterChef podria acabar a medianoche como muy tarde. Sin embargo, tal objetivo nunca se cumplió como tal. Cada emisión de MasterChef, como siempre, se iba mucho más allá de la medianoche, y prácticamente todos acabaron, como pronto, a la 1 de la mañana.