La era de los 'perrhijos'
La era de los 'perrhijos'
Miércoles, 14 de Agosto 2024
Tiempo de lectura: 4 min
Tener un perro es la elección favorita de las familias en nuestro país. Y es que las mascotas han pasado de ser el mejor amigo del hombre a ser considerado su propio hijo. La tendencia del pet parenting ('paternidad de mascotas') ya es un verdadero fenómeno social en todo el mundo, protagonizado por jóvenes que a sus 30 años han renunciado a la idea de tener bebés y prefieren formar una familia multiespecie en la que el perro se convierte en el núcleo de la estructura familiar. Los datos del INE (de 2023) así lo demuestran: solo en España, hay ya más de nueve millones de perros frente a los seis millones y medio de menores de 14 años.
El asunto va más allá: humanizar a las mascotas se ha convertido en una realidad en la mayoría de familias. Perros vestidos exactamente igual que sus dueños (zapatos, incluidos), o que aprenden a defecar en el baño de la casa o que incluso son paseados en cochecitos por la ciudad. Podría ser una escena utópica de una comedia televisiva, pero ahora es el día a día de muchos animales que pierden su autonomía y pasan a depender completamente de su dueño.
Los expertos advierten que la sobrehumanización de las mascotas es una conducta que, al contrario de lo que piensa en primera instancia el dueño, puede provocarles serios trastornos psicológicos, como ansiedad y agresividad, y confusión al no reconocer la jerarquía de la estructura familiar.
Las mascotas pueden volverse así extremadamente dependientes y, en ausencia de sus dueños, llegar a sufrir ataques de pánico o desórdenes alimentarios. Moisés Heiblum, Jefe del Servicio de Etología del Hospital Veterinario UNAM, explica que este tipo de comportamiento paternal con una mascota puede derivar de trastornos psicológicos del propio humano.
El fenómeno del pet parenting también se extiende al mercado. Una nueva forma de explotación animal ha irrumpido ya en España: el puppy yoga. Esta nueva tendencia de la capital consiste en sesiones de yoga para principiantes en la que, a mitad de la clase, aparecen sus protagonistas: cachorros de menos de tres meses provenientes de criaderos. Los participantes son capaces de pagar más de 30 euros por sesión con tal de disfrutar de la presencia de estos pequeños animales. Todo porque, según estas empresas, producen un efecto de felicidad y relajación instantáneo ante la liberación de endorfinas ante el cuidado de los perros.
Para ellos, todo lo contrario. Los cachorros son sometidos a varias clases por lo que su participación se convierte en una jornada laboral de tres horas, en una etapa de crecimiento en la que necesitan descanso. Esta actividad no es nueva. Su origen tuvo lugar en Estados Unidos y se expandió por Canadá, Reino Unido y Francia, donde se convirtieron en un auténtico boom en redes sociales, provocando que hubiese una larga lista de espera para disfrutar de esta nueva afición. Igual que sucede hoy en España.
Las denuncias por no cumplir la Ley de Bienestar animal no han tardado en llegar. Apuntan a que esta actividad no cubre las necesidades básicas de las mascotas y las perjudica en su proceso de socialización, además de fomentar la cría de animales para aprovechar su periodo de lactancia en actividades como esta. En Inglaterra, según una investigación de ITV News, un estudio de yoga mantuvo durante horas a varios cachorros en periodo de lactancia sin beber ni comer y participando en clases de manera intensiva. En cuanto a algún perro se le ocurría quedarse dormido sobre la esterilla, le interrumpían el sueño.
También en Barcelona tuvo que intervenir la policía en un estudio de ‘puppy yoga’, puesto que utilizaban cachorros con enfermedades parasitarias como la giardiasis, además de presentar irregularidades en su identificación, como pasaportes manipulados o falta de vacunas contra la rabia.
TikTok y sus trends también participan en la sobrehumanización de los animales de compañía. El último: personas que dan a probar a sus mascotas salsas picantes para ver su reacción. Los veterinarios no han tardado en pronunciarse sobre el peligro del consumo del picante con posibles efectos secundarios como daños en el esófago o úlceras gástricas ante la irritación de la mucosa. También han señalado que otras modas como ladrarle a tu perro en un vídeo para ver su reacción y bailar forzando sus patas puede tener graves consecuencias en su salud, como desarrollo de reactividad y miedo o lesiones en sus extremidades.